domingo, 30 de noviembre de 2014

Teresa Gil/Dos años, ¿mil ilusiones?

Teresa Gil/LIBROS DE AYER Y HOY. No se dio el mensaje que se esperaba de la esfera federal el pasado 27 de noviembre – un cambio de fondo-.y a dos años de este gobierno, ¿qué es lo que hemos obtenido los mexicanos? Para muchos nada.
La misión cumplida de que tanto habla la propaganda oficial, no llega a los desempleados, a los sin casa, a los enfermos, a los que no pueden estudiar, a la gran mayoría que padece inseguridad y falta de justicia, a los que demandan transparencia contra la corrupción.
Vemos muchas sonrisas en la clase política, pero, ¿de qué se ríe señor ministro?, decía la vieja canción. Ahí están los datos del Banco de México, de la OCDE, del INEGI, el peso en picada, el petróleo precipitado, para solo mencionar algunos, pero los datos duros se ven en la calle y en las clases medias venidas a menos y en los pobres que rebasan los 60 millones; no se necesita ser muy listo.
Junto a eso están los escándalos, la falta de claridad, la ofensa contra los jóvenes y el caso Ayotzinapa que es el punto terrible, acusador, por más que se tome como un baluarte.
¿Qué han sido estos dos años?, pura ilusión, palabra que el diccionario equipara a los sinónimos engaño, alucinación, visión, aparición, figuración, ficción,  fantasía, entelequia, utopía, fantasmagoría, fábula, ensueño, quimera, irrealidad, imaginario, es decir, algo que solo ha existido en la mente de unos y en la retórica de otros.
Las reacciones de personajes de la izquierda y la derecha ante el último discurso, se expresó en que no se puede seguir con parches. Los remedios tienen que ser a fondo y eso es lo que está demandando un gran sector de la población, que no es pequeño. La fecha es el primero de diciembre, pero... puede ser después.
Los grandes artistas han reflejado en su obra, de diferentes maneras, las volutas que se entreveraron con la realidad y terminaron con ser simple ilusión.  Michelangelo Antonioni, por ejemplo, hace una interpretación muy propia de Las babas del diablo (Los policíacos involuntarios, Editorial Arte y Literatura, la Habana 1981) de Julio Cortazar, en su película Blow Up  (Inglaterra-Italia 1966).
Filme de culto, reproduce en forma magistral el deambular de un  fotógrafo -el también director ya fallecido David Hemmings- después de ser testigo de un asesinato y la fugaz ficción en la que se convierte, en los juegos imaginarios de unos mimos. Un ensueño.
El relato de Cortazar es más crudo, pese a su indudable factura literaria  En sus orígenes apareció en la colección Las armas secretas del mismo autor, cuyo centenario se conmemoró este año. Habla de un fotógrafo parisino que sorprendido por una extraña pareja – un jovencito y una mujer mayor que pretende seducirlo-, les toma una foto. Al final, entre el misterio sobre lo que realmente sucedió con él y que Cortazar deja a la interpretación, descubre que la mujer seducía al joven para llevarlo, indefenso, a las garras de un pederasta. Era una enganchadora. La película de Antonioni fue traducida como Deseo de una mañana de verano, deseo que alguna vez tuvieron muchos mexicanos aquel verano de julio del 2012, que se trastocó.