Para Leonel Maciel por su
cumpleaños
En desnudez pasaste de una
vida a las otras
estremecedora mujer rebelde,
insumisa, redentora.
Le mostraste al hortelano,
al curita y al espantado
la verdad del cuerpo, su
función nocturna y diurna.
Nada te pareció estar mal,
los demas estaban fuera de foco.
Diste el salto de la mujer
abnegada, a la mujer liberada,
intensa, inteligente,
desprendida del macho saliste al mundo
a mostrar tu cuerpo, sus
veredas, hendeduras y montañas,
nadie mejor que tu para
romper con la vieja moral,
nadie mejor que tú para
mostrar a los jovenes del sesenta y ocho
la dulzura de tu cuerpo, la
gracia de tu inteligencia
y el sabor ácimo de un país
que se desmoronaba,
un país inmerso en promesas
de campaña y robos a la nación
un país desangrado, herido y
roto que se iba al despeñadero
bajo el sostén elástico de
la Ley de Herodes.
Teatrera, teibolera, bruja,
prostituta, hija enamorada, bailarina,
lesbiana, monja, virgen
rebelde, madrota sin pecado original,
señora cuyo cuerpo se
convirtió en pan de salvación,
en espiga de purificación,
en pieza clave del humor negro,
en ícono simbólico para
millones de hombres y mujeres
metidos al closet por una
sociedad puritana, rural y mojigata.
¡Ay Isela, isla de las cien
mil vírgenes que se inspiraron en ti
para romper el corsé, abrir
sus piernas y encontrar una estrella,
viajar mar adentro y
descubrir el erotismo, la puntualidad del orgasmo,
ser dueñas de su cuerpo, de
su pensamiento y de su vida,
de sus fantasías, de sus
dolores y placeres prohibidos:
Un par de bragas olorosas a
ti sobre la mesa del inquisdor.
En el ofertorio papal,
colocaste el sancta sanctorum de tu cuerpo
y sobre la mesa oficiaste la
misa del erotismo, a todas horas
en esta vida y en este
tiempo, Isela, madre de mujeres insumisas
de monjas castradas, de
putas de veinte mil cogidas al año.
Gracias Isela, gracias por
mostrarnos tu cuerpo, el cuerpo
de todas y de todos, ese
alfabeto de carne, piel, musculos,
senos, manos, pies, sagrados
centros de poder y liberación.
Como se que ya no me
ecuchas, ni yo podré verte cara a cara.
Me quedo con tu aliento a
ron de caña brava, a pan de pobre,
a perfume clonado, a
colorete desgarrado por tragos de alcohol.
Por besos no deseados, por
manos sin caricias, por ojos deshojados.
Solo espero que gracias a tu
herencia, Isela, no haya otra mujer muerta,
otra niña violada, otro niño
abusado por los curas, crucificados por ti
en una cama de prostibulo,
sobre la cruz del dolor humano.
Isela, santa del cuerpo, te
bendigo a nombre de mi generación,
Permíteme colocar tu
adoratorio en las esquinas de los cuerpos prohibidos
En la mesa de pobres, sobre
las tablas de la ley del erotismo,
En cada una de las cinco
letras de tu nombre, Isela, santa bendita,
Puta celestial, señora de la
noche, siempreviva sensual, paloma negra.
ORACIÓN
Isela, Madre de las
prostitutas, refugio de las muertas por feminicidio
Hermana mayor de
transgresoras, bellas de noche y encueratrices
Tu divina gracia se
manifiesta en teatros, cines y tablados.
Madre purísima sin culpa
original, madre de los desterrados.
En tu vientre el sol y la
luna juegan El juego que todos jugamos.
Madre de las no vírgenes,
castísima mujer de pechos como salmos.
Amante de mil noches y los
sueños húmedos de mujeres y hombres.
Madre venerada en cantinas,
piqueras y burdeles de mala muerte.
Estrella del crespúsculo al
alba concebida en la noche del deseo.
Te veneramos, te alabamos,
mujer poderosa, eterna transgresora.
Espejo de una sociedad
incapaz de verse reflejada en tu misterio.
Mujer fiel a la infidelidad
del cuerpo y al camino recto.
Isela, causa de nuestra
alegría, tabernáculo de justicia,
Mujer de carne y hueso a la
que cantamos, alabamos
con devoción y respeto por
su rebeldía contra los timoratos
que en la oscuridad de su
ceguera ven tu cuerpo y lo alaban.
En ti bebemos el agua de
resurrección y el vino que embriaga
los sentidos y los coloca en
el vaso espiritual del amor libre.
Isela, mística rosa del
jardín del cuerpo, te alabamos, señora.
En tu casa de tormentas,
rodeada de oro, recubierta de piel,
puerta del placer y llave
para entrar a los cielos.
Eres la estrella de la
mañana, la salud de los condenados al vacío.
Ven a consolarme con el
perfume liberador de tu aliento.
Madre de la guerra contra el
oscurantismo y la misoginia.
Reina de las afligidas, de
las sin techo, de las sin agua.
Madre de guerrilleros y de
los doce apóstoles del mezcal
Reyna del séptimo arte y de
los gritos a la hora del amor
Madre prudente a la hora de
repartir el pan del erotismo
Madre de los descarriados,
rosa de fuego entre mis labios.
Las apariencias engañan,
Señora mía, refugio de los otros y otras,
padre y padre a la hora del
deseo en medio de los sexos.
Princesa del futuro, reina
de terrena gracia, de alabamos, Señora.
Tu seguirás alumbrando el
oscurantismo, mientras haya vida en la tierra,
y la leona y el león copulen
en libertad en medio de la sabana.
Que tu cuerpo sea recibido
por todos nosotros, como prueba de amor
de éxtasis, y repetir esta
oración y cantar la gloria de tu nombre,
Isela, padre y madre,
andrógina divina y sex simbol mexicano:
“Te adoramos Señora”.