Existieron, por lo menos,
tres tipo de cómplices del dictador alemán: los auxiliares en la fundación y
organización del partido nazi, a partir de 1920, los miembros del partido en
funciones de Estado después de tomado el poder, en enero de 1933, y los
militares propiamente dichos, independientemente de haber pertenecido o no al
partido nazi.
Los que causaron un mayor
daño y tuvieron más responsabilidad en todos los crímenes cometidos fueron
aquellos que se involucraron directa o indirectamente con el gobierno
hitleriano, que duró desde 1933 a 1945. Las principales figuras nazis, que
ayudaron a Hitler por convicción y respaldaron sus atrocidades a sabiendas de
lo que hacían, aparecen en la siguiente lista.
Muchos ellos tuvieron
finales trágicos, suicidándose – como el dictador – para evitar su captura por
los Aliados. Aunque estos personajes tuvieron cierta autonomía en determinado
momento, todos ellos se reportaban directamente con Hitler, la cabeza (y
bigote) del régimen.
No es exageración decir
que, además de la fuerza de estos brazos derechos, las atrocidades nazistas no
habrían tenido lugar sin el apoyo expreso por gran parte de la población
alemana – el plebiscito que dio poderes plenos a Hitler tuvo el respaldo del
90% de la población. ¿Cómo fue posible que tanta gente pudiera haber apoyado
semejante barbaridad? Primero, el hecho de que al inicio de la dictadura nazi
la economía alemana aumentó y el desempleo disminuyó – cosa que también sucedió
en buena parte del mundo, pero Hitler terminó adjudicándose el crédito por la
recuperación alemana. Segundo, la mayoría de los alemanes desconocía la
extensión de los crímenes que los nazis llevaban a cabo. Había una absoluta
falta de conocimiento sobre lo que ocurría, debido a una censura implacable de
todos los medios de comunicación. Y, en tercer lugar, el miedo reinaba en cada
rincón de Alemania. El régimen policiaco era brutal, el gobierno nazi no
titubeaba a la hora de torturar, asesinar y desaparecer del mapa a los que
osaban a ir en su contra.
Los
amigos del enemigo.
Joseph
Goebbels – Ministro de Propaganda del nazismo
En el nazismo, Goebbels
controlaba la información que llegaba a la población – en reuniones por la
mañana con periodistas en Berlín, determinaba cuales noticias deberían ser
publicadas o ignoradas. También supervisaba las artes, música, el teatro, la
literatura, la radio y el cine.
Terminó suicidándose en
1945, en Berlín, junto a su esposa, después de envenenar a sus hijos.
Rudolph
Hess
– “Ministro sin cartera” del nazismo
Un gran amigo de Hitler,
con quien estuvo preso en la década de 1920, Hess era una especie de confidente
y secretario particular del dictador. Prácticamente ninguna ley nazi fue
aprobada sin la firma de este exmilitar.
Fue capturado por los
británicos en 1941, Hess fue condenado a prisión perpetua y murió en 1987.
Reinhard
Heydrich – Jefe de la oficina central de seguridad.
Auxiliar directo de
Himmler a cargo de los servicios de seguridad, Heydrich dejó su nefasta marca
cuando fue nombrado gobernador del territorio que actualmente ocupa la
República Checa, en 1941. En el cargo, promovió las ejecuciones para eliminar
la resistencia a los nazis.
Murió en 1942 debido a
múltiples lesiones en un atentado con granadas a su transporte.
Heinrich
Himmler – Director del servicio policial y militar nazi
Jefe supremo de la policía
secreta (la Gestapo) y de las fuerzas militares del partido nazi (Las SS),
Himmler era también responsable por los campos de concentración. Él fue uno de
los principales formuladores de la política de exterminio de millones de judíos
y otras minorías.
Capturado por los aliados,
Himmler se suicidó con veneno el 23 de mayo de 1945.
Wilhelm
Keitel – Mariscal de las Fuerzas Armadas alemanas.
Después de Hitler, Keitel
era el hombre más poderoso en la maquinaria militar nazi, ayudando a dirigir la
mayoría de las campañas militares alemanas durante la guerra. Algunos
historiadores lo consideran el principal estratega militar de la Alemania nazi.
Capturado por los aliados
en 1945, Keitel fue condenado a la horca, murió en 1946.
Hermann
Goering – Jefe militar de la Fuerza Aérea.
Además de líder de la
Fuerza Aérea, Goering tenía poderes para dirigir la economía de los esfuerzos
de guerra. No es de extrañar que fuera designado por Hilter en 1939 para
sucederlo si llegaba a morir.
Después de rendirse ante
los estadounidenses en el fin de la Segunda Guerra, en 1945, Goering fue
condenado a muerte, pero terminó suicidándose por envenenamiento mientras
esperaba su ejecución.
Albert
Speer – Ministro de armamentos y producción de guerra.
Al frente de su
ministerio, Speer echó mano del trabajo forzado y la mano de obra esclava de
los campos de concentración, permitiendo a Alemania ampliar su producción de
armas durante buena parte de la Segunda Guerra.
Capturado al final de la
Segunda Guerra y juzgado por los Aliados, Speer admitió la culpa y cumplió 20
años en prisión. Fue liberado en 1966 y murió en 1981.
Joachim
Von Ribbentrop – Ministro de relaciones exteriores.
En su cargo, este viejo
amigo de Hitler ejerció una política de presión constante contra los países
vecinos de Alemania para obligarlos a adoptar medidas represivas contra los
judíos y aceptar la implantación de políticas de apoyo a los nazis.
Fue capturado por los
británicos en 1945, Ribbentrop fue juzgado y condenado a muerte. Murió en la
horca en 1946.