Como decía mi abuelo “Si es
que hay gente para todo”… incluso para esculpir acantilados. Este es el caso de
Adolphe-Julien Fouéré, más conocido en la zona francesa de Rothéneuf como “El
ermitaño” o “el Ex rector”, y ésta es su peculiar historia.
Adolphe-Julien Fouéré nació
en Saint Thal (Francia) en el año 1839. De su juventud no hay nada que sea de
destacar. En 1863, con veinticuatro años, fue ordenado sacerdote y asignado a Rothéneuf, situado entre
Mont-Saint-Michel y el estuario de Rance, en la Bretaña francesa.
En 1870 sufrió un accidente
cerebral que le dejó sordo y mudo, y por tanto incapaz de seguir ejerciendo su
ministerio sacerdotal. Aceptando lo que consideró un designio divino se retiró
como ermitaño a la Costa Esmeralda, a unos cinco kilómetros de la localidad de
Saint-Malo.
Gran aficionado a la
historia, se empapó durante años de la historia local, en la que abundaban los
mitos relacionados con piratas, contrabandistas y nobles sanguinarios, muchos
de ellos relacionados directamente con la familia Rothéneuf, conocida en toda la
región desde final del siglo XVI y que incluso le ha dado nombre a la zona. El
clan Rothéneuf fue conocido mucho más allá de la Bretaña por sus hazañas y
fechorías. Contrabandistas, ladrones y
traficantes sin escrúpulos que durante muchísimas décadas fueron dueños y
señores de toda la cosa entre Mont-Saint-Michel y Saint-Malo, hasta que fueron
exterminados por las tropas revolucionarias. Incluso existe una leyenda que
cuenta que el jefe del clan murió luchando contra un monstruo surgido de las
olas.