jueves, 17 de mayo de 2012

TERCERA VÍA La máscara-da de Claudia Ernesto Rivera Rodríguez.


Tiene mucha razón la candidata priísta  al senado de la República, Claudia Ruiz Massieu Salinas, al afirmar que existe gran desconfianza entre los ciudadanos ante los políticos, y mucho más cuando se asumen como ella convirtiendo su rostro en una máscara-da de sus propios orígenes, abandonando la sustancial herencia a favor de protocolos demagógicos, por aquello de que “podría” ser perjudicial el que “la liguen con las dos raíces que lleva en su ethos biológico, y en su ego político”: Ruiz Massieu y Salinas.
Amén de haber desdeñado el verdadero quehacer del legislador que como ella lo es –con licencia- sabe muy bien que su función no es la de gestionar tubería para drenajes, fertilizante para el campo, pero el patriarcado de la política mexicana ha eso ha condenado a todos y cada uno de los representantes populares electos legítimamente, pues en esa legitimización llevan de entrada, el sino del corporativismo, la marca del presidencialismo, ese del que tanto hablo y escribió mucho mejor  Luis Spota, en su trilogía sobre el poder, y no se diga el recién desaparecido Carlos Fuentes en su ya clásico, “La muerte de Artemio Cruz”.
Cómo “negar la cruz de su parroquia”, hela ahí con ese gesto, ritual ruizmassieuista, con el dedo índice sobre el labio superior y la mirada al frente, urdiendo, indagando, creando en las profundidades del intelecto. No pueden ser de cualquiera. Su sino es único y no tiene desperdicio, por ello la extrañeza su hundimiento en las marismas de la cotidianeidad de los pasillos interminables de la demagogia, sin aspirar a dar un salto de brillantez, cuando lo que le sobra es precisamente  talento. Venga de donde venga, y para que permitir que “Fuenteovejuna” se solace en sus negaciones, que como el “gallo de la pasión” para que  esperar la hora, en lugar de batirse hacia adelante, dio espacio para la crítica menuda, esa que en la mordacidad, busca encontrar su propia sustancia, cuando no se es capaz de asentir que pudo haber tenido razón pero se perdió de las aceptaciones de que no puede negar lo que lleva en el rostro.
Para que negar lo que es obvio y de clara concepción, eso no era necesario, cuando lo más prudente, lo más elegante era haber confirmado lo que todo el mundo sabe, sí, que el …sol sale por el oriente  y se opone… a todas las adversidades, sin metáforas, sin silogismos, de la mano con los dos, cuando sus propuestas se quedaron cortas, cuando el mensaje fue mediatizado por su propia incertidumbre, por el peso de la historia por los dos y el peso de la realidad política por uno, cuya existencia política va más allá de las sombras en los pasillos de la política nacional y se crece circunstancial e inversamente  proporcional a los epítetos lanzados por sus enemigos, porque parece que entre muy pocos es quien entiende mejor lo que sucede en las calles, en las ferias de libros y aún en los recintos universitarios donde el candidato priísta no da una, y que refleja el hecho, no como una zancadilla al candidato del tricolor que con menos de eso se puede caer hasta el fondo, sino la realidad que se viene gestando desde las aulas universitarias, desde los talleres y las naves industriales, desde el fondo de las aulas, y entre el barbecho de los campos labrados y los inhiestos sin fin del paisaje mexicano: la forja de un nuevo rumbo, la forja de una nueva generación, de un nuevo país, desde ahí, que hoy los miopes y plañideras de la política televisiva ven como un enemigo a vencer, cuando hoy la joven legisladora y candidata debe de poner sus ideas a remojar, y no enseñar la penuria priísta que piensa que estar en contra es boicot, es conspiración, porque la penuria estriba en la carencia de proyectos legislativos de fondo, de gran calado, para terminar de una vez por todas con el presidencialismo que tanto daño le ha hecho a este país, que no se vuelva una reproductora de la mascarada nacional, y que asuma sus funciones con la hidalguía que lo asumieron José Francisco Ruiz Massieu y Carlos Salinas de Gortari. Su ethos. Email:gernestorivera@gmail.com