Francisco Garfias / La historia es fantástica. Habla de la “desaparición” de la isla Bermeja, ubicada a 150 kilómetros al norte de Yucatán y Campeche. El tema no es menor. Implica la disputa con Estados Unidos de yacimientos de petróleo del orden de 22 mil 500 millones de barriles de crudo, según un punto de acuerdo elaborado por senadores del PAN. El documento, que espera turno para subir a la tribuna de la Cámara Alta desde hace tres sesiones, exige al Ejecutivo Federal un informe completo, donde se explique “sospechosa inmersión” de la isla, que estuvo localizada en el Golfo de México latitud 22°33´ Norte y longitud 91° 22´ Oeste, y se la tragó el mar.
No ha faltado la descabellada versión de que Estados Unidos hundió deliberadamente esta isla para apoderarse de los yacimientos petroleros en aguas profundas. “¿Cómo van a hundir una isla sin que nos diéramos cuenta? Yo estaría más inclinado a pensar que sí existió y que algún movimiento telúrico en el fondo del mar hubiera cambiado las situaciones”, dice a Vértigo el senador panista Felipe González, uno de los firmantes del citado punto de acuerdo.
Al guión de esta historia la han agregado la misteriosa muerte del senador panista José Ángel Conchello, quien en 1997, durante las negociaciones bilaterales sobre estos lindes, denunció con insistencia la desaparición de la Isla Bermeja de nuestro territorio nacional. Criticó con inusual dureza las negociaciones del gobierno mexicano con Estados Unidos para dividir el famoso Hoyo de Dona, donde supuestamente se ubica la riqueza petrolera.
Conchello murió la década pasada en un extraño accidente que nunca se aclaró, pero antes de su desaparición acusó al gobierno del presidente Ernesto Zedillo, y a otras autoridades, de haber pactado la entrega de la zona a empresas norteamericanas. El legislador del PAN denunció una y otra vez, las “obscuras” negociaciones que culminaron con la firma del tratado Clinton-Zedillo, en el cual México y Estados Unidos pactaron establecieron sus fronteras marítimas en el Golfo de México.
“En los alrededores de la isla se localizaron más de 22 mil 500 millones de barriles de hidrocarburo y existe la sospecha de que funcionarios mexicanos contaban con información privilegiada sobre la riqueza que se encuentra en su fondo marino”, dice el texto suscrito por los senadores del PAN, Luis Alberto Coppola Joffroy, Humberto Andrade Quezada, Sebastián Calderón Centeno, Juan Bueno Torio y Jaime Rafael Díaz Ochoa.
Investigadores de la época consideraban que si la medición para fijar los límites marítimos hubiese partido de la Isla Bermeja, la mayor parte de la Dona Occidental sería ahora para México. Los lindes, sin embargo, se establecieron a partir del arrecife de Los Alacranes, como punto de referencia.
Esta delimitación formó dos polígonos irregulares entrampados en las aguas profundas del Golfo de México, los hoyos Occidentales, negociados entre México y Estados Unidos; y los hoyos Orientales que tienen que ser negociados entre México, Estados Unidos y Cuba.
“Pero si se consideran las mismas 200 millas desde las costas de Estados Unidos, se observa con mayor transparencia el despojó que le fue causado a México”, dice el texto de los senadores.
Felipe González asegura que hay una total cerrazón de las autoridades alrededor del caso. “Lo raro es que de repente pedimos información y nos dicen que no, que no existe la Isla Bermeja”, asegura. El legislador está consciente que a la Cámara Alta le toca saber el impacto en los acuerdos sobre mar territorial y explotación de petróleo en aguas profundas, que tendría el hecho de que ya no se reconozca que existe una isla mexicana llamada Bermeja.
“La isla existió, tenemos documentos. El punto de acuerdo va acompañado de un mapa donde se localiza, es un mapa de los años 50s o 60s. Ahí marcan la latitud donde se encontraba la isla”, puntualizó.
El senador priista, Francisco Labastida Ochoa, ex secretario de Gobernación, reconoce que no tiene ningún elemento para afirmar que existió. “A veces esos islotes desaparecen, ocurre con frecuencia, es algo que sucede cuando la marea está baja y se tapa cuando la marea está alta”
“Hasta donde recuerdo –prosiguió Labastida- es necesario que las islas estén permanentemente habitadas para fijar mar patrimonial. Tiene que tener un tamaño y una dimensión para poder marcar límites. Si esta isla existiera, el mar patrimonial se extendería y en consecuencia los recursos potenciales del subsuelo también se extenderían”.