EFRAÍN FLORES IGLESIAS |
No arranca el proceso electoral de 2018 y todos los partidos políticos
andan alborotados. Se atacan a morir. No les importa exhibir sus actos
deshonestos ante el pueblo.
Ni siquiera Andrés Manuel López
Obrador es tan santo como presume. Sus nexos con el prófugo ex gobernador
de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa,
fueron evidentes en la pasada campaña, en la que el PRI y Morena atacaron al
abanderado de la coalición PAN-PRD, Miguel
Ángel Yunes Linares, quien a pesar de esa malévola alianza salió victorioso.
López Obrador siempre ha presumido ser honesto y que los corruptos son
los que no comulgan con sus ideales. ¡Por favor! Nadie olvida que en 2004 su ex
secretario particular, René Bejarano
Martínez, recibió dinero para el financiamiento de campañas políticas en la
Ciudad de México. El mecenas del “Señor de las Ligas” fue el empresario
argentino Carlos Ahumada. ¿A poco eso ya
lo olvidó el dueño de Morena?
Claro, los del PRI, el PRD y el PAN tampoco se salvan. También tienen
sus fichitas.
La corrupción no es privativo de ningún
partido político. En todos lados está.
Que AMLO diga que él no es corrupto, es discurso. Y se entiende como
parte de su estrategia para atraer votos. Eso sí, ha sido inteligente en
proclamarse como tal, ya que la mayoría de sus adversarios no tienen la calidad
moral para exhibirlo como un político demagogo y que Morena también es de los
partidos políticos que reciben fuertes cantidades del erario para hacer
campañas.
Enrique Peña Nieto, por ejemplo, no puede cuestionar a nadie de
corrupción porque dentro de su gobierno se han descubierto infinidad de casos
que avergüenzan al PRI. La Casa Blanca
de La Gaviota, es algo que ofendió a
los mexicanos y que hasta el presidente tuvo que admitir que fue un grave
error. Pidió perdón al pueblo de México,
pero no procedió contra nadie. ¡Y cómo pues!, si la imputada era su esposa.
El PRI hace lo que puede por defenderse de los fuertes señalamientos del
PRD, PAN y Morena, sobre todo, por el controvertido tema del gasolinazo, algo que, sin duda,
repercutirá en la elección de 2018.
No olvidemos que el presidente Peña prometió en 2015 que ya no iba a ver
ningún aumento a las gasolinas ni a las tarifas de la luz eléctrica. Mintió. Y
eso los mexicanos se lo cobrarán muy caro al PRI en las urnas.
El PRD abanderó durante mucho tiempo las causas sociales y fue un duro
opositor al régimen en las Cámaras Alta y Baja, así como en los Congresos
locales; pero al ganar gubernaturas demostró de qué estaba hecho: igual o peor
que el PRI. Y eso no es todo, sus dirigentes postularon (y siguen postulando)
como candidatos a personajes vinculados al crimen organizado. José Luis Abarca Velázquez (de Iguala,
Guerrero), es un claro ejemplo.
El partido fundado el 15 de septiembre de 1939 por Manuel Gómez Morín (el PAN), tiene también una historia marcada por
escándalos de corrupción. No todos los gobernadores ni alcaldes que han llegado
a través de sus siglas han culminado bien sus periodos. Ahí está el caso de Guillermo Padrés Elías, ex gobernador
de Sonora (2009-2015), a quien el pasado 16 de noviembre le dictaron dos autos
de formal prisión, una por los delitos de lavado de dinero y defraudación
fiscal equiparada, y otro por delincuencia organizada. ¡Zas!
Y desde luego que nadie olvida los escándalos ocurridos durante el
sexenio del ex presidente Vicente Fox Quesada: el Toallagate de Martha Sahagún
y el soborno a altos funcionarios de seguridad que permitieron la primera fuga
del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán en 2001.
Nadie es santo en política. Y nadie debe
espantarse de ello ni ser sorprendido por falsos redentores que prometen todo.
En América Latina han llegado al poder personajes que prometieron gobiernos
de izquierda y transparencia en el ejercicio público, pero que a la mera hora
se convirtieron en tiranos, al estilo Trump. Gobernantes que han censurado a la
prensa escrita y electrónica y que ahuyentaron a los inversionistas en sus
respectivos países.
Recuerden, amables lectores, que todos
los que aspiran a la Presidencia de la República buscan el poder por el poder y
comodidades personales.
No se dejen sorprender, pues. O, mejor dicho, no se apasionen tanto para que luego no anden desilusionados.
En 2018 veremos o nos enteraremos de noticias de todo tipo. Algunas
buenas y otras muy desagradables. Lo importante es que todos ejerzan libremente
su derecho de votar sin ser presionados por nadie. Es cuanto.
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