“Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar”
-Bertrand Russell-
No hay que involucrar
resiliencia con resistencia. No confundir resiliencia con tenacidad. Puesto que
es razón diaria observar al político resistente, es el que se aposta en el
inmovilismo en tanto que el resiliente lo hace en la evolución.
¿Buscar el perdón o redimir
o salvar almas traicioneras?
La resiliencia en la política
se tiene que entender como la capacidad de concebir por qué y para qué se está
y se ejerce política. Puesto que la política es el arte para regular
conflictos. No esperar que los conflictos aparezcan para hacerlos resilientes.
No es así.
¿Cuántos niños han muerto
por falta de medicamentos oncológicos, por la inoperancia, falta de humanidad y
corrupción de la 4T? ¡Cientos o miles! ¡Y ser resiliente decir que estas
muertes de infantes sucedieron porque López Obrador, era (es) un inepto! ¡Por
Dios!
La resiliencia de muchos
“políticos”, fue cambiarse, mutarse de organismo político; pero además azuzar a
más de sus compañeros a adoptar la misma actitud camaleónica. Allí se pierde la
resiliencia política para convertirse en conveniencia, porque esa es su
realidad y su voluntad lo lleva a esa posición de comodidad. Que quede claro, una
persona resiliente no se desgasta de manera diaria a través de la rumiación
cerebral y lamentaciones constantes. Eso es inmoralidad.
La resiliencia en la
política no te hace un político maduro, hasta en tanto no hagas los esfuerzos
de una retrospección de y por ti mismo e iniciar nuevos procesos de reconvenirse
como un verdadero político con espiritualidad fuerte y tolerante.
Tampoco se procura dar a
pensar que el desarrollo de la resiliencia es la sanación de todas las
indisposiciones, pero sí es un recurso o herramienta que bien puede coadyuvar.
Un curso de resiliencia te instruye; pero, un taller de esta te enseña, te
fortalece.
Sin embargo, cada político
es distinto en su formación académica, su genética, su cultura, su antropología
social vivencial, en su economía, en su educación y en su propia resiliencia.
A excepción de algunos
trágicos políticos insuficientes resilientes, ante la merma de poder, el ataque
negativo o el desengaño no despliegan esta resiliencia, sino que se ofuscan, se
bloquean e imitan los mismos errores que los llevaron a la decepción. La
confianza cero es un medio para aclarar y simplificar la política, que puede
pasar al siguiente punto: construir una cultura sin culpa. Toda vez que la
resiliencia se conceptúa como resistencia al estrés. Por otro lado, se puede
afirmar que debido a la resiliencia las personas pueden hacer frente a contextos
de riesgo forjadas por la fragilidad social.
Resiliencia no es
alternancia, no es conveniencia, no es comodidad, ni ventaja, es la capacidad
de una persona para adecuarse, superar la adversidad y continuar su régimen,
meta, vida o plan. Respetar las reglas y las leyes.
Si la finalidad es que a
través de una resiliencia ficticia de la política pretenden reunir
(resentidos), reconcentrar (a quienes engañaron), aglutinar (ingratos), recoger
(traidores) y volverlos al origen partidista, esto resulta peor; porque no hay
resiliencia hay intereses por demás oscuros y viciados. Esos políticos que
hacen caso omiso de un semáforo en rojo, colarse como bandido en el transporte
público, robarse el dinero del presupuesto, no realizar el trabajo para el que
fueron elegidos, o negarse a usar el tapabocas o no saludar a los buenos días,
tardes o noche. Estos no son resilientes. Son ladrones.
Vuelven a hacer lo mismo. La
anomía, es un estado de desorganización social o aislamiento del individuo como
consecuencia de la falta o la incongruencia de las normas sociales. (internet).
Jesucristo no fue a la
universidad, no escribió un libro, no tomó posición política, no tuvo
propiedades, nunca tuvo su propia familia, pero ha cambiado la historia humana
más que cualquier persona o imperio conocido en el mundo.
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