Durante años, Guerrero se
ha caracterizado como uno de los estados más violentos
del país, derivado de la lucha entre grupos del crimen organizado por el
control de territorios para el trasiego de enervantes. Lo más grave de todo,
fue el desdén de las autoridades al problema de la violencia.
“Ni quiero, ni puedo, ni
tengo que combatir el narcotráfico”.
La declaración la dio en
2005 el entonces gobernador Zeferino
Torreblanca Galindo, quien prefirió rendirse al narco que combatirlo.
Las críticas no tardaron
en llegar. Algunos legisladores y empresarios le exigieron solicitar licencia al
cargo.
Y fue precisamente durante
el gobierno de Torreblanca Galindo cuando la inseguridad se disparó en
Guerrero. Los cárteles de Sinaloa y Los
Zetas iniciaron una guerra sin cuartel en Acapulco. Posteriormente,
trasladaron su pugna a otras regiones.
Desde entonces se perdió
la tranquilidad en la entidad suriana.
Zeferino
Torreblanca se rindió públicamente ante el crimen. Y Ángel Aguirre Rivero –su
sucesor– cometió el error de delegar el poder a uno de sus familiares,
propiciando ingobernabilidad y el surgimiento de grupos de autodefensas en
varios municipios, que hoy son una clara amenaza para el estado y la
federación.
Con el perredista Rogelio Ortega Martínez, la situación
de inseguridad empeoró. Tampoco quiso asumir su responsabilidad de enfrentar al
crimen, ya que prefirió junto con sus amigosdisfrutar de las mieles del poder.
Por cierto, varios de ellos están señalados de haber desviado recursos
públicos.
La violencia no solamente
incrementó por el desdén o valemadrismo de las autoridades, sino también por la
pérdida de valores en las familias,
que es el núcleo fundamental de la sociedad.
Poco a poco y gracias a la
coordinación entre los tres órdenes de gobierno, la situación ha mejorado. Y
todo se debe a la detención de importantes líderes del crimen organizado que
operaban en diversos puntos de la entidad, así como el decomiso de droga y
armas de alto poder.
Los
homicidios, por ejemplo, han disminuido en Chilpancingo y en el puerto de
Acapulco. Y es algo que debe destacarse, pues el combate a la inseguridad
está dando resultados favorables en nuestra entidad.
De acuerdo al general
Eufemio Alberto Ibarra Flores, comandante de la 27 Zona Militar, los índices de delincuencia en Guerrero están
bajando en un 20 por ciento tras el despliegue de las fuerzas federales,
estatales y municipales.
Es probable que haya
quienes desean —los perversos— que la violencia jamás acabe en nuestro estado,
con el único fin de sacar raja política.
Afortunadamente, el gobernador Héctor Astudillo Flores no ha
dado ni un paso atrás en la lucha por mejorar la seguridad de los guerrerenses.
Desde el 27 de octubre de
2015 se comprometió a privilegiar el Estado de Derecho sin excepción y anunció
una restructuración radical de los cuerpos policíacos, a combatir la corrupción,
la impunidad, la inseguridad provocada por el crimen, así como la pobreza.
Recordemos que asumió el
mandato en medio de una crisis de seguridad generada por la delincuencia
organizada, así como social y financiera, este último con pasivos superiores a
los 18 mil millones de pesos.
Gracias
a su capacidad de diálogo logró en poco tiempo recuperar la gobernabilidad en
el estado. Las protestas violentas de las organizaciones sociales y grupos
subversivos fueron disminuyendo.
Una de las estrategias de
Héctor Astudillo para reducir la violencia, tiene mucho que ver en la gran
inversión que ha realizado en materia educativa y en la recuperación de
espacios públicos. Y no se diga en turismo y generación de empleos.
El pasado 21 de mayo, el
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública informó que en
Guerrero se registró una disminución de un 44 por ciento en lo que respecta a homicidios
dolosos, en comparación con el mes de abril de 2018 a abril de 2019.
Es
cierto, Guerrero no es Disneylandia, como un día lo señaló un ex gobernador de
recio color; es un estado con varios problemas añejos.Pero si los problemas se
enfrentan con decisión y firmeza desde el poder público, la situación irá
mejorando en el estado.
Dentro de unas semanas, el
gobernador Héctor Astudillo rendirá ante el Pleno del Congreso local su cuarto
informe de labores, ya que así lo establece la Constitución Política del Estado
Libre y Soberano de Guerrero en su artículo 91, fracción XIV.
Y lo hará como siempre lo ha
hecho: con estricto respeto a los
integrantes de los poderes Legislativo y Judicial, y ante representantes de
diversas instituciones, órganos autónomos, presidentes municipales,
legisladores federales y autoridades castrenses.
Los
avances en materia de seguridad pública, serán, sin lugar a dudas, parte esencial
del cuarto informe de gobierno.
ENTRE
OTRAS COSAS… Durante la sesión de este martes, el
Congreso local aprobó designar como recipiendarios de la presea “Sentimientos
de la Nación” a Próspero Romero Gerardo
y Víctor Manuel Bautista Nieves, estudiantes
originarios de Izcatla, municipio de José Joaquín de Herrera, y de Pochahuizco,
municipio de Zitlala, respectivamente.
Los jóvenes indígenas
ganaron recientemente el Primer Concurso Nacional de Robótica Conalep 2019.
Asimismo, representarán a México en el Mundial Robótica RoboRave Internacional
2020 en Japón.
Por lo tanto, el próximo
13 de septiembre serán galardonados en sesión solmene con la presea
“Sentimientos de la Nación” en la catedral de “La Asunción de María”, en
Chilpancingo.
Comentarios:
E-mail: efrain_flores_iglesias@hotmail.com;
Facebook: Efraín Flores Iglesias;
Twitter: @efiglesias