¿Y Humberto Salgado por qué no?
Jeremías Marquines
La renuncia del procurador de
Justicia del estado de Guerrero, Alberto López Rosas, del secretario de
Seguridad Pública, Ramón Almonte y demás funcionarios menores, si bien, no es
suficiente, es un muy mínimo comienzo para intentar aclarar el crimen cometido
por policías ministeriales en contra de dos estudiantes de la Normal Rural de
Ayotzinapa, ocurrido el día lunes en Chilpancingo.
No son pocos los que han visto en
el sacrificio de estos funcionarios una cortina de humo con el fin de proteger
al secretario General de Gobierno, Humberto Salgado Gómez, quien ya debió haber
renunciado porque siendo el encargado de la seguridad interior y de los asuntos
políticos del estado, no estuvo a la altura de las circunstancias para atender
con anticipación y celeridad las demandas que venían planteando los
normalistas, en lugar de estar atento a los problemas del estado, este
funcionario se la pasa de dama de compañía del gobernador Ángel Aguirre. Más
que secretario General de Gobierno parece secretario privado y pilmama del
gobernador.
Humberto Salgado tiene el mismo
nivel de responsabilidad en estos hechos por su omisión, como la tuvieron los
funcionarios cesados. Sin embargo, su intimidad con el gobernador le ha
asegurado un fuerte manto de impunidad y sigue gozando del cargo a pesar de
haber fracasado en su tarea. En las últimas horas, Aguirre ha declarado
bonachonamente a los medios de comunicación: “que durante su gobierno no
permitirá que se cometan actos de impunidad, no voy a meter las manos al fuego
por nadie". En consecuencia con estas afirmaciones, ya debió haberle
pedido la renuncia a su amigo del alma, Humberto Salgado, quien aparte de
funcionario fallido, aspira a senador por el PRD.
Aunque si bien es cierto que las
renuncias de funcionarios no resuelven nada, también es cierto que su
permanencia en el cargo, ofende a la ciudadanía. Desde que ocurrió el asesinato
de los dos estudiantes, Humberto Salgado no ha hecho ninguna declaración al
respecto, se ha vuelto un bicho escurridizo y toda la carga de la tragedia se
la dejó al gobernador quien ha venido
haciendo el trabajo de su secretario. Por lo tanto, este señor no tiene nada
más qué hacer al frente de esa Secretaría pues su permanencia inútil envía un
grotesco mensaje de impunidad a los afectados y a la sociedad misma.
Ángel Aguirre tiene que olvidarse
ya de las simulaciones y las tácticas dilatorias. Si quiere evitar que este
asunto se le desborde aún más, tiene que dejar el cantinfleo demagógico que
acostumbra, y asumir la total responsabilidad de los hechos. Su obligación es
procurar el castigo que se merecen los policías asesinos, así como los
elementos policiacos estatales y federales que golpearon y torturaron tanto a
estudiantes detenidos como a ciudadanos que pasaban por el lugar, entre ellos,
al escritor y periodista Erick Escobedo, a quien detuvieron y torturan por
varias horas, sólo porque la lógica deductiva de estos Sherlocks ejidales lo
confundió con estudiante de Ayotzinapa. ¿Acaso esta golpiza también va a quedar
impune? ¿Y los que lo hicieron van seguir estando en la corporación esperando
para volver a repetir lo mismo contra cualquier otro ciudadano que se parezca a
Bin Laden?
Por otra parte, el gobernador
deberá prever y atender con anticipación, la acción de grupos oportunistas que
tomarán bandera de lo ocurrido con el fin de buscar una mayor desestabilización
de su gobierno. Ya hay anuncios de varios grupos ultras que preparan a sus
huestes para sacar tajada de lo ocurrido. Estos temas deben ser atendidos y
resueltos con anticipación si no quiere comenzar el próximo año con tomas y
plantones. Los pendientes de Aguirre son muchos y el tiempo de gracia se le
acaba.
Sobre la responsabilidad de lo
ocurrido, la mayoría coincide en que ni el gobernador de Guerrero, Ángel
Aguirre, ni el procurador de Justicia, Alberto López Rosas ordenaron el uso de
armas contra los normalistas. Aún no están tan locos como para autoinmolarse
políticamente de esa manera. Sobran en las corporaciones policiacas de Guerrero
asesinos sanguinarios que han sobrevivido a los cambios de esa corporación
haciéndole el trabajo sucio a los poderes fácticos. Muchos de estos individuos
sólo usan la institución como objeto de impunidad pero en los hechos trabajan
por cuenta propia. En las últimas horas circulan versiones que desde las
catacumbas de los poderes fácticos que durante años han controlado a la Policía
Judicial de Guerrero se aprovechó la ocasión. El resultado es la salida del
Procurador Alberto López Rosas, quien venía realizando una exhaustiva
investigación contra el acalde de Tlapa, Willy Reyes, entre otros casos de alto
impacto, así como la depuración de la propia corporación.
Una cosa cierta sobre este atroz
crimen, es que aún falta lo más importante por dilucidar. Los asesinos están a
la vista: hay cientos de fotografías y videos mostrando a los que disparan sus
fusiles contra la multitud, por ese lado no hay mucho que buscar, el verdadero
problema de todo este asunto es: ¿quién les ordeno hacer qué?, ¿y para qué?
LA CONTRA
Es repudiable el calificativo
déspota y degradante que algunos medios de comunicación usan, así como alguno
que otro seudocomentarista, cuando se refieren a los jóvenes normalistas como
Ayotzinapos. No cabe duda que la estupidez está a flor de piel…. Esta columna se
solidariza con Erick Escobedo, compañero periodista y reciclador de historias
urbanas, fue madreado por judiciales de Guerrero que andan impunes.