Nacido
en el Estado de Jalisco, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo se convirtió en el
primer presidente municipal de Acapulco que provenía de la iniciativa privada;
frío con los números logró administrar y poner en orden las arcas municipales
del honorable Ayuntamiento que administraba.
Acompañado
de sus amigos, el llamado hombre de la zeta, emprendió una campaña mediática
que los colocaba como una persona honesta y transparente, se jactó siempre de
eso pero era insensible a las causas sociales de los más pobres, desde su
llegada al poder municipal estaba cierto que debía preparar a su delfín
político rumbo a las próximas elecciones por lo que el nombre Carlos Álvarez se
empezó a mencionar.
Sin
embargo, los perredistas de a pié, le cerraron el paso y el candidato natural
del PRD en Acapulco respaldaron las aspiraciones de Alberto López Rosas,
personaje con el que Zeferino había empeñado su palabra de apoyarlo en estas
elecciones y estaba como testigo la entonces dirigente del Sol Azteca Amalia
García Medina, el pacto político no lo cumplió pero López Rosas le ganó a su
delfín que nunca simpatizó con los militantes porteños. Alberto ganó y gobernó
Acapulco, Zeferino se fue como legislador federal plurinominal por el PRD.
Todos en paz.
Se
llegó el tiempo del cambio de gobierno, el priista René Juárez Cisneros en el
poder. El senador Armando Chavarría Barrera no dejó a un lado nunca sus
aspiraciones de convertirse en candidato y gobernador de su estado pero tenía
un difícil adversario enfrente el legislador federal Zeferino Torreblanca
Galindo.
Se
inician las precampañas y comienzan las agresiones.
Los
pleitos entre el senador Armando Chavarría Barrera y el diputado federal
Zeferino Torreblanca Galindo pasó de las plazas públicas a los medios de
comunicación, durante un enlace en vivo, ambos adversarios dijeron de que
talentos estaban hechos, en donde lo más decente que se dijeron fue borracho y
se hicieron recordatorios familiares.
Zeferino
se impuso y ganó, Armando aceptó la derrota y regresó para convertirse en
Secretario General de Gobierno del hombre que le arrebató la candidatura
oficial de su partido, tiempo después Armando Chavarría se convierte en el
Coordinador de la Cámara de Diputados Local, estaba listo para convertirse en
el próximo candidato del PRD a la gubernatura del estado pero para alcanzar ese
objetivo tenía que enfrentarse a Zeferino Torreblanca Galindo quien a toda
costa pretendía imponer a su delfín Armando Ríos Piter.
Una vez
más Armando Chavarría Barrera perdió la batalla, diez impactos de balas fueron
suficientes para quitarlo del escenario político en Guerrero pero esas mismas
balas también le cerraron el paso al otro Armando, al que llaman el Jaguar.
Hoy
salió a la luz pública que Zeferino ordenó el asesinato de Chavarría, reza la
nota del periódico el Sur en sus ocho columnas, y sale en el momento justo en
que Zeferino y sus aliados anunciaban su regreso triunfal, el mesías, el
salvador de Acapulco decían, a la escena política.
Hoy
Armando Chavarría Barrera desde su tumba habrá de impedírselo, porque ese
señalamiento es fuerte, directo y porque esa primera declaración lo convirtió
desde el inicio en el único y principal sospechoso de ese hecho.
Durante
el sexenio del llamado hombre de la zeta se registraron los asesinatos de
Salvador Melesio Montiel, delegado de transportes del estado en Acapulco
asesinado el 20 de mayo del 2005, José Rubén Robles Catalán asesinado el 7 de
julio del 2005, Julio Carlos López Soto subdirector de la Policía Ministerial
en Guerrero asesinado el 3 de agosto del 2005, Jorge Bajos Valverde asesinado
en el estacionamiento de RTG el 4 de enero del 2007 y el de Armando Chavarría
Barrera cuyo cuerpo apareció asesinado
en el interior de su vehículo el 20 de agosto del 2009 y se registraron nueve
asesinatos de periodistas.