viernes, 20 de septiembre de 2019

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias ¿Qué pasa en el Ayuntamiento capitalino?



El municipio de Chilpancingo siempre será el centro de la atención política, ya que es la sede de los poderes públicos del estado de Guerrero y el mejor espacio para que las organizaciones sociales, sindicatos y los partidos políticos realicen marchas, mítines y bloqueos.
Cada tres años, los capitalinos eligen presidente municipal. El 1 de julio de 2018, el PRI perdió por primera ocasión el poder en la capital del estado con un ex priista: Antonio Gaspar Beltrán.
La tan anhelada alternancia se consumó, ya que hubo una promesa de cambio en la forma de gobernar. O sea, más sensibilidad para atender a la ciudadanía, orden en las finanzas, servicios públicos eficientes y un gobernante cercano a su pueblo.
Toño Gaspar se ganó con trabajo el respaldo de miles de chilpancinguenses y supo aprovechar el hartazgo hacia el PRI.
A casi un año de gobierno perredista en la capital, la mayoría de los ciudadanos se preguntan: ¿valió la pena que el PRI se fuera y llegara otro partido a gobernar la cuna de los Sentimientos de la Nación?
Las protestas sociales persisten y el divisionismo en el Cabildo es más que evidente. Y todo porque el presidente Antonio Gaspar carece de un equipo eficiente de colaboradores.
La mayoría de los que ocupan importantes Secretarías, Direcciones y otras posiciones del organigrama municipal dedican más tiempo en atender sus asuntos político-personales y abandonan a su suerte al señor alcalde.
Toño Gaspar tiene la mejor intención de que a Chilpancingo le vaya bien. Y tiene razón cuando señala que recibió un Ayuntamiento en bancarrota. Pero es necesario que cambie de estrategia y busque una solución para que sus adversarios no lo sigan señalando que le quedó grande el cargo de presidente municipal.
Hace unos meses señalé en este espacio que era urgente y necesario que sacudiera el árbol (gabinete) y se deshiciera de las manzanas podridas (malos colaboradores).
Algunos de los que llegaron con él a la Alcaldía no tenían experiencia en la administración pública municipal ni en lo que respecta a la operación política. Se entiende que les dio una oportunidad como una forma de agradecimiento por el apoyo que le brindaron en sus dos campañas políticas.
Si las cosas continúan de la misma manera, Toño Gaspar puede terminar igual o peor que Marco Antonio Leyva Mena, su antecesor en el cargo.
Al alcalde capitalino le urgen buenos operadores políticos y mejores perfiles en las Secretarías y Direcciones.
El amiguismo, el compadrazgo y el pago de cuotas políticas no deben ser motivo para que un gobernante tome decisiones firmes.
El pasado 14 de septiembre rindió su primer informe de labores. Y lo hizo sin la presencia de la mayoría de los ediles. Solamente 7 (de 15) lo acompañaron en el auditorio “Sentimientos de la Nación”. Un mensaje negativo.
Y, ¿quién podrá resolver esa crisis de gobernabilidad al interior del Cabildo? Nadie más que él.
Ojalá recapacite pronto, antes de que sea demasiado tarde.
Urge más política y orden en la administración. E insisto, necesita hacer ajustes en su gabinete y tener operadores políticos eficientes. Es cuanto.

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