La cercanía con el
Presidente es la fuente de discordia entre algunos de los colaboradores de
López Obrador
Son tan sólo cuatro meses
y pico los que han transcurrido del nuevo gobierno. ¡Cuatro meses! —Retengamos
bien el lapso—,porque pareciera que el periodo transcurrido de la Presidencia
de Andrés Manuel López Obrador es muchísimo más largo.
Pero por increíble que
parezca, en sólo 131 días, los pleitos palaciegos alcanzan intensidades dignas
de las temporadas de las candidaturas presidenciales.
A tal grado que el propio
Presidente de la República ha tenido que salir al paso desde su máxima tribuna
—las mañaneras— para desmentir y calificar de fantasías dos hechos comentados
últimamente en las columnas políticas
—El que su canciller
Marcelo Ebrard le hubiera presentado la renuncia días atrás.
—Y que el fiscal general,
Alejandro Gertz Manero, se encontrara tan mal de salud que estaba por dejar su
cargo.
Así que López Obrador
mandó (a quien correspondiera) a “tomar té de tila o un poco de Passiflorine.
“Andan muy nerviosos…”,
agregó con sorna.
El punto es que quienes
andan inquietos no son únicamente aquellos a los que AMLO llama sus
adversarios, sino varios de los integrantes de su equipo. Es ahí donde las
patadas voladoras están a la orden del día.
(De ahí provino la versión
de que Olga Sánchez Cordero ni siquiera tomaría posesión. Y ya no digamos la
cantidad de veces que la tiraron en las primeras semanas al frente de la
Segob).
Y hoy en día, hay miembros
de la familia de la 4T –de primera, segunda y hasta tercera línea en el
gabinete y dependencias u organismos importantes–, que no están contentos con
las posiciones que les tocaron –aspiraban a más–, o que de plano no se sienten
cómo-dos en las labores que están realizando (algunos incluso están buscando
una embajada o algún cargo fuera del país).
Otros están peleando “por
la cercanía” y la “influencia” con y hacia Andrés Manuel. Entre ellos están
quienes se sintieron tan cerca y tan protegidos por López Obrador —o sus allegados—
durante su camino hacia la Presidencia, que han terminado confrontándose con
sus superiores jerárquicos.
El enfrentamiento entre
Fernando Coca, ex director de Canal 14 y Jenaro Villamil, titular del Sistema
Público de Radiodifusión, es claro ejemplo de lo anterior. Según refirió el
propio Villamil —y nos mostró los documentos del caso—, el problema entre ambos
fue que Coca “no se institucionalizó” y pretendió crear “un aparato paralelo”.
Y como éste, hay otros casos.
Subsecretarios que se comportan como si fueran titulares, e incluso exhiben a
sus superiores (en Salud se da uno de los casos más escandalosos).
GEMAS: Obsequio de Edward
Snowden, ex consultor de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense,
refugiado en Moscú: “Las imágenes del embajador de Ecuador invitando a la
policía secreta a ingresar en la embajada para arrastrar afuera a un editor
—que guste o no— de material periodístico, terminará en los libros de historia.
Los críticos de Assange pueden celebrar, pero es un día sombrío para la
libertad de prensa”.