“Un Partido no puede vivir
sin el contacto indispensable con sus
hechos que a través de los años conforman
la historia. Pero tampoco se puede
consagrar a la tarea de rumiar sus recuerdos,
sin lozanía vital, sin ánimo de nuevas
empresas, sin decisión de lucha y de victoria,
sin acometividad y sin mística”
-Gabriel Turbay Abinader, mensaje radial al Liberalismo,
octubre 31 de 1945-
Va de entrada: Un
diplomático se estaba entrevistando con el Presidente de la República Popular
China, Mao Tse-tung, cuando le realizó la siguiente pregunta:
-¿Qué habría pasado si, en
lugar de haber matado a Kennedy, hubieran matado a Kruschev?
-Hay una cosa que es segura:
Onassis no se habría casado con la señora de Kruschev- respondió el líder chino.
En el contexto de los que
formaron una generación de políticos que
crecieron con la literatura de, Federico Nietzsche, Erich Fromm, Octavio Paz, Bertrand Russel; con
la música de Jim Capaldi, Bob Dylan, The Beatles, Guess Who, Eric Burdon,
Carole King, y demás herramientas para interpretar la
realidad social y sobre todo, vivirla. Ya no existen.
En los argumentos o réplicas periodísticas o en sus
exposiciones parlantes a diario ante grupos demandantes o discursos en sus
áreas propias de ejecución laboral, los políticos carecen de la finura ironía
para dar una respuesta respetuosa; hay un
vacío educativo en sus contestaciones, que se oyen más perversas que
maliciosas. Pues en una hay testarudez; en la otra hay imaginación y creatividad.
Una construcción lingüística, no existe. Permea la ambigüedad torpe y
analfabeta. Hay una exaltación de su ignorancia.
Eso te forma conciencia,
despierta las inquietudes por explicarte qué pasa en la sociedad mexicana”, fue
la frase de tiempo en vez. El tiempo sigue y las sociedades cambian. El
magisterio no es el mismo. Maestros sin calidad moral, hoy. Entienden la ética
como una rara enfermedad contagiosa. A pesar de que México invierte, en
promedio, casi 24 mil dólares por alumno desde primaria hasta primer ciclo de
secundaria, los resultados alcanzados en su desempeño académico son inferiores,
incluso, al de naciones que destinan menos recursos, advirtió la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El maestro actual, no lee. Y,
eso, ha creado pésimos alumnos, distraídos estudiantes. No pensantes, sino
reaccionarios. Y de allí, emerge una nueva casta de políticos, sin buenos y
cultos mentores. Los políticos han perdido la capacidad de saber responder o
exponer con astucia, con agilidad mental una contestación coherente, sin el
sarcasmo vulgar del patán y el disfrute del alfabetismo infuncional de los aspirantes
a políticos.
Hoy el político no lee, se “entera”
de lo que le soplan sus gentes cercanas, que no sus asesores o asesor. Se
informan de rumores; pero no de la verdadera realidad informativa del periodismo
serio y documentado. Escasamente saben leer entre líneas o quien les lee, no
sabe interpretar. Esto es de tesis e ideas académicas, no preparación callejera.
Entre ellos mismos, son
escasas sus pláticas de ciencia y tecnología: Y rarísima, sus comentarios
acerca de la genética o la física cuántica. No hay intercambio de ideas para
fomentar otras culturas académicas o caminos educacionales, que puedan servir
para un beneficio social. No hay interés por educarse; o al menos, leer
detenidamente los medios digitales o impresos, que muchos nutren otros tópicos
para entender el mundo.
Un “aderezo” de antaño al “curriculum
vitae” del políticos, presidente municipal o gobernador y funcionarios de alto “poder”
mexicanos han tenido sus amantes fijas u nómadas, porque les daba brillo,
prestigio y "era atributo del poder", como señala en su libro “La
Casa Chica”, de la escritora mexicana
Mónica Lavín. “Era parte de su gallardía, del prestigio como político”.
Muchos cuentan con amantes de su propio sexo. Son gustos y respetables. Pero,
esa “destreza amorosa” de antaño por las mujeres, era el “feeling” del polaco.
En la sociología de la política, era un punto a favor en las urnas, en la
empatía electoral. Hoy, son contados los políticos, reconocido con fama mundial.
De corruptos y ladrones no los bajan en la prensa internacional.
Y, puedo aventurar a decir:
¡Todos están peleados entre sí; y, en su
momento estarán juntos en el camposanto! Sin duda.
Pero he aprendido que en
política, como en el periodismo, más vale tener fama de controvertido que de
pendejo.
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