AGUSTÍN LÓPEZ FLORES |
En cada localidad del
México perdido y malamente anunciado como democrático dixit, se llega al
autocrático, existen diseminados grupos de hacedores de cultura. Así como
también, reagrupados, grupos de artesanos, artistas del bello canto,
actividades artísticas, poetas y bardos populares, copleros y hombres de letras
chicas y grandes, músicos y demás artistas de las artes plásticas.
Y, ello,
debe entenderse como un riguroso plan de lograr reinventar lo que se llama
cultura de los pueblos.
Debemos entender que la
cultura, es un conjunto de conocimientos,
formas, expresiones e ideas no especializado adquiridos gracias al desarrollo
de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo.
Como también un ligado de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que
caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época, etc.
Atoyac de Álvarez, no es
ajeno a ello, ha sido nido de cultureros y cultivadores: Como así ha sido, esta
tierra cafetalera, cocotera, maicera y platanera, fuente de inspiración y cuna
de poetas, artistas orfebres de escritores y de músicos. Sin olvidar, con el
debido respeto a quien olvide, a Tadeo Arredondo, Manuel Salvador Leyva
Martínez, Humberto Ibarra, Zoila Ríos, Kopani Rojas (Guerrero), Jesús Bartolo,
Julio César Ocaña Martínez, Enrique Galeana Laurel, Teodora San Juan, los Hermanos Hernández Meza, Georgina Salas,
Rosario Sotelo, Los Hermanos Rea Salgado, Víctor Cardona Galindo, Rubén Ríos Radilla, Angélica
Sotelo, Felipe Fierro Santiago, Celsa Robles entre otros que si no escapan a mi
memoria, están vigentes en el alma de los atoyaquenses.
Ellos y ellas han sido baluartes
del arte y la cultura. Méritos alcanzados entre sus laboriosos trabajos de artesanías;
sus distinguidas y armoniosas partituras musicales; sus localistas y regionales
paisajes en sus delineaciones pictóricas; el trabajo laborioso y cojinudo del
tallado de madera y de abalorios. Y, la gran literatura en sus géneros y
estilos.
Pero para que la cultura
llegue a los más, a los sin voz; pero con necesidades de armonizar su cuerpo y
alma para abrevar en esas raíces y ramas de la cultura están los promotores y
hacedores de cultura. Ellos, son la parte esencial de que un pueblo goce y
disfrute toda esa sinfonía de artes. Ellos, los que cuentan con la capacidad
actoral y manejo de escenarios; pero, que además, tienen y cuentan con las
relaciones necesarias para que con menos recursos económicos y materiales, promuevan
y lleven la cultura a todos los escenarios naturales y plataformas propias.
Esos cuentan muchos en todo y para todo. Pues además logran concretar un equipo
de trabajo afín a la idea de armonizar arte y ciencia cultural.
Allí, quiero destacar a un
personaje; a un gran maestro académico y con don de gente de buenos hábitos,
buenas costumbres y de fe, Agustín López Flores.
Conozco artistas de la
plástica, de la artesanía, de la música, de la literatura que no saben, no
entienden cómo promover, exhibir, vender y comercializar sus propias creaciones.
Es allí, donde la maléfica
percepción de la cultura se pierde en el oscurantismo de la ambición, la
arrogancia torpe, la codicia y la falsa sensación del decir y hacer cultura,
hay mucho trecho. Es decir, no hay conocimiento. Es cuanto. . . por el momento.