lunes, 24 de abril de 2017

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias AMLO, mentir con la bandera de la honradez

Para Jonathan Swift, quien a principios de siglo XVIII escribió “El Arte de la mentira política”, señala que “el mentir bien a los ciudadanos no es cosa que se improvise; es un arte con todas sus reglas…”.

En efecto, mentir es un arte. Y en política, mentir es una vieja práctica.
Swift reflexiona sobre si conviene ocultar la verdad al pueblo por su propio bien, ya que el arte de la mentira política es también, "el arte de hacer creer al pueblo falsedades saludables con vistas a un buen fin".

Todos los políticos utilizan el arte de la mentira para hacerse con el poder y conservarlo, así sean de izquierda, de centro o de derecha.

México no escapa de las mentiras de su clase política. Todos los partidos (y algunos independientes) han gobernado municipios, pero ningún alcalde ha cumplido con todas sus promesas de campaña.

Los gobernadores y los presidentes de la República, tampoco están exentos de mentir a sus gobernados. Enrique Peña Nieto, es un claro ejemplo. En 2012 le mintió a los mexicanos, a tal grado que en este momento su popularidad está por los suelos. Más del 90 por ciento reprueba su gestión.

Vicente Fox Quesada chamaqueó a los mexicanos en el año 2000 con el cambio que prometió. Su único logro fue sacar al PRI de Los Pinos y hacer posible que el PAN llegara por primera vez al poder.

En 2018 se corre el riesgo que otro mentiroso llegue al poder, alguien que presume ser honesto y el salvador del pueblo de México.

Por supuesto, me refiero a Andrés Manuel López Obrador, el jefe absoluto de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el que no tolera la crítica y que desprecia a las instituciones del país.

En 2012 prometió una república amorosa, pero al no ganar la elección sacó todo su veneno. Nuevamente alegó fraude, el cual no pudo comprobar.

Dos años después, el Instituto Nacional Electoral (INE) le otorgó el registro a Morena como partido político. E ahí su incongruencia. Primero se pronuncia en contra de las instituciones, pero bien que acepta dinero público a través de su franquicia para recorrer el país y hacer campaña adelantada (lleva 17 años) sin competencia interna.

En su lógica todos son corruptos, menos él ni los ex priistas y ex perredistas que lo siguen ciegamente.

Si uno de sus seguidores o colaboradores es exhibido recibiendo dinero a su nombre, le echa la culpa al ex presidente Carlos Salinas de Gortari y a los demás integrantes de la “mafia del poder”.

Olvida que René Bejarano Martínez, su ex secretario particular en la Jefatura de Gobierno del otrora Distrito Federal, fue videograbado recibiendo billetes para respaldar campañas de candidatos de la “izquierda” en 2013.
Y en 2004, su secretario de Finanzas en el gobierno capitalino, Gustavo Ponce Meléndez, fue grabado mientras apostaba fuertes cantidades de dinero en una mesa de juego en el casino Bellagio, en Las Vegas, Nevada, y que además era investigado por un fraude de 31 millones de pesos en la delegación Gustavo A. Madero.

Este lunes fue exhibida Eva Cadena Sandoval, candidata de Morena a la alcaldía de Las Choapas, Veracruz, recibiendo 500 mil pesos en efectivo con la encomienda de entregárselos a Andrés Manuel López Obrador.

Obviamente que el eterno candidato presidencial y sus fanáticos seguidores iban a culpar del video a la mafia del poder.

Lo cuestionable del asunto no es quién grabó o chamaqueó a la “honrada” militante de Morena, sino su conducta, quedando en evidencia que también en su partido aceptan dinero de dudosa procedencia para financiar campañas políticas. ¿No qué muy santos en el partido de AMLO?

El pasado 8 de abril, López Obrador defendió en un mitin que realizó en Las Choapas a Eva Cadena, ya que un grupo de manifestantes cuestionó que su candidatura era una imposición. Terminando el evento, alguien le pregunta si ella es corrupta, a lo que él responde: “Lo que diga mi dedito” y hace un ademan negativo. ¡Zas!

En 2012 apoyó a José Luis Abarca Velázquez como candidato a la presidencia municipal de Iguala, pero cuando ocurrió la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa, el tabasqueño se deslindó de él, argumentando que no lo apoyó. Pero existen notas periodísticas e imágenes de ese entonces que echan abajo su mentira.
Lo peor de todo es que el político tabasqueño sigue gritando a los cuatro vientos que es incorruptible y que es como los plumajes –parafraseando a Salvador Díaz Mirón– que cruzan el pantano y no se manchan. El cinismo en su máxima expresión.

AMLO presume honradez en Morena cuando no la hay, ya que es igual que los demás partidos que cuestiona constantemente. Es cuanto.

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