• Similitudes de dos exgobernadores…
AL IGUAL QUE A RUBÉN
FIGUEROA ALCOCER, que lo persiguen los hechos de Aguas Blancas ocurridos el 28
de junio de 1995, a Ángel Aguirre Rivero le ocurre lo mismo con los de Iguala,
de aquel 26 y 27 de septiembre del 2014. Culpables o no, los señalamientos los
persiguen. Otra similitud es que ambos dejaron el cargo que en ese tiempo
ostentaban.
Por cierto, fue Ángel
Aguirre quien suplió en el cargo a Rubén Figueroa, cuando dejó la gubernatura.
Años después, a Aguirre Rivero lo suplió Rogelio Ortega Martínez.
Cabe decir también que
Figueroa Alcocer ya no volvió a ocupar cargo alguno, aunque su influencia
política, en gran parte del estado, sigue vigente. Asimismo, bien o mal,
legalmente fue exonerado de esos cargos, aunque hasta ahora, hay quienes lo
señalan de haber ordenado aquellos lamentables hechos. No obstante, lo de Aguas
Blancas es un caso cerrado.
Respecto a Aguirre Rivero,
a como van las cosas, falta mucho para que el caso de Iguala se cierre. Para el
actual gobierno federal, la verdad histórica que confeccionó el anterior
gobierno, simplemente fue desechada a fin de construir la suya. Es decir, los
implicados, por acción u omisión, están en vilo. Y en el caso específico del
“ángel de Guerrero”, los señalamientos ahí están.
A propósito, Aguirre
Rivero tampoco ha podido ocupar otro cargo público, aunque también se mueve en
la política.
La sombra de Aguas Blancas
persigue a uno; la sombra de Iguala, a otro. Y ambos se dicen inocentes.
Uno era amigo del
Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León. El otro, se decía amigo del también
Presidente Enrique Peña Nieto.
No conozco si Rubén
Figueroa se quejó alguna vez del Presidente por haber dejado la gubernatura, a
raíz de aquellos lamentables hechos. Ángel Aguirre, en cambio, sí se queja de
quien era su amigo, y acusa a su gobierno de venganza política por renunciar al
PRI.
Otra similitud. El oriundo
de Huitzuco dejó el cargo cuando el estado se convulsionaba, en medio de
protestas. Al nacido en Ometepec le ocurrió lo mismo. Dejó el cargo en medio de
la ingobernabilidad.
Los señalamientos en
contra de Rubén Figuera venían del PRD, partido en el que militaba Ángel
Aguirre cuando años después dejó el cargo, señalado por normalistas y maestros
de la Ceteg, que militaban en el sol azteca.
De 1995 al 2014, son 19
años, edad promedio de los normalistas de Ayotzinapa que perdieron la vida o en
su caso desaparecieron en Iguala.
Los campesinos de
Tepetixtla, municipio de Coyuca de Benítez, miembros de la Organización
Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), iban a la cabecera municipal de Atoyac a
exigir apoyos a la entonces alcaldesa perredista María de la Luz Núñez Ramos.
Los normalistas de
Ayotzinapa, miembros de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de
México (FECSM), fueron a Iguala, supuestamente para apoderarse de autobuses. El
municipio era gobernado por José Luis Abarca, del PRD.
La OCSS se regía por los
postulados de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, quienes estudiaron en la normal
de Ayotzinapa, en donde estudiaban los desaparecidos. Lucio y Genaro son héroes
en la citada normal.
Y son precisamente los
normalistas de Ayotzinapa los que han dicho, según el propio Ángel Aguirre
Rivero, que no lo han vetado para no dejarlo participar en política. En la
elección pasada, en el 2018, el hoy exgobernador pretendía convertirse en
candidato a diputado federal. Los estudiantes y los padres de los desaparecidos,
se lo impidieron.
Hoy, de cara a la elección
del 2021, pretende ser candidato a la alcaldía de Acapulco. No milita en ningún
partido, pero pretende hacerlo por el PRD. Claro, ha dicho que no quiere, pero
así le dijo a Manuel Añorve en el 2011.
Rubén Figueroa, por su
parte, dicen los que saben, se la va a jugar con el rector, en la elección que
viene.
Por cierto. Ángel Aguirre
busca ser alcalde de Acapulco en memoria de su hijo. El sueño del hijo de Rubén
Figueroa es precisamente lo mismo.
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