KARMELYNDA VALVERDE DÍAZ |
Las
hordas de violentos y anarquistas, que se hacen llamar ‘’manifestantes’’ pero
que tienen unas formitas harto salvajonas y brutas para hacerlo, avanzaban con
su escandaloso alboroto con un objetivo entre ceja oreja y rabo: vandalizar las
instalaciones de Casa Guerrero, nomás porque ellos son más vándalos que
bonitos. El motivo ya es lo de menos. Sí, sí, sí, no tiene nombre la
desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa…¡arajo!
Pero también es huérfana la forma en que han venido demostrando su encono.
Mucho
se dice que hay por lo menos dos o tres manos meciendo la cuna. Dos o tres
patrocinadores de gente subversiva infiltrada en el movimiento Ayotzi y neta
que se antoja ídem, toda vez que los chincualudos y descerebrados estos que se
dicen ‘’maestros’’ emanan ira incontrolable y resentimiento. Incluso se me
antoja, que les dan su lavadita de cerebro como hacen los líderes de algunas
sectas, con la que les alborotan todavía más el encono.
Pues
bien, en esas seguían y se proponían arma big desma en la Casa de Gobierno,
pero ¡oh cielos!...¡no contaban con su astucia!. Nunca, ninguno de ellos habría
podido imaginar que alguien les echarían a perder el numerito, y no los
estatales, ni los federales y mucho menos la Gendarmería, sino una mujer: La
Doctora Rosa Icela Ojeda de Ortega.
Tururú.
A estos revoltosos enemigos públicos número 1, les amargaron en FA la miel de
los cuacuyules. Tan es así, que los anarquistas o como carambas quieran
llamarles, no alcanzaban a procesar lo que estaban viendo: Casa Guerrero y la
esposa del Gobernador Ortega los esperaban con las puertas abiertas. ¡Ay
caramba! Ellos que ya venían mentalmente preparados para liberar unos cuantos
kilos de frustración. Ellos, que estaban más que listos para destruir,
cubriéndose –como lo han hecho hasta hoy- con la falsa bandera del reclamo
social por los lamentables hechos ocurridos el 26 de septiembre en la Capital
Mundial del Tamarindo.
Pero
¡oh pellizcashion! Una muy valiente mujer, doña Rosa Icela Ojeda de Ortega,
únicamente acompañada de la periodista y coordinadora del Gobierno Estatal,
Isabel Ortega, los esperaban en una actitud sumamente pacificadora. Bastó que
doña Rosa Icela pronunciara algo así como ‘’Esta es la casa de todos los
guerrerenses, así que sean ustedes bienvenidos’’, para que los chincualudos
protestantes se quedaran estupefactos y entumidos por unos minutos. ¡Ah chintehua!
Con esto no contábamos, se dijeron. Ellos querían trajín, provocación, y dar
por respuesta el vandalismo que tan bien les sale. Pero ¡oh pellicazhion!. A
doña Rosa Icela le funcionan mucho mejor los ovarios que el único que me queda
a mí, y que tanto presumo de buen funcionamiento.
Si,
de que se arriesgó la Doctora Ojeda, ¡sin duda!. De que puso en peligro su
integridad física, ¡ni hablar!. Pero de que fue una tremebunda lección de
inteligencia política y de apuesta por el diálogo y no por la confrontación, es
neta ¡y del planeta!. Quiera papá Dios que los rijosos procesen bien la lección
y la asimilen. Necesitamos apostarle a la unidad, a la concordia entre los
guerrerenses…a la paz. Lo que menos debemos ahorita hacer es privilegiar la
murmuración en contra del Gobernador sustituto, como lo han venido haciendo los
izquierdosos sin oficio. Ah, y propo, en lugar de estársele yendo a la yugular,
y desmarcándose como Mariquitas sin calzones de los acumulos comprobados respecto al Vo.Bo. y bendición que le dieron
en su momento a José Luis Abarca y su brujercita, bien les vendría aprenderle
algo a la Doctora Rosa Icela Ojeda de Ortega. Se los dejo de tarea.
P.D.
Las mentaditas que no sean de menta favor de dirigirlas a la Matahari, que ella
se encargará puntualmente de hacérmelas llegar. Neta!.