LAS TOMAS DE LA CARRETERA
CHILPANCINGO-TLAPA, en exigencia de que el gobierno de Andrés Manuel López
Obrador entregue el fertilizante que les prometió a los campesinos del estado,
y el saqueo a una bodega de fertilizante en Tecoanapa, también por campesinos,
muestra la desesperación que tienen por la entrega del agroquímico con el fin
de abonar sus parcelas, pues de no hacerlo en su momento, no tendría caso
después, aunque el mismo presidente de la República fuera quien lo hiciera.
Y es que si no abonan las
milpas a tiempo, difícilmente éstas podrán producir mazorcas y en consecuencia
cosechar maíz, y difícilmente los campesinos del estado, que en su gran mayoría
siembra para el autoconsumo, tendrán qué comer durante todo el año, pues las
tierras, hay que decirlo, difícilmente producen si no son fertilizadas.
Si los campesinos no
cosechan maíz, y en consecuencia frijol, que forman parte de la dieta de las
familias pobres, junto con el chile, la pregunta es ¿qué va a pasar en
Guerrero, qué va a pasar en las comunidades de las siete regiones del estado,
al igual que en la Sierra, si ya ni siquiera tiene valor la siembra de la
marihuana y la amapola?
La respuesta es, contra lo
que afirman los funcionarios del gobierno federal, es que en el estado habrá
hambruna, como no se ha visto en los últimos 40 años, y como alguna vez ocurrió
en la Tierra Caliente cuando escaseó el maíz y las familias tenían que hacer
largas filas para que les vendieran uno o dos “dobles” y con ello tener que
subsistir, mientras los niños, las mujeres embarazadas y los ancianos se
dormían con hambre.
Por eso es que, si bien
los campesinos pueden cometer delitos con el cierre de carreteras, de retención
de funcionarios federales, y el saqueo de bodegas de fertilizante que nadie se
explica por qué no se entrega, no les ha quedado otro camino más que hacerlo,
con el fin de obligar a las autoridades a distribuir el insumo.
Hay que decirlo. No es
ningún cuento chino el señalar el riesgo de una hambruna en el estado, sino una
alta posibilidad de la que el único responsable será el Presidente de la
República, por no entregar a tiempo y con oportunidad el fertilizante que bien
a bien repartía el Gobierno del estado en coordinación con los ayuntamientos,
de tal forma que si lo continuara operando, el estado no estaría en problemas y
los campesinos estarían cultivando sus tierras en vez de abandonarlas para
exigir la entrega del abono.
En cierto modo, no es
Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros el responsable del retraso en la entrega del
fertilizante, pues como todos los que integran parte del gobierno federal que
encabeza Andrés Manuel López Obrador, solo son empleados, achichincles del
presidente, quien es el que decide día a día lo que se hace o no en el país.
Y si el peligro de
hambruna es de por sí un hecho que preocupa, que causa terror y pavor, la falta
de recursos del Gobierno del estado, y de los 81 gobiernos municipales para
atender y hacerle frente a un problema de esta magnitud, incrementa los niveles
de preocupación. Sólo quienes han vivido en carne propia los estragos de una
hambruna, a consecuencia de la falta de maíz, pueden entender lo que puede
ocurrir, y no aquellos que no saben cómo hacer producir la tierra pero que
desde el escritorio ordenan cuándo y a quién debe entregarse el fertilizante.
Sin duda tiene razón el
secretario de Desarrollo Social del gobierno del estado, Mario Moreno Arcos,
quien señala que ante un eventual desabasto alimentario en Guerrero, como
consecuencia de que las autoridades federales aun no entregan el fertilizante a
los campesinos, se carece de un presupuesto y de una estrategia para afrontar
la posible crisis por la escases de maíz.
Mario Moreno alertó, como
lo han hecho otros, incluso dirigentes campesinos, que podría haber desabasto
de alimentos a lo largo del año por el conflicto en el programa de
fertilizante, y dijo esperar que el gobierno federal asuma sus
responsabilidades, es decir, que acelere la entrega y no le eche la culpa a los
hombres del campo, de que por culpa de los bloqueos no se distribuye el abono,
o en su caso, de que llegado el momento, el gobierno que dice ser de la gente,
le cumpla a los campesinos.
Ciertamente, como señala
el secretario de Desarrollo Social, ha sido la inexperiencia del gobierno
federal, representada en Guerrero por Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, lo
que ocasionó el retraso en la entrega del fertilizante, lo que puede generar
graves problemas de falta de alimento en el estado.
Es indiscutible que Moreno
Arcos sabe de lo que habla. Y es que ha sido dos veces presidente municipal de
Chilpancingo, diputado federal y diputado local, así como delegado federal del
ISSSTE en Guerrero. Es decir, conoce de la administración pública, y en
consecuencia, sabe cuándo los funcionarios públicos no conocen de la
responsabilidad que tienen a su cargo, y cuando están cumpliendo bien.
Pero además, el
funcionario del estado proviene de una familia humilde, de escasos recursos,
nacido en la Sierra, en donde las oportunidades son escasas, los apoyos son
mínimos y el dinero nunca alcanza. Sabe pues que el fertilizante es fundamental
para las familias que se dedican a las labores del campo, y que su retraso, es
hasta criminal.
Ojalá lo entendiera el
Presidente López Obrador. Y ojalá, también, cumpliera su palabra de entregar
fertilizante a tiempo a los campesinos. Hacerlo cuando se le pasó el tiempo a
las milpas, es ciertamente inútil, aunque fuera el propio Presidente quien las
abonara.
Y ojalá también que el
gobierno federal voltee a ver a Guerrero y atienda la deficiencia de granos
básicos que podría darse
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