La muerte del comandante
Fidel Castro derivó en una especie de debate entre algunos periodistas de mi
generación en México. Algunos, los menos, postearon en redes sociales “Murió el
dictador” o frases parecidas. Otros como mi amigo y ahora Encargado de Prensa
en la Embajada de México en Colombia, Ciro Pérez Silva, refrescó la memoria a
varios que hoy festinaban los funerales del comandante de la forma en que
siempre buscaron una entrevista o por lo menos una fotografía con el líder de
la Revolución Cubana.
Como reportero tuve la
suerte de cubrir varias reuniones Interparlamentarias México-Cuba, la primer
Visita del Papa Juan Pablo II a la isla, un curso de periodismo en Granma y
Prensa Latina. Con ello me tocó ver a lo largo de más de 15 años el proceso de
apertura y los cambios que se dieron en materia económica, social y política.
Creo que como todo líder
de un movimiento revolucionario como el que encabezó Fidel Castro a lo largo de
varias décadas tuvo aciertos, triunfos, políticas envidiables en materia de
educación, medicina y justicia social. También hubo excesos, gente afectada con
el régimen, un fuerte éxodo de balseros, posturas totalitarias que mantuvieron
en la cárcel por años a opositores y artistas.
El periodista colombiano Plinio
Apuleyo Mendoza su libro “Gabo: Cartas y
Recuerdos” expone parte del poder de persuasión que tenía el Nobel de
Literatura sobre Fidel Castro, sobre todo cuando se trataba de convencerlo para
indultar o dejar salir de la cárcel a un escritor, artista o disidente cubano. Expone
en su obra parte esa otra cara no tan conocida no sólo del Gabo, sino también
del entonces Presidente de Cuba.
Cuba, para muchos de mi
generación, era y tal vez sigue siendo la utopía de una sociedad más justa, la
lucha entre socialismo y el capitalismo. Aún con todos los defectos y excesos
que se puedan tener. En La Habana o Santa Clara o cualquier otra ciudad no
encuentras la pobreza lacerante y por millones que se vive en México, en
Venezuela, en Nicaragua, en El Salvador o en casi cualquier otra nación
latinoamericana.
El modelo educativo es
ejemplo para el mundo. Nada que ver con la “Enciclomedia” del ex presidente
mexicano, Vicente Fox, que dilapidó 25 mil millones de pesos en programa fallido,
corrupto. Fox sólo pasará a la historia por su servilismo a Estados Unidos con
aquella desafortunada frase a Fidel Castro en 2012: “comes y te vas”.
¡Murió el Dictador!,
gritan y titulan en sus columnas algunos obsequiosos y siempre flexibles al
poder articulistas mexicanos. En Cuba hubo una Revolución como en su momento
ocurrió en México. Hubo muertos, afectados, presos, bienes decomisados, un
éxodo de quienes optaron por Miami antes que cortar caña en la isla.
Y yo me pregunto. En Cuba
se han dado matanzas de estudiantes como la de México en 1968 o el llamado
“Halconazo” en 1971. En la isla tuvieron un Acteal donde grupos paramilitares
asesinaron indígenas o más recientemente casos como Ayotinapa dónde aún el
Estado mexicano no logra saber qué ocurrió con 43 estudiantes normalistas desaparecidos
o los casos de Tanhuato con ejecuciones arbitrarias por parte de policías
federales que fueron documentadas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
O en Cuba hay gobernadores
como Graco Ramírez, de Morelos, que oculta fosas clandestinas donde criminales
desaparecieron un centenar de personas. Tampoco el régimen de Fidel Castro
permitió el secuestro de extranjeros, en este caso de migrantes, como ocurrió
en el sexenio de Felipe Calderón y su
“Guerra contra el Narco” que tuvo como saldos más de 130 mil muertos, un éxodo
de más de 200 mil personas y al menos 30 mil desaparecidos.
Fidel Castro es y será un
personaje que pasará a la historia por haber mantenido la soberanía de la isla
aún con un bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados
Unidos por más de 50 años. Hubo penurias
y sacrificio, claro. Pero no los niveles de corrupción, impunidad, crímenes,
narcotráfico y pobreza que hemos tenido en México en las últimas décadas con
nuestros políticos y gobernantes emanados de nuestra democracia o tal vez
dictadura perfecta.