TIENE RAZÓN EL ALCALDE
JESÚS PARA GARCÍA. Lo ocurrido en una escuela de Torreón, Coahuila, en donde un
niño disparó y dio muerte a su maestra y luego se mató con la misma pistola, es
un mensaje que de manera inmediata se debe atender por parte de las autoridades,
principalmente las que tienen que ver con la educación de la niñez, pero
también por parte de los padres de familia, y en suma, por la sociedad en
general.
Hay que decirlo, pero
además reconocerlo. Todos somos culpables en menor o mayor grado de la
descomposición social que afecta hasta a la niñez. Son culpables los padres de
familia, hermanos, tíos y hasta abuelos, por no preocuparse por sus hijos,
hermanos, sobrinos y nietos, y hacer que los maestros se ocupen de ellos, sin
que tengan más responsabilidad que enseñarles. Es culpable el gobierno como tal
por no impartir una educación de calidad, fundada en valores humanos, y es
culpable la sociedad por permitir que las autoridades dejen de cumplir con su
responsabilidad.
No es, hay que decirlo,
con el operativo mochila como la violencia va a resolverse en las escuelas. No
es revisando las pertenencias de los alumnos cómo van a dejar de suceder hechos
como el de Torreón. Tampoco es con vigilancia policiaca en las entradas de las
escuelas. El problema es más complejo en el cual deben participar todos.
Sin duda que los maestros
hacen su parte en la educación de los niños, aun cuando hay que reconocer que
también existen mentores que lo que menos les interesa es fomentar en los
alumnos, además de la enseñanza, los valores universales; sin duda que los
padres, y la familia en general, tienen la mayor culpa del comportamiento de
los niños. Y por supuesto que la sociedad también es culpable por no actuar a
tiempo.
Por eso es que tiene razón
el alcalde de Chilapa, Jesús Parra García, en el sentido de que hay que educar
con principios y valores, no sólo dejándole la responsabilidad a la escuela,
sino desde la casa, desde la familia, e incluso inculcar la fe en un ser
supremo. Si desde el seno familiar no se inculca a respetar la vida, a los
padres, a los abuelos, a los hermanos, y a todos, y si desde la escuela no se
enseña a respetar a los demás y a la sana convivencia, significa entonces que
como sociedad no se están haciendo las cosas bien.
Es muy cierto. Los niños
no nacen con malicia; no actúan con dolo, mala fe, alevosía y ventaja; no
discriminan, no se burlan ni humillan a nadie hasta que un adulto les enseña,
lo leen en las redes o lo ven en los medios de información. Los niños hacen lo
que ven en los adultos como algo normal.
Todos, pues, somos
culpables de lo que hacen los niños. En consecuencia, el problema es de todos.
Dice el alcalde de Chilapa
al respecto: “Urge inculcar en los niños los principios y valores que a lo
largo de la historia han permitido avanzar como humanidad, entre ellos el
respeto, tanto a la vida, a la familia y a todos. Se requiere incluso una
educación sustentada en los universales. Y es que si el futuro es de ellos,
entonces la obligación que se tiene con ellos es de todos”.
Por supuesto, para éste
como para muchos problemas no hay recetas, pero sí se quiere resolver el
problema hay que empezar por un debate nacional sobre cómo atenderlo y
resolverlo. Aquí sí valdría la pena que el presidente de la República convocara
a ello; sería importante que los gobiernos estatales y municipales pusieran su
parte, y la sociedad en su conjunto participara. Aquí sí la Patria está en
peligro.
Tiene razón Jesús Parra
García. Urge, pero con hechos concretos, fortalecer el tejido social y fomentar
la convivencia familiar. Urgen los buenos principios, los buenos valores. Lo
ocurrido en Torreón, Coahuila, como por desgracia también ocurre en otras
partes del país, debe convocarnos a la conciencia, a reflexionar qué estamos
haciendo mal y qué hemos dejado de hacer para que un niño tome un arma, dispare
contra su maestra, la que finalmente muere, y luego también se mate.
Creo que aún se está a
tiempo. Ignorar el problema, o pretender solucionarlo con la revisión de las
mochilas de los alumnos en las escuelas, sería una gran irresponsabilidad de
las autoridades y una grave omisión de la sociedad si no se va más allá.
Por supuesto, la solución
tiene que iniciar desde la familia y su entorno social. Mañana, puede ser muy
tarde.
Comentarios: julio651220@hotmail.com