Intrincado el panorama para los candidatos a
las presidencias municipales, diputaciones locales y federales, además del
senado en la Costa Grande, en Guerrero; y digo confuso, oscuro y lioso, pues
estos, algunos si tienen el respaldo de sus organismos políticos; otros, son
candidatos sin partidos; pero los más, están en suspense.
Postulantes muchos que si bien fueron
definidos bajo estrategias anómalas de la encuesta; otros, deambulan de un organismo
a otra oficina tratando de ser aprobados bajo las siglas de cualquier partido.
Y, eso, no tan solo es un mal presagio, sino nos muestra que la podredumbre de
los comités partidarios, es tal, que no hay responsabilidad, ni directriz;
menos, muestras de ejercer de manera somera un barniz de democracia.
Pero además, lejos de motivar al
ciudadano en la costa suriana, para ejercer su derecho al voto provocan un
hartazgo en el electorado de consecuencias nefastas para el normal
funcionamiento de nuestra democracia. Grandes tasas de deserción a la hora de
acudir a las urnas y un rechazo cada vez mayor hacia quienes dicen representarnos.
No existen dirigentes que consigan, al menos, que nos ilusionen o nos
acerquen un poco más a ellos a la hora de explicarnos por qué toman hoy unas
decisiones cuando ayer nos habían prometido otra acciones para una mejor
calidad de vida.
Nos interesa más saber, por ejemplo, por qué aquellos que provocaron la crisis económica y financiera. La clase política parece no entender que queremos que asuman la responsabilidad de sus victorias y el significado de sus derrotas, que ejerzan con sentido de Estado el papel que les ha tocado desempeñar o acepten que, cuando la mayoría ciudadana no acude a votar, es porque está harta de que se comporten como personas más preocupadas por llegar al poder y someterse al dictado de los mercados que por representar a quienes les han dado una confianza que no tardan mucho en defraudar.
Nos interesa más saber, por ejemplo, por qué aquellos que provocaron la crisis económica y financiera. La clase política parece no entender que queremos que asuman la responsabilidad de sus victorias y el significado de sus derrotas, que ejerzan con sentido de Estado el papel que les ha tocado desempeñar o acepten que, cuando la mayoría ciudadana no acude a votar, es porque está harta de que se comporten como personas más preocupadas por llegar al poder y someterse al dictado de los mercados que por representar a quienes les han dado una confianza que no tardan mucho en defraudar.
Los pretendientes recorren sin dar una
muestra sana y cívica de su campaña, sin el recurso económico que se requiere
en toda esta parafernalia desde los tiempos de gobierno de Don Alejandro
Cervantes Delgado. Y ello, es vergonzoso en este trayecto, donde las costumbres
se hacen mañas; y, éstas parámetros para saber hacia donde va el sufragio. Hoy
jefes de prensa -sin ser periodistas- se disputan lo escaso para los
reporteros, ellos mismos se trincan el recurso, dejando al tundetecla con un
palmo.
Y, allí no se deja sin mencionar el
discurso “rollero” y gandalla de muchos que pregonan sus desventuras existenciales
en sus infancias; o de sus participaciones escolares en escuelas de la plebe.
Nadie le abona respuestas confiables y lucha frontal con el desempleo, la
marginación social y el estancamiento económico del estado, pese a los
presupuestos federales, donde como el recurso para las campañas políticas se
desvanece; y, lo que es un chasco para el electorado, envían como coordinadores
de campañas a personajeros más conocidos por sus latrocinios, robos de
presupuestos económicos y escasa actitud laboral, como para ser entes creíbles
en estos menesteres. Aunque para cumplir su misión si son buenos: saben mentir espléndidamente,
como lo hace Erika Lurhs Cortes.
Luego entonces, simplemente queremos
advertir acerca del riesgo que puede traer consigo el deplorable espectáculo de
la “Feria de las frivolidades” de todos y cada uno de los postulantes; una
ausencia de votos o bien, la cancelación de las boletas en este proceso del
primero de julio, pues no hay seriedad en nada ni en nadie.
Beneficio