Uno de los graves errores
que se comete en política, es el de subestimar al adversario.
Y lo vimos en la pasada
elección presidencial. El PRI y el PAN minimizaron a Andrés Manuel López Obrador y a su movimiento social (Morena), a
tal grado que decidieron ir solos y confrontarse al mismo tiempo.
Mientras los priistas y
panistas se desgreñaban y denunciaban en los tribunales, López Obrador recorría
sin problema al país, fortaleciendo de esa forma su estructura y llevando un
mensaje de esperanza para ese “pueblo bueno y sabio” que estaba cansado de la
corrupción gubernamental.
El 1 de julio de 2018 y
con la mano en la cintura López Obrador ganó la elección presidencial por
amplio margen.
Lo mismo ocurrió en los
años 30s en Alemania, cuando los comunistas, socialdemócratas y otras fuerzas políticas
subestimaron a Adolf Hitler, a quien tachaban de “loco” y de encabezar un
movimiento débil (el nacionalsocialismo). En poco tiempo, ese “loco” llegó a
ser canciller y jefe máximo de la nación germana.
También tenemos el caso
del magnate Donald Trump, quien logró imponerse al interior del Partido
Republicano para buscar la candidatura presidencial de los Estados Unidos de
Norteamérica. Posteriormente, y “haiga” sido como “haiga” sido ganó las
elecciones y hoy gobierna (sea como sea) a sus compatriotas.
Y podríamos citar más
ejemplos, pero queda claro que en
política nunca se debe minimizar a
un oponente, porque no hay enemigo pequeño. Quien no lo entienda, está
condenado al fracaso y a la frustración.
Varios dirigentes de
Morena siguen en la borrachera de poder, pues creen que ya tienen ganadas –desde
ahora– todas las gubernaturas que se disputarán en 2021, así como el control del
Congreso de la Unión, y la mayoría de los Congresos estatales y presidencias
municipales.
Lo que no entienden los
dirigentes de Morena y, por ende, los militantes de dicha fuerza política, es
que el efecto AMLO ya no se repetirá en 2021. Y, peor aún, si el
divisionismo sigue creciendo, tal y como ocurre en Guerrero, en donde tres
grupos internos (sandovalistas, nuñistas y marcialistas) se disputan el control de la dirigencia estatal, la
coordinación de la fracción parlamentaria en el Congreso local y el control del
Consejo Político Estatal.
Y otros invitados (Beatriz Mojica Morga, Luis Walton Aburto, Alberto López Rosas y Rogelio Ortega Martínez) buscan por
todos los medios hacerse de la candidatura a la gubernatura. O sea, el
divisionismo es claro. Y en este año se van a dar con todo. ¿Más?
Mientras
los morenos del Pejeyac andan de la
greña, el PRI y el PRD se mueven sin tanto problema.
Además, varias voces se han pronunciado a favor de una alianza en la elección
que está en puerta.
Habrá
quienes vean mal una alianza entre el tricolor y el sol azteca, pero lo cierto
es que la propuesta no es descabellada. Tiene lógica y es legal.
Si nos remontamos a los
resultados de la elección de alcaldes de 2018, nos daremos cuenta que Morena no
es invencible en las urnas, ya que el efecto
AMLO solamente logró 16 Alcaldías. Y eso que Morena fue en alianza con el
Partido Encuentro Social (PES) y en algunos municipios postuló como candidatos
a gente cercana al exgobernador Ángel
Aguirre Rivero. Así o más claro.
El estado de Guerrero está
conformado por 81 municipios, de los cuales en 2018 el PRD, el PRI y sus
aliados se alzaron con el triunfo en la mayoría de ellos. Lo cual indica que
Morena solamente gobierna en el 20 por ciento de la entidad.
A
los dirigentes del PRI y el PRD no les importa que los cabecillas de Morena los
minimicen a través de declaraciones en la prensa. Por el contrario, hasta se
sienten halagados, porque mientras más los subestiman, más se fortalecen para
la guerra que viene. Y si llegaran a sellar una alianza, aún más.
Luego entonces, si el
sector radical de Morena sigue engallado y/o
ensoberbecido no logrará que ninguno de sus gallos (Pablo Amílcar Sandoval
Ballesteros y Félix Salgado Macedonio) logren la candidatura al gobierno de la
entidad.
Tal
vez creen que su gran tlatoani no se
da cuenta de su divisionismo en Guerrero. Pero olvidan que él tiene otros datos
y un prospecto que le es realmente confiable para la elección de 2021. Y
precisamente ése gallo es al que más subestiman los de la nomenklatura (Sergio Montes Carrillo dixit), y todo porque también empezó a moverse en pos de la candidatura de
Morena al gobierno de la entidad y con el visto bueno de ya saben quién.
Ojo, mucho ojo.
Nos leemos mañana, Dios
mediante.
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