Teresa Gil/LIBROS DE AYER Y HOY. ¿Con que fin se lanzaron bengalas al concluir la marcha de protesta por la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, el 20 de noviembre?
¿Quien ordenó la señal más ominosa que recuerda el pueblo de México para asustar a los miles que aún quedaban en el Zócalo? Ante la luz provocadora como la que inició en otros tiempos –1968-, la gran matanza de Tlatelolco, los miles que acababan de llegar en el tercer continente se dispersaron horrorizados.
El secretario de Gobernación Osorio Chong dice que no la hubo, pero sí se produjo una terrible represión. Mientras el acto distraccionista se daba entre encapuchados y granaderos, centenares de uniformados perseguían con saña a ancianos, niños y jóvenes que sólo habían asistido pacíficamente a protestar por todas las miserias que existen en el país.
Hubo muchos golpeados, macanas que se estrellaban en espaldas y columnas de muchachas, niños empujados, gente que lloraba y suplicaba, ancianos extraviados entre la multitud y un hombre diabético que enfrentaba un coma mientras era perseguido, entre muchos casos que ya fueron reseñados.
Tenemos familiares y amigos agredidos. Los medios televisivos que habían seguido durante el día la gran protesta, dieron a medias este final centrándose en las bombas molotov y la respuesta de la fuerza pública, quizá porque ya estaban cansados. O porque la retahíla oficial de los llamados a la paz, los contuvieron.
México se desayunó al día siguiente – los que pudieron hacerlo-, con tres noticias con las que se pretende que la vida siga igual: tres poderosos capitales compiten por la televisión abierta, el grupo Atlacomulco se fortalece con el ascenso de un Hank en Banorte, los priístas se exhiben en la cámara con la defensa de actos impropios y utilizan el único ariete que les preocupa: AMLO. La señal en el cielo se refiere al aviso ominoso que vio una humilde sirvienta en el cielo- el humo elevado por un tren, que semejaba un dedo acusador-, y que a la postre resultó la prueba de un crimen.
Agustí Bartra el poeta español (Cristo de 200 mil brazos sobre el campo de concentración Argelés, editorial Novaro México 1958), era también un gran compilador y reunió Los mejores cuentospolicíacos del idioma inglés, (Editorial Novaro México 1958), con autores como Poe, Dickens, de Quincey, Conan Doyle, Chesterton, Hamnet, entre otros y desde luego la autora de La señal en el cielo, Ágatha Christie.
En el relato aparecen como catalizadores de los acontecimientos, dos personajes que contradicen la trama tradicional de la autora de basarse en hechos normales: Mister Satterthwaite, un burguésbonvivant y un ser de presencia irreal, mister Quin. Ambos hilvanan sus conjeturas para demostrar que el “dedo” que vio la sirvienta en realidad demostraba el paso de un tren y que por lo tanto la hora del crimen había sido alterada. Bartra, padre de Roger y Elí, nació en Barcelona en 1908 y murió en Tarrasa en 1982. Vivió exiliado en México desde 1941 a 1970. Antes, como republicano, vio muchas señales en el cielo español en la guerra contra Franco, como las que vieron los manifestantes del 20 de noviembre.¿Quién las ordenó?, volvemos a preguntar, ¿Fue la orden para empezar a reprimir?