Los besos son una forma
cultural del cariño, del afecto y del deseo. Besamos por las razones más
extrañas –para hacerle saber al otro que lo queremos, que queremos tener sexo,
o simplemente porque es divertido. Pero el acto de besar puede encerrar algunas
claves de nuestra evolución como especie a través del cuidado que nuestras
madres nos dan cuando nacemos, además de proveer información valiosa sobre
nuestro estado de salud y nuestra aptitud para el apareamiento.
Los besos se sienten bien.
Un buen beso quema entre 2 y 3 calorías por minuto, descargando epinefrina y
noreprinefina haciendo que tu corazón lata más rápido, además de estar
relacionado con la disminución del llamado “colesterol malo” y con una
disminución de la percepción del estrés. Pero el beso no es solamente lo que
ocurre durante el beso, sino también lo que el beso produce y comunica a pesar
de nosotros mismos.
Los psicólogos
evolucionistas han llegado a la conclusión de que lo que hoy conocemos como
“beso” fue en algún momento una forma de alimentación, que consiste en masticar
la comida y pasarla a otra boca, de los hijos, por ejemplo —muy parecida a la
que vemos en los pájaros y algunos primates aún hoy en día. Algunos primates
a.k.a. Alicia Silverstone:
Pero esta forma de
alimentación no era extraña hace no mucho tiempo: antes de los alimentos
procesados para bebés y las licuadoras, las madres podían ahorrar tiempo y
alimentar de boca a boca a sus hijos, transmitiendo además una dosis extra de
zinc, hierro y carbohidratos a través de la saliva.
Además, la saliva del adulto
puede transferir generadores de anticuerpos, sumado a que la comida predigerida
puede ser absorbida más fácilmente por los bebés. Los rostros, además, son el
primer contacto que tienen los seres humanos con el mundo, pues durante los
primeros meses no pueden enfocar a una distancia mayor de 25 cm., más o menos
la distancia entre el rostro del infante y el de su madre durante la lactancia.
La saliva además es una
especie de huella digital: transfiere información a la otra persona sobre tu
estado de salud, y los receptores de mucosa en nuestras bocas son sensibles a
hormonas, como la testosterona. De hecho, un buen beso podría ser indicador del
tipo de pareja potencial que el otro podría ser para ti –todo a nivel hormonal,
recordemos.
Pero no todas las culturas
utilizan el beso como “muestra gratis” o atisbo de una pareja potencial.
Algunas investigaciones creen que los besos pudieron haber sido favorecidos
evolutivamente con recompensas para nuestro cuerpo como mecanismo para lidiar
con la incertidumbre y la elección. Por decirlo así, la naturaleza nos fuerza a
probar y descartar, de modo que encontremos una pareja apta para el
apareamiento.
Y si todas estas
explicaciones no bastaran, la más simple sigue siendo la más convincente: besar
se siente bien.