MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN |
Alguna mañana de resaca, mi maestro Don Roberto Hernández Hinojosa me preguntó qué me preocupaba si la noche anterior había sido de fiesta y todo había corrido sin contratiempos entre brindis, abrazos, bailongo y retozos.
“Mira, si le mentaste la madre a alguien o la broma pesada agravió a alguien, no te arrepientas. Nunca, nunca te arrepientas, porque a quien se la mentaste, se la mentaste y ya; el que se molestó ya se molestó y, con arrepentirte no arreglas nada. Mejor aprende, experimenta y no cometas la misma pendejada dos veces”.
Dirá usted que es filosofía simplista, pero al final del día encierra una gran verdad y, sobre todo, una lección aplicable en la política, en la praxis del gobierno. El gobernante no puede jugar con actos que ofenden e irritan a la sociedad, no puede salirse por la tangente cuando un problema de interés y afectación nacional demanda soluciones, no paliativos.
Por eso, cuando el secretario de Gobernación o los gobernadores o una autoridad de alto nivel declara que lamenta el asesinato de un o unos ciudadanos, un presidente municipal o un funcionario público, y simplemente se queda en ese lamento con la recurrente oferta de que se investigará y llegará hasta sus últimas consecuencias, es como arrepentirse porque el daño está hecho, porque con lamentar no ofrece una solución y menos con esas frases de compromiso político que son huecas porque han permitido la recurrente comisión de delitos.
Veamos. El pasado fin de semana fueron asesinados los presidentes municipales de San Juan Chamula, Chiapas, y Pungarabato, Michoacán. Los alcaldes de filiación panista demandaron al Presidente de la República que, mediante la Secretaría de Gobernación, se aplicaran protocolos de seguridad para prevenir atentados contra alcaldes en el país, pero especialmente en aquellas entidades donde ocupar ese cargo se ha convertido en blanco del crimen organizado.
La noche del lunes último, José Santamaría Zavala, presidente municipal de Huehuetlán El Grande, en el estado de Puebla, fue asesinado.
La reacción inmediata de las autoridades fue lamentar y condenar el atentado. ¿Y?
La reacción inmediata, ahora de la organización de alcaldes priistas fue de preocupación por los asesinatos de alcaldes en días recientes.
Mediante comunicado, el presidente de la Conferencia Nacional de Municipios de México (CONAMM), Isidro López Villarreal, alcalde de Saltillo, Coahuila, y a la vista de los últimos acontecimientos, invitó a la reflexión y al trabajo conjunto entre los tres órdenes de gobierno, con la finalidad de fortalecer a los gobiernos Locales y sus alcaldes.
De acuerdo con el comunicado, López Villarreal refiere un lugar común: “Para nadie es desconocido que en los últimos 10 días se han desarrollado eventos en los que vale la pena tomar acción y velar por la salvaguarda de las autoridades municipales, en beneficio de sus habitantes, que es, a final de cuentas, a quienes nos debemos”.
Y pidió, mediante la CONAMM “y de una manera muy respetuosa al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, una reunión con integrantes de la Junta de Gobierno para buscar opciones de solución a esta crisis, entre las que puede estar el establecimiento de un protocolo de seguridad para Alcaldes”.
Aduce que los gobernantes locales de México, reafirman su “compromiso de seguir trabajando en la construcción de instituciones fuertes y de gobiernos eficaces; pero requerimos de las garantías mínimas, incluyendo las de seguridad, para un buen desempeño de nuestras funciones y atribuciones.
“Seguros estamos de que conjuntamente, y como ya lo hemos demostrado, tanto el Gobierno de la República, como la Conferencia Nacional de Municipios, encontraremos el punto de acuerdo que nos beneficie y nos fortalezca en nuestro estado de derecho”.
Elemental postura de un representante de presidentes municipales. Pero, a unos días de los asesinatos de los alcaldes de San Juan Chamula y de Pungarabato, vale preguntar ¿dónde está el secretario de Gobernación y los gobernadores?
Pero igual hay que preguntar a estas organizaciones de alcaldes qué han hecho para deslindarse de acusaciones que vinculan a varios de ellos con el crimen organizado, como ha ocurrido con este presidente municipal de Álvaro Obregón, Michoacán, Juan Carlos Arreygue, que mandó matar a diez personas, cuyos cuerpos fueron calcinados en una camioneta en la jurisdicción de Cuitzeo.
¿Dónde están los protocolos para proteger a los presidentes municipales? Otro frente desatendido, sin duda alguna, por la instancia responsable de la política y seguridad interior del país. ¿Otro más? Condenar y lamentar es como arrepentirse y, con ello, nada se soluciona. El daño está hecho. Conste.
MIÉRCOLES. El Presidente de vacaciones. El ajuste en el gabinete se prevé a su retorno. ¿Será? Hace falta un golpe de timón en el gabinete. Digo.
@msanchezlimon
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