martes, 28 de abril de 2020

Entre la verdad y la ficción NIÑO POBRE HOMBRE RICO Por Jorge Luis Falcón Arévalo*


“El Estado soy yo” -Luis XIV de Francia, El Rey Sol,-

No hay día, en que denoste, insulte, enfrente, calumnie, difame, mienta, engañe, vocifere, pretenda dar clases de historia –en su boca rancia y a modo- universal  la cual desconoce; No hay espacio en la TV, que use para zaherir, vilipendie, falsifique, exagere, tergiverse e intente dar cátedra de economía o ciencia política.
“El ‘síndrome del niño rico’ es un estilo educativo que tiene consecuencias negativas en la conducta o en futuros rasgos de su personalidad adulta”. Resalta Ralph Minear en su libro El niño que tiene de todo.
México desde hace 16 meses solo ha visto a un niño furioso, a un infante gruñón, pendenciero, bravucón, tramposo; no se ha visto a un hombre prudente, sensato, ecuánime, cuerdo en sus decisiones; maduro en sus haberes políticos; objetivo ante los problemas, que dijo resolver en un chasquido de dedos.

La historia nos ilustra. En siglo XVII, del reinado de Luis XIV, el absolutismo y en el despotismo ilustrado, la nobleza fue despojada de su función política convirtiéndose en aristocracia cortesana que contribuyó junto con la burocracia, la compleja diplomacia y el ejército especializado, a la intensificación de las crisis demográficas (alta mortalidad), crisis en la agricultura (desigualdad), crisis de distribución de alimentos (hambruna).

Cientos de vídeos cuentan y narran de sus peroratas y sus “propuestas” de Nintendo; de sus soluciones “benditas y milagrosas”; de sus gestos y manos solo se muestran más de un prestidigitador o mago, que de un personaje de Estado. Como cuando en una entrevista en  televisión y a nivel nacional hizo gala de sus “conocimientos” de ser un perfecto petrolero con “sapiencia” en exploración y explotación del oro negro,  reseñó que no es tan difícil extraer petróleo del subsuelo: “solo se hace un hoyo y listo”.

Ya pasó el año en que normalmente los presidentes como cabo de año, empiezan echándoles la culpa a los gobiernos pasados, de los errores, de las fallas administrativas y las malas decisiones políticas; pero no. Este señor, ha seguido la ruta cómoda y holgazana, de embaucar al electorado. ¡Ya basta!
Perdido y mal aconsejado. Banxico, no tiene en sus entre las atribuciones rescatar empresas, hay un solo acuerdo entre el Consejo Mexicano de Negocios y el Banco Interamericano de Desarrollo para traer créditos a medianas y pequeñas empresas. Donde el gobierno federal nada tiene que ver o gestionar.

Nada le embona, nada le acomoda. Como el costeño, desde la hamaca pide el antídoto, porque el alacrán lo va a picar, en vez de levantarse y solucionar. Por su proceder solo muestra que no está preparado más que para la verborrea, para la charlatanería y la monserga. No para la acción inmediata, porque carece de sentido común y criterio para lograr beneficios. Actitud propia de un hombre de ninguna parte.

A diario es la misma imagen de niño llorón, Él se quedó en la fase de niño caprichoso. Punto.

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