jueves, 26 de septiembre de 2019

ENTRESEMANA / Desoír, insultar, despreciar MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN

Corren los días rumbo al primer aniversario del que se anunció maná y cuya asunción al poder implicaría mágica transformación de un México neoliberal al liberado por la 4T. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Hoy sabemos anécdotas de don Francisco I Madero, Porfirio Díaz, Lerdo de Tejada, Benito Juárez y et al. Hoy la justicia se aplica justiciera y Rosario está en chirona y a Peña Nieto lo persiguen como estrella de ¡Hola! Juan Collado en el tambo y el góber Javidú da entrevistas desde la suite del Reno mientras Carlos Romero Deschamps hace maletas…
Hoy ha caído la “mal llamada” Reforma Educativa y el nuevo dream team ofrece desde Palacio Nacional la venida del México que todos soñamos: sin pobres ni analfabetas, sin ninis y el elogio de quienes en la época de la guerra sucia también mataban y ejecutaban a sus compañeros de lucha que disentían. ¡Vaya discusión de altura con cobro de antiguas facturas!
Un año de mañaneras y de haber aprendido retórica y la praxis del rollo presidencial, de la fuente del insulto y la descalificación, de las medias verdades desde Palacio Nacional y la exoneración de personajes como Manuel Bartlett o los delirios de persecución porque los conservadores han recurrido a más de un centenar de amparos contra Santa Lucía… En fin.
Cito a la senadora Beatriz Paredes Rangel, ayer en la sesión senatorial en la que se analizó el primer infome de gobierno de Andrés Manuel Lopez Obrador en materia de Política Social. A saber.
“Hay varias formas de hacer la Glosa de un Informe, referirse antagonizando o aplaudiendo a los documentos o discursos que presenta el titular del Poder Ejecutivo como Informe, u observar y comentar lo que la realidad señala al respecto del rubro que corresponde en un año lectivo.
Por cierto, me pronuncio porque el titular del Poder Ejecutivo Federal vuelta a comparecer ante el Congreso a presentar personalmente su Informe. Esa costumbre republicana debe recuperarse.
“Habría que señalar en un primer año de gobierno de una nueva administración, que también se revelan los nuevos estilos, las modificaciones o variaciones en los proyectos, la nueva visión, las características del modo de gobernar.
¿Qué nos preocupa enormemente en materia de política social? La incapacidad de escuchar, la ausencia de espíritu autocrítico, la imposibilidad de rectificar”.
Y sí, esto de la glosa del informe presidencial es una práctica que, tanto en la comparecencia de integrantes del gabinete ante el Congreso de la Unión como en el análisis que de los programas y acciones gubernamentales hacen diputados y senadores, tiene dos vertientes carentes de valor para la vida de los ciudadanos.
Salvo el significarse como ceremonial en el que se quema incienso al tlatoani en turno y el elogio comedido de las políticas desarrolladas en el año del informe, ocurre que de las comparecencias de funcionarios, ya en el pleno cameral que en comisiones –según su grado de importancia—no ha habido una consecuencia de impacto social ni se han reconsiderado acciones y programas, mucho menos se ha rectificado en aquellas acciones de evidente nulidad y encaminadas al fracaso.
Permítame una muletilla que es válida porque los padres suelen ser los mejores filósofos, viejos sabios a quienes, cuando se llega a su edad, comenzamos a citarlos como referencia, ley de la vida, para recordar que, cuando algo no tenía visos de prosperar, mi padre decía que valía para dos cosas: para nada y para una chingada.
Porque, a menos que usted tenga una mejor opinión o cuente con el antecedente contrario, creo que ese es el valor de las comparecencias.
Y no será diferente, ahora, con el primer informe presidencial de Andrés Manuel López Obrador que bordó en la misma retórica con las mismas cifras, la misma euforia del triunfo electoral, pero carente de evidencia de que algo ha cambiado para bien de los mexicanos, aunque hay una franja que dice lo contrario pero no sustenta esa realidad que tiene brillos de oropel.
La pasarela de comparecientes ante el pleno, o en comisiones de las cámaras de Diputados y de Senadores, serán muros de los lamentos.
Ya verá usted ahora que comience el desfile de la nueva realeza, burocracia dorada de la administración de la 4T. Serán lacrimógenas disertaciones, retórica con la vista puesta en el retrovisor, con ausencia de logros firmes; echarán culpa de todo a sus antecesores y, por supuesto, al neoliberalismo.
Alabarán a la histórica visión del señorpresidente que ha cumplido con echar por la borda a la “mal llamada” Reforma Educativa, aunque en su nueva concepción aprobada apenas ayer en las últimas leyes secundarias, sin asideros presupuestales, con discursos apoteósicos de la mayoría de Morena que de haber podido habría puesto el pie en el pescuezo de sus contrincantes de la minoría opositora, a quienes eufemísticamente llaman contrincantes, no enemigos, pese a tratarlos como delincuentes alzándose en arengas de primitivo eufemismo --“¡ya cayó!, ¡ya cayó!, la reforma ya cayó!”, coreaban anoche en el salón de plenos del Senado--. Y destazándolos en discursos que son convocatorias al linchamiento.
Porque siguen a pie juntillas a su líder y pastor, a la línea del señorpresidente que se pone a salvo y dice que no se inmiscuye en la vida legislativa de sus diputados y senadores, aunque les desliza la recomendación de impulsar las reformas, éstas que vienen con el condimento del mensaje de odio, desprecio contra el que piensa diferente.
Y cómo no encontrar ese matiz del linchamiento que se escurre entre las filtraciones del nuevo inquisidor Santiago Nieto, el joven jefe de la UIF que hurga en archivos muertos y el basurero de los chivatos que ahora serán legales porque el jefe les ha dado el manto de protección como denunciantes de la corrupción.
Pero, vaya, priistas y panistas, perredistas y emeceístas llevan el sello de corruptos por analogía de sus compañeros de partido y no tanto que en el poder hicieron de las suyas y nunca denunciaron corrupción porque estaban en el equipo y se quedaron como legisladores y ahora son insultados, despreciados, desestimados y considerados falsos y demagogos por los nuevos falsos y demagogos que se asumen dueños de la verdad.
¿Vio y escuchó usted las sesiones en Cámara de Diputados y en el Senado en las que se discutieron las leyes secundarias de la (contra) Reforma Educativa y la glosa del informe en materia de política social? No estar de acuerdo con la mayoría de Morena es un atentado, es ser enemigo de la Patria, servidor del oscurantismo neoliberal, candidato a ser lapidado en las redes sociales y etcétera, etcétera.
¿Vio usted el papelazo del diputado Gerardo Fernández Noroña? Sí, este que fue perredista y ahora milita en el PT pero es fiel seguidor del que llama ciudadanopresidente y hace algunos años pedía a los reporteros de la fuente de Presidencia le ayudaran a acercarse al entonces presidente Ernesto Zedillo, a quien se le tiró a los pies, en Cancún para que lo escuchara.
Hoy es sabelotodo, bravucón que dejó la cola de caballo por el casquete regular y los sacos desgastados por las camisas de manta; hoy, provocador a punto de liarse a golpes con un diputado panista, se queja de que, caray, lo provocan. Quiere ser Presidente de México.
Pero, vaya, retomo con ese ejemplo el nivel de la discusión parlamentaria de esta mayoría de Morena que, salvo honrosas excepciones, evidencia desconocimiento legislativo y acusa severa incultura pero se asume hijo del pueblo como disculpa para no escuchar los argumentos del vecino de enfrente, aunque debe decirse que muchos de estos vecinos nada hicieron de especial cuando fueron gobierno y vivieron la época de vino y rosas.
En suma, ¿qué puede esperarse de la glosa del primer informe presidencial? ¿Puede aspirarse a un enriquecedor debate legislativo en torno de nuevas leyes, de reformas necesarias a las vigentes, de enmiendas constitucionales, cuando el simplismo y el revanchismo de barriada son la vía natural?
No, a la vista de lo vivido desde septiembre del año pasado en el ámbito legislativo y desde diciembre en el Ejecutivo, como citó Paredes Rangel, hay incapacidad de escuchar, ausencia de espíritu autocrítico, la imposibilidad de rectificar.
En un mensaje que no pretendió justificar actos del pasado priista, la senadora puntualizó un ejemplo: “La situación de la desaparición de las estancias infantiles es un caso emblemático en esta materia, hubiéramos esperado o hubiéramos deseado una discusión de fondo sobre las políticas de atención a la primera infancia, una valoración técnica de los modelos de atención, una revisión madura de los programas existentes. Desde luego erradicar la corrupción en caso de existiera, actuando jurídicamente conforme al derecho establece. No fue así”.
Y enfatizó en lo que hemos visto y escuchado cotidianamente: “A un planteamiento reiterado de diversas voces, se contestó con la descalificación y la simplificación del problema. Queda pendiente para este país una verdadera discusión sobre las formas de atención a la primera instancia y las políticas de atención, resguardo y educación de los niños hijos de los trabajadores.
De los otros datos, Beatriz Paredes planteó: “¿Qué nos preocupa? El manejo de datos aleatorios sujetos a la voluntad política, el desconocimiento, la negación de todos los esfuerzos previos, despreciando así la capacidad acumulada y el conocimiento institucional”.
¿Qué responderá el señorpresidente? ¿Descalificará a la senadora Beatriz Paredes Rangel y la llamará fifí y conservadora? No escucha, insulta, desacalifica; es ejemplo de cómo ejercer el poder desde el púlpito de los iluminados. Por eso el nivel de discusión de la mayoría de diputados y senadores de la 4T. Conste.
@msanchezlimon