La relación prensa-gobierno suele ser confundida lo mismo con acuerdos soterrados o amistades infames en algunos casos y, en otros, de abierta camaradería que, igual, las buenas conciencias califican sociedad impune y hasta complicidad, compadrazgos y pactos de sangre.
También se refiere que entre periodistas y políticos no hay amistad, sólo intereses: de aquí para allá y de allá para acá; aunque hay excepciones, indudablemente. No es una tabla rasa, pero entre las nuevas generaciones de periodistas hay quienes acusan subrayado credo que los lleva a santiguarse cuando aventuran que relacionarse con un político los puede contaminar.
Y no es nuevo aquel calificativo de chayotero utilizado por esas buenas conciencias para descalificar al vecino de enfrente porque se codea con políticos y su prosa no toca a ciertos personajes ni con una línea en internet; en años recientes la referencia era no tocar ni con una cuartilla, una hoja de papel revolución.
Cada quien su acuerdo, cada quien sus relaciones. Así es esta relación de reporteros con los políticos, pocos de la infantería los más de las que se consideran de ligas mayores.
Pero, ¿sabrán estos oficiosos filibusteros del periodismo que igual es chayo el apoyo que reciben para mantener sus espacios en las redes sociales y atacar a los que no comulgan con los nuevos inquilinos del poder político?
El vaso medio vacío de la obtusa óptica de asumirse puros por estar, ahora, cerca del poder que los pondera y palmea en la espalda, mas no atinan que son utilizados. Kleenex de la cibernética que se usan y desechan en el cesto de la basura, de lo inservible.
Sabrán estos colegas y sedicentes periodistas de novísimo cuño, algunos, y de larga carrera en la venta de la pluma a los que mi respetado amigo Francisco Rodríguez llama textoservidores, cuál es el origen del chayo, embute o compensación que todavía en la pasada administración se suministraba en algunas oficinas de prensa.
No saben y lo usan peyorativamente. ¡Chayotero!, gritan a los reporteros estos Youtubers, entre quienes hay, éstos sí, corruptos y corruptas que en la pasada administración ofrecían sus servicios de a cuanto la plana.
Quizá confundan a esta aportación con esos pagos que el licenciado Andrés Manuel López Obrador ha “denunciado” que se entregaban a un grupo de columnistas.
Aunque dice que no dará a conocer la lista que tiene de estos colegas y algunos que sin duda son mercenarios o filibusteros que se prestaron desde Los Pinos a servir en campañas de halago o desprestigio contra los enemigos del entonces presidente Enrique Peña Nieto. ¡Ah!, pero ya sembró la duda respecto de quiénes son esos periodistas. La máxima: difama que algo queda.
Así, el riesgo, entre colegas, es que sumarse a una denuncia para exhibir a otros pares y unos definitivamente no tanto, entraña esa enorme lección de escupir al cielo y terminar bañado en la saliva propia de la descalificación.
Pero, el punto es que el licenciado López Obrador asume que denunciar a periodistas fifís no es malo, que es elemental porque es su derecho de réplica. Sí, pero él tiene una enorme tribuna en cadena nacional y, desde ése púlpito arenga a la jauría a perseguir y despedazar a los críticos, a quienes, me sumo, cuestionamos pero no injuriamos ni difamamos.
Porque la crítica debe llevar sustento como el análisis. ¿Le molesta al señorpresidente que se le demuestre que su plan de vuelo no encaja con Santa Lucía? ¿Le ofende que se denuncie que sus consultas son a modo?
Quizá no todo esté mal en esta naciente administración, es posible que haya planes sustentados en la buena voluntad y mejores proyectos. Y cuando en mi caso encuentre algo positivo y que sea encomiable y despojado del voluntarismo y la decisión del César que es hoy el sello de la casa, sin duda lo reconoceré y publicaré y comentaré en mis espacios. Hasta el momento sólo he escuchado demagogia.
Mi amigo y colega poblano Serafín Vázquez considera que mis críticas contra Andrés Manuel López Obrador de pronto parecen algo personal. Es posible, porque el emisor de ese discurso populista y de descalificación hacia quienes piensan diferente a él, es el licenciadopresidente.
¿Quién ha escuchado a algún miembro del gabinete y de la mayoría de Morena en el Congreso de la Unión que contradiga al licenciado López Obrador. Al contrario: dueño del poder, en el exceso de esa posición descalifica a sus colaboradores, los exhibe incompetentes cuanto más equivocados en sus informes porque él tiene otros datos.
Por eso, porque soy crítico y me instalo en el lado de los contrapesos que debe tener el Presidente de la República, porque no es omnipotente y nadie le escrituró al país el 1 de diciembre del año pasado cuando juró cumplir y hacer cumplir a la Constitución General de la República, a la misma que ha pretendido desconocer con documentos de bajo valor legal, por no decir ilegales.
Por eso, sin duda por eso, es que he sido sujeto de persecución de la jauría que anda suelta en busca de los críticos del señorpresidente.
Durante una semana esta jauría atacó mi espacio www.entresemana.mx aunque entiendo que el asunto es personal. Atacaron al diario digital hasta que lo tiraron. Por supuesto que no me atrevería a culpar al licenciado López Obrador de haber dado instrucciones personales para perseguirme; tampoco tengo evidencias de que la orden haya salido de una oficina del gobierno federal.
Pero hay un equipo de expertos en estos menesteres de la cibernética que hace el trabajo sucio y oficioso, ¡qué caray!
Disculpe usted el exceso de utilizar este espacio para hablar en primera persona, pero si no me defiendo y denuncio el acoso que implica amenaza, incurriría en la cobardía y el temor que no caben en un reportero como me precio de ser; en otros momentos, otros tiempos de mi carrera he sido amenazado, incluso, de muerte, pero no me he victimizado porque la máxima refiere que cuando te quieren meter un plomazo no te avisan.
Gracias, a quienes han enviado su apoyo y solidaridad frente a esta embestida desde el poder. ¿Respeto a la libertad de expresión? ¿Quién sigue? Digo.
@msanchezlimon