EFRAIN FLORES IGLESIAS |
En su obra El Arte de la Guerra, Sun Tzu señala que cuando un general es exasperado, es fácil de descontrolarlo. “Provócalo y enfurécelo para que avance aturdido y pierda la perspectiva de su plan inicial de ataque”. Tal parece que eso fue lo que hizo Heriberto Huicochea Vázquez, dirigente estatal del PRI, contra Celestino Cesáreo Guzmán, del PRD.
Ambos personajes dirigen a los institutos políticos más importantes y
que han detentado el poder en el estado de Guerrero.
En 2018 nuevamente medirán fuerzas. Por eso han p
rotagonizado una guerra
en los medios de comunicación tildándose de “vándalos”, de “encabezar un
partido de quinta” y de “utilizar un leguaje violento”, etc.
Todo inició por la marcha del pasado sábado que encabezó el PRD contra
el gasolinazo en Chilpancingo. Según
Huicochea, los perredistas cometieron actos vandálicos y se comportaron como un
“partido de quinta”.
Lo cierto es que al dirigente priista le molestó que durante la marcha
en contra del gasolinazo, los
perredistas cuestionaran severamente las políticas impulsadas por el gobierno de
Enrique Peña Nieto y por gritar consignas contra el PRI.
“Salieron a las calles a llamar a la violencia, no a proponer ni a
buscar el diálogo, sólo acciones de fuerza que llegan a aterrorizar a la gente
que presencia sus actos llenos de odio”, señaló a través de un boletín.
La respuesta de Celestino Cesáreo no tardó en llegar. Mordió el anzuelo.
Lo provocaron y tenía que contestar para “defender” a su partido.
Aprovechando su condición de opositor, el perredista se lanzó con todo.
Acusó a Huicochea de comportarse “como un hombre con severas limitaciones” y
quien no va más allá de descalificar y ofender. Y lo invitó a explicar con
argumentos a todos los inconformes y afectados (del gasolinazo) y el por qué el gobierno federal no quiere dar marcha
atrás al incremento a las gasolinas.
Un día Isaac Newton dijo “A toda
acción le corresponde una reacción”. Y así fue. Celestino reaccionó.
Y eso no fue todo. El perredista negó que los participantes en la marcha
hayan incurrido en actos vandálicos y le sugirió al priista moderar su lenguaje violento, ya que él
“no caerá en un torneo de insultos”.
La confrontación seguirá. De eso no hay duda.
2018 está a la vuelta de la esquina.
El PRD pretende ganar terreno en Guerrero para recuperar la gubernatura
en 2021. El PRI, desde luego, hace todo lo posible para que eso no ocurra. Huicochea no es nuevo en política, pero le
falta liderazgo.
Celestino muy pronto dejará la dirigencia del
PRD. Sabe que si se queda callado será
severamente cuestionado por sus correligionarios. Además, le interesa seguir
escalando políticamente. No quiere
quedar fuera de la jugada.
Lo que el PRI y el PRD olvidan es que no serán los únicos actores en
disputar el poder. Muy pronto tendrán a Andrés
Manuel López Obrador haciendo proselitismo a favor de sus gallos en Guerrero. Es algo que debe
preocuparles.
Claro, hacen bien en ignorar a Pablo
Amílcar Sandoval Ballesteros, gerente de Morena en la entidad, quien quiere
figurar mediáticamente golpeteando al PRI, PRD y PAN. El peligroso no es él, sino el eterno candidato presidencial.
Recordemos que en política no hay enemigo pequeño. Y eso quedó bien
demostrado en el estado de Nuevo León, en donde Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, derrotó en 2015 como
candidato independiente a todos los partidos políticos y a los del frijol con gorgojo (obradoristas).
El gasolinazo
solamente es un pretexto del PRD para golpetear al PRI. De eso no queda duda. Su dirigencia nacional
suscribió en 2012 el “Pacto por México” y sus legisladores avalaron la reforma energética que derivó en el
alza a las gasolinas.
Al PRI no le queda de otra que defender a Peña Nieto, a pesar de que los
está llevando al abismo.
El año pasado se llevaron a cabo elecciones para elegir gobernador en 12
estados. Al tricolor le fue mal en 7. Perdió Veracruz, Quintana Roo, Chihuahua,
Durango, Puebla, Tamaulipas y Aguascalientes. Duro golpe.
ENTRE OTRAS COSAS… Algunos alcaldes se sienten virreyes en sus
municipios. Quieren imponer comisarios a la fuerza. No son finos para operar.
Les falta tacto y visión política.
Lo peor de todo, es que ceden el
poder a imberbes e insensibles funcionarios.
En Tixtla, por ejemplo, Víctor
Hug
o Romero Valencia, secretario general del Ayuntamiento, le anda
provocando serios conflictos al alcalde perredista. De insensible y altanero no
lo bajan en las comunidades.
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