Durante ocho décadas el
PRI se ha mantenido como instituto político hegemónico en el municipio de
Chilpancingo. El PRD, su principal opositor ha estado cerca de ganar la
Alcaldía, sobre todo, en la elección pasada con su candidato Antonio Gaspar Beltrán.
Si bien es cierto ganó el
PRI con Marco Antonio Leyva (MAL),
pero no porque haya sido un buen candidato, sino porque Héctor Astudillo Flores, abanderado a la gubernatura, hizo una
excelente campaña, de la que se colgaron
MAL y los candidatos en los distritos locales 01 y 02, Víctor Manuel Martínez Toledo y Maluisa Vargas Mejía, respectivamente… y Beatriz Vélez Núñez, del distrito 07 federal.
Si la elección hubiese
sido solamente de Ayuntamiento y diputaciones, el escenario fuera otro. Marco
Antonio Leyva, también motejado como “Alcalde Chambitas”, estaría en la fría
banca y Chilpancingo sería mejor.
Los chilpancinguenses
votaron realmente por Astudillo, quien en tres ocasiones fue presidente
municipal de la capital del estado, diputado local y senador de la República. Y
lo hicieron porque la abanderada del PRD a la gubernatura, Beatriz Mojica Morga, no era de la región Centro, sino de la Costa
Chica.
Luego entonces, El
Chambitas debería estar agradecido con Astudillo. Lamentablemente no es
así. El alcalde de marras es soberbio e ingrato. Con todos se pelea (hasta con
su sombra).
Los que lo ungieron como
candidato a la Alcaldía cometieron un error. No vieron más allá de sus narices.
No se dieron cuenta que estaban impulsando a un candidato sin estructura ni
arraigo con los sectores sociales; un candidato que no pudo organizarle un
evento masivo a Héctor Astudillo. Ni siquiera en San Mateo –barrio en donde
tiene su domicilio– juntó gente para un mitin.
Ya instalado como alcalde
en el Palacio Municipal, MAL se exhibió tal como es: un arrogante y enemigo de la ciudadanía. Salió peor que su predecesor Mario Moreno Arcos.
Ha
transcurrido un año de su insensible gobierno; un año en que
trabajadores del Ayuntamiento y de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado
de Chilpancingo (Capach) le han tomado
varias veces el Palacio Municipal; un año en que la Confederación Patronal de
la República Mexicana (Coparmex) y la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) lo
han cuestionado por su ineficiencia para brindar seguridad al sector
productivo, y un año en que la ciudadanía le ha exigido obras y resolver el
problema de la basura.
La inconformidad ha
llegado hasta el PRI. Ya no saben qué hacer con él, si renunciarlo o no.
Tal parece que su Maestría
en Ciencia Política por la UNAM y Diplomado en Análisis Político por la
Universidad Iberoamericana los pasó de noche, pues no los pone en práctica.
No es un político de
diálogo ni conoce la diplomacia. Le quedó grande la presidencia municipal de
Chilpancingo y solamente se ha dedicado a beneficiar a sus familiares, entre
ellos a su padre, el doctor Ronaldo
Leyva Adame, quien ha sido señalado por trabajadores del Ayuntamiento de tomar
decisiones en la Secretaría de Salud municipal y ostentarse como su asesor en
la Alcaldía. ¡Zas!
En las últimas semanas se
ha confrontado con los alcaldes perredistas Hossein Nabor Guillén, de Tixtla, y Pablo Higuera Fuentes, de Eduardo Neri (Zumpango), por la ubicación
del relleno sanitario intermunicipal, ya que con total arrogancia pretendía (o
sigue pretendiendo) operarlo en Matlalapa, municipio de Tixtla.
Creyó que iba a ser fácil.
Nunca se imaginó que los tixtlecos se iban a oponer. Y el tiempo le ganó.
Ahora, Chilpancingo ya no tiene un basurero, porque así lo dictaminó un juez
federal, pues el que estaba operando en la colonia La Cinca cumplió su ciclo.
Desafortunadamente,
Chilpancingo es un chiquero. Los que visitan la capital del estado de Guerrero
se van decepcionados al ver tanta basura por todos lados.
Asimismo, la inseguridad
es algo que preocupa a los chilpancinguenses, ya que diariamente se cometen levantones, balaceras y ejecuciones;
evidenciando de esa manera a la autoridad municipal como incapaz para prevenir
el delito.
Los
dirigentes del PRI están conscientes que la elección de 2018 será muy
complicada, pues la popularidad del presidente Enrique Peña Nieto está por los suelos,
por lo que corren el riesgo de salir de Los
Pinos. Es más, no tienen gallo
fuerte para enfrentar al PAN y Andrés Manuel López Obrador.
Y
en Guerrero, no todos los alcaldes priistas están respondiendo a las
expectativas ciudadanas. Marco Antonio Leyva, es el ejemplo más claro.
Se entiende que el
gobernador Héctor Astudillo se esfuerza diariamente por hacer un buen gobierno,
pero si los alcaldes de su partido no ponen de su parte, el PRD puede resurgir
y recuperar algunos municipios que perdieron en la elección pasada, así como
ganar donde nunca han gobernado, como es el caso de Chilpancingo.
No olvidemos que en las
dos últimas elecciones presidenciales al PRI le ha ido mal en Guerrero. Han
perdido senadurías y la mayoría de los distritos electorales federales, así
como Ayuntamientos y distritos locales.
Para el PRD sería un
privilegio ganar Chilpancingo, municipio que nunca ha gobernado. Desde luego
que aprovechará la inconformidad social que prevalece contra el PRI y Marco
Antonio Leyva.
Y en este momento el más
posicionado para hacer realidad la alternancia en la capital del estado, es el
ex diputado Antonio Gaspar Beltrán.
Al tiempo.
ENTRE
OTRAS COSAS… Al que se le fueron a la yugular este fin
de semana fue al fiscal Xavier Olea
Peláez.
Sus críticos fueron el
arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias
Merlos y el chilpancinguense Luis
Castillo García. El primero lo llamó a “ver con objetividad” lo que ocurre
en el estado de Guerrero en cuanto a los hechos delictivos. Esto lo señaló
luego de que el pasado viernes el funcionario calificara de “exagerados” los
señalamientos de empresarios de Zihuatanejo por el cierre de negocios a causa
de la violencia.
Luis Castillo, por otra
parte, acusó a Xavier Olea de encubrir a un grupo del crimen organizado que
opera en Chilpancingo, por lo que exigió su renuncia al cargo. ¡Zas!
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