Héctor
Astudillo Flores, mandatario de Guerrero, operó personalmente el encuentro con
el Obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa Salvador Rangel y el Arzobispo de Acapulco, Leopoldo
González. Más que oportuna la entrevista de ayer entre el gobernador con los
jerarcas de la Iglesia Católica en esta entidad.
El
objetivo: Restablecer relaciones con la Iglesia tras el homicidio de dos
sacerdotes ocurrido en el municipio de Taxco (5, febrero, 2018) a manos de la
delincuencia. El 90 por ciento de la población nacional y estatal son católicos
y les duelen esos hechos.
La
fugaz crisis política entre la Iglesia Católica y el gobierno es producto de la
espiral de la violencia que abate al país.
Guerrero,
no escapa al flagelo de la inseguridad, pero ahora golpeó donde a la población
le duele: Contra sus representantes, los dos sacerdotes victimados.
Germaìn
Muñiz García e Iván Añorve Jaimes, fueron los sacerdotes victimados en un lugar
y a una hora donde jamàs debieron estar. Los curas NO pertenecían a la
delincuencia organizada. Esto ya fue corroborado por las autoridades.
Muy
lamentable y condenable -por amplios sectores de la ciudadanía- el doble
homicidio de los dos jóvenes sacerdotes; pero también criticable que éstos
hayan participado en una fiesta a altas horas de la noche y madrugada cuando
las bandas delincuenciales operan en la penumbra.
El
encuentro entre el gobernador Astudillo con los jefes de la Iglesia Católica
–Salvador Rangel y Leopoldo González- tiene gran importancia y es calificado
como altamente positivo para la gobernabilidad en Guerrero.
Sirve
–la reunión Astudillo y jefes de la Iglesia Católica- para apagar focos rojos como
es el municipio de Chilapa donde han ocurrido aberrantes y dolosos asesinatos
no solo entre miembros de cárteles sino que existen daños colaterales
irreparables entre la población civil.
Sin
embargo, otro segmento de la población reprueba la actitud del prelado Rangel,
cuando él mismo acepta haber tenido contacto con miembros de la delincuencia bajo
el argumento de que “eso sirve para pacificar”.
Se
espera que el polémico Obispo Rangel, rectifique su conducta, sea mesurado en
declaraciones a la prensa y recomiende a
sus discípulos -sacerdotes- evitar asistir a jolgorios públicos como el
ocurrido en Juliantla donde desafortunadamente estuvieron los dos clérigos
victimados.
De
cualquier manera -se insiste- la reunión entre el mandatario Astudillo con el
Obispo Rangel y el Arzobispo de Acapulco González sirve para romper la tensión
entre la Iglesia y Estado.
No
fue un “Diálogo en el Infierno”, sino una charla entre seres terrenales que
dirigen dos poderes, uno el Ejecutivo estatal, y los dos de la Iglesia
Católica.
El
encuentro se realizó en casa Guerrero, y
tras de ello el gobernador Astudillo a través de su cuenta de Twitter, admitió:
“Abordamos
diferentes temas de interés para la sociedad y de la propia Iglesia. Acordamos
dar puntual seguimiento al caso de los sacerdotes que lamentablemente perdieron
la vida en Taxco”… Punto.