¿Qué pasó en el debate que el domador no pudo con los tigres?
Andrés Manuel López Obrador, el líder carismático, la figura fuerte para millones de mexicanos agobiados por la inseguridad, fue más un gatito indefenso que el arrogante valentón que puede calmar o no al tigre según le de la gana.
Dicen que no es lo mismo hablar del diablo que verlo venir, y menos tenerlo enfrente.
Salió del debate escurrido, sin la cortesía de despedirse de sus rivales que lo vapulearon, sí, le echaron montón, pero era bola cantada que veía venir y no anticipó cómo atajarla.
Al fin, en el post debate de todos los debates programados en esta elección la pelota siempre caerá en su cancha: los discursos ante sus seguidores y los medios de comunicación donde hablar de todos los diablos personificados en un solo demonio, la mafia del poder, es lo suyo.
Cada vez que lo hagan pedazos en el cara a cara como sucedió el pasado domingo, él tendrá la oportunidad de seguir flagelando a sus adversarios desde su púlpito donde es amo y señor del hartazgo contra la clase política a la que él mismo pertenece, pero de la que se ha conseguido deslindar magistralmente a través de la repetición incansable de sus críticas al sistema.
La incongruencia, la incoherencia, no importan a una aplastante mayoría que ante la imparable violencia y los millones de economías familiares en crisis emitirán un voto disfrazado de razonado pero que en realidad será un sufragio esperanzado.
De ahí que pese a quedar exhibido como una persona sin el temple necesario para enfrentar circunstancias adversas, como las que un presidente debe afrontar a menudo, salió intacto en las encuestas.
Ricardo Anaya creció, pero difícilmente el partido gobernante declinará a José Antonio Meade que pese a ser el más preparado y experimentado de los candidatos no logra prender en su campaña.
Más aún, pareciera que el voto útil priísta también se inclinaría hacia el tabasqueño, el único de los aspirantes que ha militado en el PRI.
¡AL FIN!
Xavier Olea Peláez realizó una acción sensata: renunció a la Fiscalía.
El hombre de los gazapos al fin decidió dejar de ser un penoso lastre para el gobierno de Héctor Astudillo Flores, quien tendrá la oportunidad de proponer una terna de gente capaz al Congreso del Estado para sacar adelante las investigaciones ministeriales rezagadas.
De hecho era el prietito en el arroz ya que su pésima labor ensombrecía los resultados en materia de desarrollo social, económico y turístico que han sido bastantes en el gobierno astudillista.