Serenidad y Paciencia. Lo
ocurrido la tarde noche de ayer a la senadora Minerva Citlalli Hernández Mora,
integrante de la bancada de Morena, es una llamada de atención para frenar
estos apetitos de linchamiento social.
¿Por qué llamada de
atención?
Mire usted. Después de
conocido el atentado --lo fue por mínimo que haya sido el fin de causar daño a
la legisladora—una vertiente fundamentalista echó a andar en redes sociales una
cacería en busca de responsables pero entre quienes no comulgan con la actual administración
federal; vaya, se enfatizó el índice hacia el que piensa diferente.
Contrasta sobremanera con
la postura ecuánime del senador Ricardo Monreal, ese ánimo de los Torquemada
que en redes sociales acusaron a los “fifí” y conservadores --a quienes
consideran enemigos del régimen lopezobradorista-- de haber enviado la
bombra-libro a la senadora y que le estalló en las manos, por fortuna sin
consecuencias graves pero sí intimidantes.
Y es que, mientras el
presidente de la Junta de Coordinación Política procedió con serenidad frente a
un hecho que no por menor en consecuencias físicas deja de ser grave en el
mensaje que entraña, y pidió no adelantar juicios al respecto y esperar al
resultado de la investigación, en esas redes sociales de subrayada filiación
lopezobradorista enderezaron al índice para acusar a quienes consideran
enemigos, no contrincantes políticas.
Así de grave el clima de
linchamiento que prevalece entre la población que se siente dueña del poder y
de aquellos que llegaron al asalto de éste apenas la autoridad electoral dio el
fallo final de la contienda electoral en la que Andrés Manuel López Obrador se
alzó con el triunfo en las urnas.
Por ello, bien hará el
licenciado López Obrador en calmar los ánimos de sus simpatizantes so riesgo de
que lo ocurrido en el Senado escale a niveles que nadie, nadie en su sano
juicio desearía ni en el extremo cuando se rumia la pérdida del poder.
¿Cortina de humo para
apagar el fuego que linda en la llanura del sector salud? Mala estrategia, en
todo caso, quien así haya procedido oficiosamente para desviar la atención de
la sociedad que está severamente molesta por lo que ocurre con ese recorte
presupuestal que de pronto, casualmente, se calificó como un ahorro para luego
comenzar a ejercerlo como lo aprobó la Cámara de Diputados en el PEF 2019.
¿Cortina de humo para
desviar la atención de la situación económica que amaga con deteriorarse y que
en ese ánimo de la llamada austeridad republicana ya derivó en miles de
despidos y severas restricciones de gasto en las dependencias federales? Mal
paso, porque entonces no entendieron el mensaje que trajo la directora gerenta
del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde y que precisamente en el
pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, en buen castellano
dejó el mensaje de que México va bien. Ése es espaldarazo a la naciente
administración del licenciado López Obrador.
Entonces, ¿de parte de
quién? Insisto, desde que se conoció de este atentado contra la senadora
Hernández Mora en esa redes de innegable identidad morenista la maquinaria del
linchamiento encendió las antorchas e inyectó veneno en el alma de
simpatizantes de la 4T y del licenciado presidente, para acusar a los
contrincantes de haber enviado el artefacto casero para lesionar a la senadora.
Y conste que digo lesionar
porque la manufactura de ese artefacto no implicó una carga mayor de explosivo
del tamaño requerido para matar. ¿Entonces?
Anoche, en su mensaje en
plática más que conferencia de prensa, Ricardo Monreal, coordinador de la
bancada senatorial de Morena y presidente de la Jucopo, brindó todo el respaldo
de esa fracción pero igual de todas las bancadas integrantes de la Junta de
Coordinación Política a la senadora Hernández Mora, a quien calificó como “una
mujer integra, activa y muy participativa, que nunca ha tenido dificultades con
nadie”.
Bajo esa premisa la
pregunta elemental: ¿Había recibido amenazas la senadora? ¿Hay algun indicio de
que su trabajo político haya perjudicado a alguien?
Bueno, Monreal fue claro:
“No queremos causar ningún pánico, ni alarma excesiva. Fue una caja que
simulaba libros y que al destaparla estallaron algunos explosivos caseros sin
consecuencias. Por fortuna nada de consecuencias que lamentar”.
Por supuesto, todos los
senadores, en voz de Monreal, reprobaron y condenaron los hechos ocurridos en
el despacho de la senadora Minerva Citlalli Hernández Mora.
Pero, contra lo que en
esas huestes fundamentalistas se ha generado en la idea de que es una agresión
de la oposición a Morena, Monreal Ávila dijo que se mantendrán atentos a las
investigaciones asumidas por la Fiscalía General de la República, amén de que
se reforzarán las medidas de seguridad en el recinto legislativo.
Incluso refirió que
propondrá “una mayor restricción a la entrada y salida de personal, visitantes
y proveedores, además de profundizar en la vigilancia que realiza el personal
de Resguardo Parlamentario, a través de las cámaras de circuito cerrado”.
Bien por las medidas, pero
hoy el Senado está obligado, junto con la Cámara de Diputados y los otros dos
Poderes, a llamar a la cordura y desechar cualquier consideración radicalista
que abone en el clima de linchamiento.
¿De parte de quién el
atentado? De quien sea, hay que evitar mayor polarización y no encender la
chispa en la pradera con pasto seco de la polarización y el creciente
descontento que, quiérase que no, más allá de las encuestras se siente, se
escucha y percibe en la calle en la voz y actitud de los miles de burócratas
que han sido echados a la calle, de los trabajadores, técnicos y profesionistas
que andan en el desempleo porque obras públicas y privadas están paradas por
falta de liquidez.
“Hemos hecho una solicitud
respetuosa y enérgica a la Fiscalía General de la República para deslindar
responsabilidades. De inmediato fui atendido por el titular, Alejandro Gertz
Manero, y en este momento hay personal de la institución, a través de Servicios
Periciales, en el Senado de la República”, informó anoche Ricardo Monreal y su
mensaje es, disculpe usted la paráfrasis, como dijo Kalimán a Solín, de
serenidad y paciencia.
¿De parte de quién? De
quien haya sido, por la salud del país lo mejor es serenarse y no buscar
culpables para llevarlos a la hoguera en la Plaza Mayor. Digo.
POR CIERTO. Le comentaba
de esta visita de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario
Internacional (FMI) --justamente horas antes de que ocurriese ésta delicada
situación a la legisladora de Morena-- al Senado de la República. Y, sin
posturas oficiosas, puede calificarse de sumamente positiva. Porque nadie sabía
que llevaría en el portafolios ejecutivo la señora Lagarde.
Ricardo Monreal Ávila fue
el anfitrión de una de las mujeres más influyentes en las finanzas globales,
cuyo mensaje ante legisladores de todos los grupos políticos integrantes de la
Comisión Permanente del Congreso de la Unión, fue en términos de que “México
sobresale como país por tener una política fiscal prudente, solidez e
independencia, además de mantener la inflación a la baja. Reconoció que no se
le puede ganar a la pobreza si hay corrupción e informalidad”.
Fue, un espaldarazo que
seguramente no esperaban los senadores y mucho menos el presidente López
Obrador, quien debe recordarse declaró las exequias del periodo neoliberal que
está ligado al FMI; incluso las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto
fueron calificadas como producto de órdenes del FMI y la OCDE, pero ambos
organismos han previsto a México, un futuro sino halagüeño tampoco de
catástrofe.
Mire usted, Lagarde acotó:
“La pobreza y la desigualdad son grandes retos y vemos que la inclusión
financiera es un gran camino para enfrentarlos, al tiempo que se estimula el
crecimiento económico (…) Yo creo que hay muchas razones para ser optimistas en
los resultados de los programas del presidente López Obrador para el
crecimiento económico, para combatir la pobreza y para extender la inclusión
financiera, aunque no todo mundo esté contento con su programa en general”.
Conste.
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