SÓCRATES A. CAMPOS LEMUS. |
Por esa razón, para que no quede dudas,
reproduciré una carta de Don Benito Juárez García en donde contesta a
Maximiliano. Este hermoso documento me lo envió un oaxaqueño de cepa, Carlos,
al que agradezco mucho su atención.
CARTA DE BENITO JUÁREZ A MAXIMILIANO
“Maximiliano:
“Usted me ha dirigido una carta
CONFIDENCIAL fechada el 2 del presente desde la fragata Navara. La cortesía me
obliga a darle una repuesta aunque no me haya sido posible meditarla, pues como
usted comprenderá, el delicado e importante cargo de presidente de la República
absorbe mi tiempo sin descanso ni aun por las noches”
“El FILIBUSTERISMO francés ha puesto en peligro nuestra nacionalidad y yo, que
por mis principios y mis juramentos he sido llamado a sostener la integridad de
la nación, su soberanía e independencia he tenido que multiplicar mis esfuerzos
para responder al sagrado depósito que la nación en ejercicio de sus facultades
soberanas, me ha confiado. Sin embargo, me he propuesto contestar aunque sea
brevemente los puntos más importantes de su misiva. Usted me dice que
“abandonando la sucesión de un trono de Europa, su familia, sus amigos, sus
propiedades y lo que es más querido para el hombre, la patria, usted y su esposa
Carlota han venido a estas lejanas y desconocidas tierras obedeciendo solamente
al llamado espontáneo de la nación, que cifra en usted la felicidad de su
futuro”. Realmente admiro su generosidad, pero por otra parte me ha sorprendido
grandemente encontrar en su carta la frase “llamado espontáneo”, pues ya había
visto antes que cuando los traidores de mi país se presentaron por su cuenta en
Miramar a ofrecer a usted la corona de México, con las adhesiones de nueve o
10 pueblo de la nación, usted vio en todo esto una ridícula farsa indigna
de que un hombre honesto y honrado la tomara en cuenta”
“En respuesta a esta absurda petición, contestó usted pidiendo la expresión
libre de la voluntad nacional por medio de un sufragio universal. Esto era
imposible, pero era la respuesta de un hombre honorable. Ahora cuán grande es
mi asombro al verlo llegar al territorio mexicano sin que ninguna de las
condiciones demandadas haya sido cumplidas y aceptar la misma farsa de los
traidores, adoptar su lenguaje, condecorar y tomar a su servicio a bandidos
como Márquez y Herrán y rodear a su persona de esta peligrosa clase de la
sociedad mexicana. Francamente hablando me siento muy decepcionado, pues creí y
esperé que usted sería una de esas organizaciones puras que la ambición no
puede corromper”
“Usted me invita cordialmente a la ciudad de México, a donde usted se dirige,
para que tengamos una conferencia junto a otros jefes mexicanos que se
encuentran actualmente en armas prometiéndonos todas las fuerzas necesarias
para que nos escolten en nuestro viaje, empeñando su palabra de honor, su fe
pública y su honor, como garantía de nuestra seguridad. Me es imposible, señor,
acudir a este llamado. Mis ocupaciones oficiales no me lo permitirán.
Pero si, en el ejercicio de mis funciones públicas, pudiera yo aceptar
semejante invitación, no sería suficiente garantía la fe pública, la palabra y
el honor de un agente de Napoleón, de un hombre cuya seguridad se encuentra en
las manos de los traidores y de un hombre que representa en este momento, la
causa de uno de los signatarios del Tratado de la Soledad. Aquí, en América,
sabemos demasiado bien lo que valen los juramentos y las promesas de Napoleón.
Me dice usted que no duda de que de esta conferencia –en caso de que yo
aceptara- resultará la paz y la felicidad de la nación mexicana y que el futuro
imperio me reservará un puesto distinguido y que se contará con el auxilio de
mi talento y de mi patriotismo”
“Ciertamente, señor, la historia de nuestros tiempos registra el nombre de
grandes traidores que han violado sus juramentos, su palabra y sus promesas;
han traicionado a su propio partido, a sus principios, a sus antecedentes y a
todo lo que es más sagrado para un hombre de honor y, en todos estos casos, el traidor
ha sido guiado por una vil ambición de poder y por el miserable deseo de
satisfacer sus propias pasiones y aun sus propios vicios, pero el encargado
actual de la presidencia de la República salió de las masas oscuras del pueblo,
sucumbirá, si es éste el deseo de la Providencia, cumpliendo su deber hasta el
final, correspondiendo a la esperanza de la nación que preside y satisfaciendo
los dictados de su propia conciencia”
“Tengo que concluir por falta de tiempo, pero agregaré una última observación.
Es dado al hombre, algunas veces, atacar los derechos de los otros, apoderarse
de sus bienes, amenazar la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer que
las más altas virtudes parezcan crímenes y a sus propios vicios darles el
lustre de la verdadera virtud”
“Pero existe una cosa que no puede alcanzar ni la falsedad ni la perfidia y que
es la tremenda sentencia de la historia. Ella nos juzgará”
Benito Juárez García.
Y después de leer y releer la carta, yo me pregunto, dónde está algo similar de
Peña Nieto o de Videgaray, que hable en los términos de libertad, honor,
palabra, Patria, Soberanía…. no, se habla de palabrería y de patrioterismo, de
negocios privados, pero no se habla como un PATRIOTA…y así, continuamos con un
reconocimiento bajo, bajísimo. Lo que sí es una realidad es que, el pueblo de
México, está unido y sabrá defender a su patria, la soberanía y su presente y
futuro. Finalmente: la Historia nos juzgará.