Isaias Alanis Trujillo |
En pleno mes de la patria, durante el primer
informe de EPN, con la reforma magisterial aprobada, las protestas y la
energética a punto de realizarse, la furia de los tlaloques descendió sobre
México con nombre de mujer y hombre. Los huracanes Ingrid y Manuel, envían sus
rayos de agua a nuestro país. Y el menguado grito de independencia y las
celebraciones rebasadas por los maestros rebeldes se convierte en una tragedia
nacional. Tamaulipas, Veracruz, Nuevo León, Sinaloa y especialmente el estado
de Guerrero, sufren las flechas de agua de los tlaloques. Acapulco inundado, producto
de una nula planeación urbana acorde con
las condiciones geográficas; “el Valle de La Sabana, Ciudad renacimiento,
Cayaco, La Marquesa, Casas Ara, Gaviotas, Llano Largo, la Colosio y otras dos
decenas de nombres de nuevos fraccionamientos son una olla llena con agua, pero
taponada con concreto….” (De frente/19/8/13).
Invasión de zonas lacustres, de humedales, que sólo benefició a sus
promotores y hoy está a la vista la destrucción producto de corrupción,
ambición y valemadrismo tropical.
Chilpancingo Colapsado, por lo mismo: casas
en barrancas, invasiones manipuladas por partidos políticos, robo de áreas
verdes, taponamientos del cauce del Huacapa desde Amojileca por negocios que le
comen metros a la calle y al cauce de barrancas que desembocan en el famoso
río, hoy tiradero de detritus y foco rojo de contaminación para los habitantes
de Chilpancingo. En la colonia la Cinca, hay restos de los puentes destruidos
del Huacapa hechos con malla de gallinero en vez de varillas y concreto.
También la Sierra y Montaña, las dos costas, la
región Centro y la Costa Montaña, Tierra Caliente, sufren el impacto de los dos
meteoros. La autopista 95 y la del Sol, sin tránsito. Orgullo del salinismo,
una vía construida con profundo rencor contra los guerrerenses al no contar con
entradas a pueblos y centros urbanos importantes. La autopista del derrumbadero,
pensada en negocios familiares y no en beneficio de los guerrerenses, y
construida rompiendo toda la normatividad internacional al hacer los cortes de
cerros a noventa grados y no como lo específica la norma. Por eso pesan las
palabras del gobernador Ángel Aguirre en el sentido de no volver a tolerar una
vez más esta situación que ha causado daños a la ciudadanía por decenas de años
y cuyo fruto más visible fue el taponamiento de los túneles y los derrumbes en todo
el tramo carretero de Morelos a Acapulco.
El panorama hacia Costa Chica y Costa Grande,
es similar; puentes destruidos.
Imposible cuantificar el número de muertos, el número de casas destruidas,
el número de caminos cortados, de ríos y arroyos dispuestos a vencer cuanto
obstáculo se les ponga en frente. La solidaridad es impresionante, los
elementos del ejército y la marina andan a
toda máquina. Los helicópteros no se dan abasto. Caminos, veredas, 32
carreteras vecinales, están cortados. Derrumbes, puentes de todo tipo caídos,
no hay que olvidar que Guerrero es uno de los estados carente de
infraestructura. Se estima que más de setenta municipios de Guerrero están
colapsados. Todavía no se tiene un diagnóstico por la falta de caminos, de
cuántas casas han sido destruidas o están a punto de caerse. El esfuerzo de los
tres niveles de gobierno se ha concertado en Acapulco, Zihuatanejo y
Chilpancingo, Tlapa, Tierra Caliente, Costa Chica, la Costa Grande y la
Montaña. ¿Estas acciones alcanzarán a cubrir a los damnificados y
principalmente a los de poblaciones pequeñas alejadas y de por si incomunicadas?
La mayoría son de vocación temporalera y de auto consumo; las cosechas
perdidas, el poco ganado ahogado, sus tierras anegadas con el llanto del
desamparo.
A cinco días de los meteoros, el escenario de
Guerrero es desolador, si tomamos conciencia de la enorme pobreza de
comunidades serranas, de la montaña y costa montaña y de las grandes distancias
que hay que salvar para llegar a esos lugares, la ayuda tardará pero será
segura.
Es casi imposible llegar a Mochitlán y
Quechultenango, que no será a pueblos alejados de la Montaña. La realidad de
Guerrero, requiere del concierto de todos los guerrerenses, sobre todo impactar
en las regiones más apartadas. Y que el gobierno meta en cintura a comerciantes
venales que triplican los precios de la canasta básica y a funcionarios que
pretendan lucrar con los recursos como ha sucedido en otras ocasiones, el “Paulina”
fue un ejemplo grotesco por los desvíos de dineros que algunos funcionarios
realizaron en esos momentos de crisis para el puerto.
Una vez lavado el rostro de Guerrero, viene
la reconstrucción, ojalá que esta ya no se haga sobre las rodillas y este es un
llamado para que los planes urbanos de desarrollo municipal, se pongan en regla,
y así evitar tragedias como la que vive Guerrero y la capital Chilpancingo. Son
miles de millones de pesos los que se requieren porque Guerrero es un estado
damnificado desde hace décadas y la furia de los tlaloques, como siempre, sólo
sacó a flote el desamparo de años que ha padecido el estado, y el más lacerante
fue, es y sigue siendo el de la pobreza, hoy con un agregado sangriento, la
violencia del crimen organizado, las pugnas territoriales entre ellos y un ingrediente
que por el momento entra en pausa; las policías comunitarias, la lucha
magisterial y la guerrilla, así como la militarización de baja y alta
intensidad a regiones como la Costa Chica.
Al parecer los tres niveles de gobierno están
trabajando en forma ordenada, pero lo que más me impresiona en la solidaridad
de los guerrerenses, y que lo sepa el gobierno federal, ahora ya no es posible
engañar a la gente y falsear los hechos a través de los medios pagados, con un
simple celular -allá donde lo tengan- pueden abrir un gran hoyo a la “verdad oficial”
y mostrar la mentira de sus aseveraciones o de sus aciertos. Es hora de abrir
los brazos y cerrar los puños por Guerrero, sin vedetismo, que los políticos se
bajen de la suburban, de los restaurantes de lujo, del Face Book, desde donde
escriben sandeces de niños mimados por un salario que no devengan y se lancen a
compartir la enorme solidaridad que está demostrando el pueblo pobre de
Guerrero.
¿A cuánto ascenderá el monto para la
reconstrucción de un estado, devastado desde hace décadas?