Firme, el médico cirujano y senador Higinio Martínez Miranda alzó la voz; agraviado como muchos de sus compañeros de escaño respondió a la sinrazón que, hasta hace dos días, se enfilaba hacia la injusticia:
“¡No!, no es un militar equis, es un
representante ejemplar de las Fuerzas Armadas y ex secretario de la Defensa
Nacional”.
Y los senadores que habían pasado lista de
presente, en la sesión plenaria de este especial 18 de noviembre de 2020,
asintieron en respaldo al mensaje de su compañero mexiquense.
¡Ah!, si el general de división en situación
de retiro, Salvador Cienfuegos Zepeda hubiese estado presente en la sesión
senatorial habría buscado deshacer el nudo en la garganta por la, sin duda,
emoción provocada por quienes, integrantes de la llamada Cámara alta, evitaron
treparse a la cresta oportunista que buscó hacerlo trizas y desacreditar a las
Fuerzas Armadas.
Y, mire usted, no es defensa oficiosa ni ganas
de quedar bien y mucho menos soslayar yerros que se han cometido en esos
espacios de férrea disciplina, ésta que se aprende sin chistar.
Le platico un ejemplo.
Aquella tarde de un día de 1972 los Leñadores
del CCH Naucalpan se enfrentaban contra los Aguiluchos del Colegio Militar. Las
escuadras de futbol americano se medían en encuentro amistoso, pero cada cual
llevaba el orgullo por delante.
--¡Pégame!, ¡pégame y no te midas!—dijo con
voz de orden el joven cadete al amigo cecehachero que tenía enfrente, quien
atendió la petición porque sabía de qué se trataba.
--Te voy a madrear y aguantas—respondió el
estudiante del CCH plantel Naucalpan.
Y apenas el mariscal Jorge Cázares dio el
grito clave y chocaron cascos y hombreras y los zapatos arrancaron pasto con el
empuje, el joven cadete derrumbó al ceceachero en un encontronazo brutal.
--¡Me partiste la madre!—reclamó en buen plan
el estudiante al cadete, quien sonrió y le replicó “si no me madreas me
arrestan, si me madreas me arrestan; la orden es que nadie se deje tirar porque
se va de arresto. Hay que ganar por el honor militar”.
Encuentro amistoso pero impregnado de honor, sí,
ahí en la cancha del Colegio Militar en Popotla, tendido frente al Casino al
que las compañeras cecehacheras iban a bailar un día a la semana con los
cadetes vestidos de gala.
En esos años, el entonces cadete Salvador
Cienfuegos Zepeda había egresado porque, de haber pertenecido a esa generación
tal vez habría jugado con el uniforme de los Aguiluchos, formados en la férrea
disciplina militar que, parte de la condición humana, algunos violan y se echan
a los brazos de la corrupción.
Pero, en el aeropuerto internacional de Los
Ángeles, la noche del jueves 15 de octubre pasado, se echó a andar un operativo
solicitado por la DEA para acusar al general de división Salvador Cienfuegos de
cargos relacionados con el narcotráfico. Y en México la familia política
oficialista y de oposición alzó las cejas y se sorprendió por la captura del ex
secretario de la Defensa Nacional.
Un mes y tres días después, cuando las
coordenadas de la política estadunidense cambiaron abismalmente y el bachiller
Donald Trump mordió el polvo de la derrota, el aparato de justicia del vecino
del norte turnó una petición política y una jueza dio luz verde al desistimiento
de cargos contra el divisionario mexicano.
Y Cienfuegos se embarcó de retorno a México.
Pero, horas antes, en la sesión de miércoles 18 de noviembre, el senador
Higinio Martínez Miranda, presidente
de la Comisión de Defensa Nacional del Senado de la República, reprochó:
“El gobierno de Estados Unidos no debió tratarlo de
esa manera, acusándolo con dichos de testigos protegidos. Ahora se ha corregido
esta absurda actuación. Es inocente y es por nuestras Fuerzas Armadas que se ha
resuelto este espinoso asunto y ahora serán nuestras autoridades civiles
quienes investigarán para ver si es culpable o no de lo que se le acusa”.
Pero Higinio como senadores de otras banderías está
cierto de que con el divisionario se pretendió una jugarreta de barriada.
Quienes dicen que la DEA no fabrica testigos, pecan de ingenuos o de aquellos
que en mi pueblo llaman de fea forma. O, ¿será que le hacen al juego oficioso
en equipos fundamentalistas de los dos lados de la frontera norte?
Fue, dígase lo que se diga, la voz del Senado
en apoyo a las Fuerzas Armadas, defensa enderezada antes
de las 18:40 horas de ayer miércoles cuando, de acuerdo con la Fiscalía General
de la República, a su hangar en el Aeropuerto de Toluca, Estado de México, llegó
la aeronave Gulfstream 4, matrícula N40VC, del Gobierno estadunidense
proveniente de la terminal aérea de Nueva Jersey.
Así que, cuando a las 18:48 horas descendió de la
aeronave el general de división en retiro, vestido formal y con corbata, probablemente
le habían informado que en el Senado, en la sesión plenaria lo habían defendido.
Y vaya, justo en esa sesión plenaria, con 78 votos a
favor, cero en contra y cuatro abstenciones, se ratificó el ascenso de 212
militares al grado inmediato superior, tanto del Ejército como de la Fuerza
Aérea Mexicana (FAM), propuestos por el Ejecutivo Federal.
Luego, el senador Higinio Martínez dijo que no debió
tratarse de esa manera el caso del general Salvador Cienfuegos pues ya se
afectó y se lastimó a las Fuerzas Armadas de nuestro país al decir que, el
máximo representante de éstas, un divisionario, estaba acusado, en otro país,
por dichos de uno o dos testigos protegidos.
“Ahora – citó Martínez Miranda, presidente de la
Comisión de Defensa Nacional, hay que subrayar el cargo -- se ha corregido esta
absurda detención. No es por el general Cienfuegos, o no sólo es por él si
finalmente es inocente; es por la soberanía de nuestro país y por el respeto a
nuestras fuerzas armadas que debió y se ha corregido este espinoso asunto”.
¿Alguien dudó de la inocencia de Cienfuegos? Bueno,
mire usted, como siempre ocurre aquellos que dudaron se excusarán o aplicarán
la memoria selectiva. Por ello vale que el legislador mexiquense haya
puntualizado: “cuando menos varios senadoras y senadores, expresamos nuestras
dudas acerca de la presunta culpabilidad del general Cienfuegos.
“No concebíamos, no concebimos que el jefe militar
de las Fuerzas Armadas mexicanas, con todo el poder que se deriva de ese cargo,
tuviera necesidad de mezclarse con mafiosos de primera o de segunda clase”.
¿Qué procede? Elemental, para no despertar
suspicacias, Martínez Miranda dijo que corresponde a las autoridades investigar
si existe algún elemento que determina alguna o algún presunto delito cometido
por el general Cienfuegos y ésta debe hacerse con absoluto apego a la
legalidad.
“Desde Morena –acotó Higinio-- senadoras y
senadores, ratificamos nuestro aprecio, cariño y respeto a las instituciones
armadas de nuestro país. Tenemos un Ejército de tierra, mar y aire, que es
orgullo de los mexicanos”.
El general de división, cuando fue detenido en
Estados Unidos, sostuvo que demostraría su inocencia a costa de todo. Es
dignidad militar, es esa disciplina que se aprende en el Colegio Militar, donde
aquel aguilucho que le platico pidió al ceceachero madrearlo porque de otra
forma lo arrestaban, este aguilucho que, décadas después, defendió su dignidad
de hombre honrado; en esa cruzada personal perdió la vida ejecutado por
sicarios en el estado de Chihuahua.
El entonces gobernador César Horacio Duarte Jáquez
le negó audiencia, le cerró la posibilidad de demostrar su inocencia. Dignidad
y disciplina militar, con la vida y la libertad en vilo. ¿Quién se atreve a
calzar los zapatos del general? Digo.
@msanchezlimon