En los momentos más críticos de la docena trágica, cuando la política de comunicación social –si es que alguna vez la hubo—del gobierno federal iba del gris al gris Oxford respecto de los programas gubernamentales y sus bondades, apareció aquella frase que rezaba: “las buenas noticias, también son noticia”.
Sin duda una buena noticia será tal, siempre en positivo si se despliega en todo su contenido, sin medias tintas ni rollos demagógicos de aterciopelado ensalzamiento de la figura pública que dejó en segundo y último plano al hecho público.
Con Vicente Fox se tendió a ubicarlo junto con la princesa consorte como salvadores de México, es decir, que rescataron al gobierno de una pandilla integrada por víboras prietas y tepocatas. Vendieron una oferta populista de la que se beneficiaron con programas y actos corruptos, hasta hacerse multimillonarios.
Por ello, las buenas noticias no trascendieron en su dimensión positiva, como pudo haber ocurrido en el sexenio calderonista con el combate al crimen organizado que sólo sirvió para presentar ante la sociedad mexicana a una caricatura del héroe justiciero, Napoléon de recurrente Waterloo, y de su capitán operador de teleculebrones, Genaro García Luna, con los malos de la pantalla presentados recurrentemente en vivo y a todo color.
Hubo, sí, puntos positivos en las administraciones de Vicente y de Felipe, pero ¿alguien recuerda un par de obras de beneficio social? En cambio, la inmensa mayoría de los mexicanos asocia corrupción con Fox, Calderón y el PAN. La suerte del partido corrió de la mano de estas figuras que se vendieron como impolutas, justicieras e incorruptibles, con una oferta de lanzar a México a la modernidad. Ocurrió todo lo contrario.
Lo poco, pero bien hecho, de haber sido defendido y divulgado sin estridencias de salvadores del mundo, indudablemente habría operado en positivo para el gobierno y, por antonomasia, reflejado en las urnas.
Así, esta frase de “las buenas noticias, también son noticia”, es una vertiente que el PRI-Gobierno debe tener como prioridad en las tareas de este año, al que se ha considerado como el de la recuperación económica y el arranque de la consolidación de las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso de la Unión y los congresos estatales.
El gobierno federal, con sus bemoles y desde sus áreas de comunicación, ha emprendido esta tarea de aterrizar entre la opinión pública las bondades de las reformas educativa, laboral, fiscal, político-electoral y energética, por citar a las más influyentes para el país, aunque algunas francamente son excesivamente optimistas y hasta demagógicas, como aquellas que no acaban de sacudir a Pemex del halo de corrupción que le caracteriza.
¿Y el PRI? Esta tarea de aterrizar las reformas y, sobre todo, defender sus bondades, tiene como responsable al partido, porque son sus legisladores, sus diputados federales y senadores, que operaron e impulsaron las iniciativas surgidas del Pacto por México, del Ejecutivo federal y de las propias bancadas y no pueden agotar la tarea en la decisión del pleno camaral.
Que la energética y la educativa son buenas reformas constitucionales y, por ende, buenas noticias, no es de amplia aceptación y menos conocimiento del grueso de la población. Y sobre todo de la población que vota, que en 2015 decidirá en la elección intermedia, si le refrenda mayoría al PRI en la Cámara de Diputados, gobiernos estatales y municipales, a partir de la convicción de que dichas enmiendas son buenas para el país y, por ende, para ella.
Por eso, apenas a tiempo la iniciativa de la senadora Cristina Díaz Salazar, lideresa nacional de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares --el sector popular del PRI--, de responder a la embestida de la oposición que ha tomado como bandera descalificar actos de gobierno y reformas como la energética.
Diríase que ya se habían tardado en el alto mando del tricolor. Porque no es lo mismo que un legislador priista, o el coordinador de éstos, defienda un día sí y otro también a las reformas estructurales, que el PRI en todos los rincones del país haga lo propio y responda una a una a las versiones manipuladas y vestidas de medias verdades o mentiras completas, de quienes desde la dizque izquierda o la derecha, se presentan como autores de que no prosperara, por ejemplo, el IVA en medicinas y alimentos, aunque esta fue decisión del PRI en voz de Manlio Fabio Beltrones, pero en la Cámara de Diputados su oficina de prensa no atendió este tema.
Y, bueno, el pasado fin de semana, la senadora Díaz Salazar y el dirigente nacional del PRI, César Camacho, utilizaron la tecnología para conectarse vía Internet con priistas de 400 municipios, unos cien mil militantes, a quienes convocaron a defender las reformas y contrarrestar con información la manipulación que, de las reformas estructurales, ha hecho la oposición.
Ahí viene el difícil camino legislativo que implica desahogar una vasta agenda de reformas a leyes secundarias. ¿Reaccionará el PRI en defensa de las buenas noticias que también son noticia? Digo.