domingo, 29 de septiembre de 2013

Rogelio Martínez Faz/La re engorda migratoria/Cartas desde Chicago

Rogelio Martínez Faz
Para los inmigrantes indocumentados y familiares “arreglados”, la anhelada reforma inmigratoria no solo es un medio para obtener derechos, también ha servido para improvisar la percepción que se tiene de nosotros en Estados Unidos.
Por desgracia no todas las opiniones han sido favorables. Las mismas han hecho que no llegue la reforma para su discusión en la Cámara de Representantes, por obesa, con exigencias y acusaciones que indigestan una posible aprobación, y no necesariamente como rechazo a quienes la merecen por méritos, sino por la amenaza de seguir engordando el problema. De hecho, la reforma no va a parar la inmigración ni las deportaciones.

De antemano sabemos que por un lado están los enemigos naturales de la reforma como los racistas o discriminadores, que en realidad no son tantos. No obstante, a los conscientes del problema que quieren ver soluciones razonables, injustamente se les tacha por igual.

Hasta ahora las movilizaciones como marchas y declaraciones suelen desgajarse de la realidad. Que con exaltación crean expectativas positivas en la comunidad con resultados negativos, al menos sin avances sustanciales, pero rentables para el activismo.

Sin restarle méritos a las marchas pues estas hicieron “despertar al gigante dormido”, los inmigrantes que probablemente de otra manera estaríamos en las mismas, al hacer pública nuestra contribución en el engranaje de la vida estadounidense, despertando conciencia para compartir responsabilidades con la ciudadanía estadounidense, que le es muy cómodo tener una subclase social que atienda sus necesidades de servicios y, pueda ser reciclada según se requiera.

Pero al exigir derechos se ha caído en errores que tienen repercusiones de imagen y políticas. Como por ejemplo, cuando se engordan argumentos fuera de contexto, al criticar de racistas a todos aquellos que quieren se respeten las leyes apegadas al orden y la justicia sin estar en contra del inmigrante. O acusar de discriminación a quienes no se ajusten a nuestro criterio. Apuntillándolo desde trincheras ideológicas contrarias al espíritu estadounidense o con suplicios a santísimos. Cuando es con política y ejemplos de buena ciudadanía que se gana terreno. 

Se emplean afirmaciones que comprometen la congruencia de los inmigrantes con frases como “no se puede deportar a 11 millones de indocumentados, la ley esta ‘quebrada’”, lo que es relativamente cierto. Pero la verdad es que en los hechos, a quien le toca le toca y no son pocos.

Además, si ese fuera el criterio para eliminar leyes, pues habría que eliminar otras. Como las de tránsito vehicular por ejemplo, y cito: Si hay conductores que se pasan semáforos en luz rojo o manejan sobre el límite de velocidad, y debido a la insistencia de los infractores se pida sean abolidas las leyes de tránsito porque “no sirven”, estaríamos pidiendo vivir en desorden y retando a las autoridades.

Se puede alinear al movimiento por solidaridad pero no necesariamente porque asista la razón cuando se utilizan hipótesis endebles. Visto desde una perspectiva activista podría parecer ingrato, pero insistir que las leyes se acoplen a la demanda de las faltas y de pilón acusar de racistas o discriminadores a los que no se ajusten, se corre el riesgo de ser tomados como anarquistas. Ideas que algunos inmigrantes repiten por inercia, por lo menos no es compatible con la dignidad y respeto que se está exigiendo.

Para esto se suman a la lista otras incongruencias, estas del lado contrario para re engordar el rechazo. Con lo que se frustra una salida política satisfactoria, que prefiere atender otros asuntos pendientes como el “techo” de la deuda para que siga funcionando el gobierno, el Obamacare o el problema sirio.

Ojalá que las marchas programadas para el 5 de octubre y las que le sigan, sean prudentes y no se exhiban idealismos que no son populares en este país o se digan barrabasadas fuera de contexto que dejen una percepción equivocada de la ecuanimidad de los inmigrantes y exacerbe la voluntad de los políticos.