Una postura en dos
tiempos. Primero, inmediatamente después de que el presidente Enrique Peña
Nieto manifestara públicamente su postura, que es la de México como país
soberano, frente al anuncio grave, severo de Donald Trump, las redes sociales
desplegaron la elemental reacción visceral de quienes no tuvieron la respuesta
que esperaban. Malo para el país ese segmento social que apuesta a sus
previsiones y conclusiones y rechaza la discrepancia, niega valor a la opinión
contraria.
MOISES SÁNCHEZ LIMÓN |
Luego, una vez que Trump
condicionó e indicó que si el tema del pago del muro no se abordaría en el
encuentro con su homólogo mexicano, no tenía caso que fuera, Peña Nieto anunció
que no iba y lamentó el tono del presidente estadunidense, quien posteriormente
pretendió curarse en salud y, en una reunión en Filadelfia mintió, aseguró que
ambos habían acordado cancelar la reunión.
Del primer mensaje
presidencial, en el que dejaba entrever la decisión que la mañana de este jueves
26 de enero divulgó vía redes sociales y luego formalizó. Respetables las
primeras conclusiones, peyorativas varias, de los analistas y ciudadanos que
esperaban el anuncio presidencial de que suspendía su viaje a Washington,
previsto para el último día de este mes de enero para entrevistarse con su
homólogo estadunidense Donald Trump.
No se trata, la mía, de
una opinión oficiosa ni en defensa del presidente Peña Nieto porque se defiende
solo, además tiene un equipo que cobra más que bien por defenderlo, aunque
luego las asesorías requieren del sello verbal: no me defiendas, compadre.
Sí, la expectativa que
generó la previsión de que habría un mensaje del Presidente de la República, en
respuesta abierta a los decretos de Donaldo Trump respecto del muro fronterizo y la radical
política antiinmigrante, se nutrió de la posibilidad de que anunciara su
decisión de no ir a esa entrevista.
Conocidas las posturas
proteccionistas y anti acuerdos comerciales de Trump, que le han acarreado la
descalificación internacional, la eventual decisión de Peña Nieto de cancelar
la visita a Washington, seguramente le habría generado una alza en su
popularidad no solo en México; se habría puesto a la cabeza de la ola anti
Trump.
Pero evaluó –elemental—los
pros y contras. Seguramente pesaron más los contras porque, en la medida en que
crece el respaldo solidario, incluso de sus más acérrimos críticos por cuanto a
cómo enfrentar al desbocado Donald Trump y sus urgencias de mandar al diablo al
resto del mundo, también hay quienes consideran que más vale pulsar medidas
efectivas y de largo plazo en la relación política, económica y social con
Estados Unidos.
Bien. Peña Nieto dijo que
ante las órdenes ejecutivas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
para extender el muro en la frontera y reforzar las medidas antiinmigrantes,
México exige y ofrece respeto y anunció que los 50 consulados en toda la Unión
Americana se convertirán en defensorías de los migrantes.
El Presidente reiteró, en
este mensaje del miércoles en cadena nacional, su convocatoria a la unidad en
defensa de los connacionales.
Luego lamentó y reprobó la
decisión de Donald Trump de continuar la construcción de un muro que, acotó,
“desde hace años, lejos de unirnos, nos divide. México no cree en los muros. Lo
he dicho una y otra vez: México no pagará ningún muro”.
¿Ir o no ir? Peña Nieto
evitó la decisión radical e indicó que, con base en los informes que entreguen
los secretarios de Hacienda y Economía, Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo,
tras su visita a Estados Unidos, y en consulta con el Senado de República y la
Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) decidirá las siguientes medidas a
tomar. ¿Ir o no ir?
“Como presidente de la
República asumo plenamente la responsabilidad de defender y cuidar los intereses
de México y los mexicanos. Es mi deber encarar los problemas y enfrentar los
desafíos”, puntualizó y pulsó estas medidas de Donald Trump que se anuncian,
dijo, precisamente “cuando están iniciando las negociaciones de las nuevas
reglas de cooperación, comercio, inversión, seguridad y migración en la región
de Norteamérica, las cuales son fundamentales para la fortaleza, certidumbre y
futuro de nuestra economía y de nuestra sociedad.
Pero, la postura es
fundamental y sostuvo que México ofrece y exige respeto, “como la Nación
plenamente soberana que somos. México refrenda su amistad con el pueblo de los
Estados Unidos y su voluntad para llegar a acuerdos con su gobierno; acuerdos
que sean en favor de México y los mexicanos”.
¿Cuál sería el resultado
de las pláticas de Videgaray y Guajardo con integrantes del equipo de Donald
Trump? Lo que haya ocurrido, simplemente quedó en plática porque bastó que
Trump condicionara el encuentro y estableciera que si no se trataba lo del
muro, entonces éste no tenía razón. Simplista el condicionamiento que tuvo una
respuesta radical con la adición de que la soberanía de México no se negocia.
Si el Presidente aludió,
el miércoles, a la necesaria consulta con el Senado, instancia del Poder
Legislativo que marca la legalidad de la política exterior, y con la Conago que
es el organismo que agrupa a todos, todos los gobernadores, no se descartaba la
decisión presidencial de no ir a la entrevista con un aprendiz de brujo que ha
faltado al respeto a su vecino. Enorme respaldo doméstico, de opositores y
oficialistas, de críticos y radicales, al presidente Peña Nieto.
A ello hay que sumar los
pronunciamientos de líderes mundiales, jefes de Estado y organizaciones no
gubernamentales internacionales, de apoyo a la postura del Presidente de México
y contra el estadunidense. ¿Qué sigue? Digo.
VIERNES. Fue enfático el
secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, al afirmar
que vamos en la ruta correcta, como testigo del arranque de la Red Compartida.
Ante los actuales retos que enfrentamos, la transformación del país avanza
conforme a lo proyectado, atrayendo inversiones y generando empleos, signos de
la confianza depositada en México y su gente. La Red Compartida es, con mucho,
el proyecto de telecomunicaciones más importante que se haya desarrollado no
sólo en la historia nacional, sino el más grande y el primero en su tipo a
nivel mundial. Pasos firmes y decididos, como dijo Ruiz Esparza, para que más
connacionales tengan acceso a servicios de calidad, acordes con los objetivos
de la Reforma de Telecomunicaciones: más competencia y calidad, mayor cobertura
y menores precios, en favor de las familias mexicanas y de la productividad de
la fuerza laboral. Sin duda, la Red Compartida es un proyecto de largo plazo
que llegó para quedarse y contribuir a tener una sociedad más comunicada, más
innovadora y más justa. Conste
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