La elección del pasado 1 de julio obliga a hacer varias reflexiones, ya que hubo sorpresas y sorprendidos, triunfadores y perdedores.
Ganaron Andrés Manuel López Obrador y su círculo más cercano. Ganaron las televisoras (Televisa y Tv Azteca) y los empresarios de siempre. Y, por supuesto, ganaron algunos ex priistas, ex panistas, petistas y evangélicos aglutinados en el Partido Encuentro Social (PES).
Perdieron, desde luego, el PRI (el más afectado electoralmente por ser el partido en el gobierno). El PAN perdió por sus diferencias internas.
El PRD también perdió con Ricardo Anaya, pero sigue de pie en algunas entidades. Guerrero y la Ciudad de México le aportaron los votos suficientes para conservar su registro y seguir en la lucha electoral.
Lamentablemente, Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza, el Partido Verde Ecologista de México y el PES perderán su registro por no alcanzar el tres por ciento en ninguna de las tres elecciones federales (Presidente de la República, senadores y diputados federales).
De acuerdo al Instituto Nacional Electoral (INE), López Obrador obtuvo 30 millones 113,483 sufragios; de los cuales 63,863 provinieron de mexicanos que residen en el extranjero.
El candidato de la coalición “Por México al Frente”, Ricardo Anaya Cortés, registró a su favor 22.27% de los votos, es decir, 12 millones 610,120 votos, de los cuales 26,344 fueron emitidos desde otros países. Mientras que José Antonio Meade Kuribreña, de la coalición conformada entre el PRI, PVEM y Nueva Alianza, obtuvo un total de 9 millones 289,853 votos, que representa el 16.41% de la votación total, de los cuales 4,613 fueron emitidos en el extranjero.
Si el PRI perdió la elección fue por la pésima gestión de Enrique Peña Nieto, la corrupción cometida por varios de sus ex gobernadores (verbigracia, Javier Duarte de Ochoa, César Duarte Jáquez, Roberto Borge Angulo y Tomás Yarrington Ruvalcaba), los gasolinazos (aumento al precio de la gasolina), el abandono al campo y la violencia que prevalece en el país.
El hartazgo social fue evidente en las urnas, pues no solamente hizo ganar al candidato presidencial de Morena, sino otros personajes que no hicieron campaña y serán senadores, diputados locales y federales y presidentes municipales. O sea, se repitió el efecto AMLO.
De 9 gubernaturas, Morena ganó en 5: Veracruz, Tabasco, Chiapas, Morelos y Ciudad de México.
La coalición “Por México al Frente” ganó en los estados de Guanajuato, Puebla y Yucatán. Enrique Alfaro Ramírez, candidato postulado por Movimiento Ciudadano, ganó en Jalisco. Y el PRI, cero gubernaturas y perdió la mayoría de los Congresos locales. ¡Zas!
En Guerrero, por ejemplo, la coalición Morena-PES ganó en 18 de 28 distritos locales electorales, el PRI-PVEM en 6 y la coalición “Por Guerrero al Frente” (PRD-PAN-MC) en 4. Y todo indica que la asignación de las 18 diputaciones por el principio de representación proporcional (plurinominales) se resolverá en los tribunales.
Morena tendrá el control del Congreso local en la LXII Legislatura. También gobernará en 16 municipios.
Insisto, el efecto AMLO volvió hacer de las suyas, pero a mayor proporción. En esta elección sin el PRD, López Obrador obtuvo 1 millón 18 mil 163 votos en Guerrero. ¡Zas!
Los morenos del pejeyac están muy contentos por haber sacado a la “mafia del poder” de Los Pinos y ser partícipes de la instalación de un gobierno que ellos creen será de izquierda, cuando no es así. Veamos por qué.
1.- El 1 de julio no triunfó la izquierda, sino el pragmatismo político.
2.- López Obrador gobernará de la mano con personajes del PRIAN que se sumaron durante la campaña a su proyecto de nación (Manuel Bartlett Díaz, Esteban Moctezuma Barragán, Alfonso Durazo Montaño, Elba Esther Gordillo Morales, Germán Martínez Cázares, Manuel Espino Barrientos, entre otros).
3.-El PES, partido que tiende a la derecha por sus propuestas en temas de género, diversidad sexual y salud reproductiva, y que en abril de 2017 guardó un minuto de silencio “por los diez años de abortos permitidos en la Ciudad de México”, ve en AMLO al nuevo mesías.
4.- Los que se asumen como de izquierda, no saben gobernar. Lo suyo son las protestas violentas en las calles y carreteras del país.
5.- Muy difícilmente López Obrador podrá cumplir sus compromisos de campaña. De entrada, los gasolinazos seguirán en el gobierno que encabezará a partir del 1 de diciembre. Que conste, lo anunció quien será su secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa Macías, durante una entrevista con Carlos Loret de Mola, el pasado miércoles 4.
6.- AMLO no es de izquierda. Se formó en el viejo PRI de los años 70s.
Luego entonces, los que votaron ciegamente por él deben entender que el país no cambiará de la noche a la mañana, y que el 1 de diciembre habrá cambio de régimen o de mafia del poder.
Y los ganadores siempre serán los mismos: los varones del dinero.
Los de abajo seguirán trabajando para salir adelante. Tal vez con más apoyos para los campesinos y ganaderos, pero la pobreza muy difícilmente terminará en México.
Las campañas terminaron. Veremos si los que se apasionaron insultando en las redes sociales son recompensados por el que será presidente de la República en el sexenio 2018-2024.
Ojalá los que perdieron el 1 de julio aprendan la lección y sean humildes con el electorado.
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