Las elecciones del primero
de julio del 2012 están a la vuelta de la esquina. Faltan menos de seis meses
para que los ciudadanos con credencial de elector validada puedan emitir su
sufragio para elegir al presidente de la República, a los que serán miembros
del senado y la cámara baja del Congreso de la Unión, sin desatender la
elección de los aspirantes a un puesto de elección popular en cada una de las
32 entidades de la República Mexicana, pues como bien sabemos todos, en 15
entidades habrá también comicios para designar al jefe de gobierno (caso del Distrito
Federal) y gobernadores, así como a los que formarán parte de la asamblea
legislativa del DF y congresos locales, delegados en las demarcaciones del
Distrito Federal y presidentes municipales.
En, fin, según datos del
propio Instituto Federal Electoral (IFE), los mexicanos habremos de elegir a
más de 2000 candidatos a los cargos que estarán en disputa el próximo primero
de julio.
Y como en todas partes del
mundo sucede, los políticos están más
que nerviosos pues saben bien que los
lugares disponibles no son siempre suficientes y temen no ser incluidos o lo
que es peor, ser excluidos de las listas que se configuran en los lugares mas
oscuros o aislados o en medio de una discusión no siempre dulce donde las palmadas
sobre la mesa se repiten una y otra vez con mayor fuerza.
Después de esto, las listas
se filtran para que los nombres que han sido palomeados sean ante la opinión pública revisados, criticados,
impugnados y hasta denunciados. O sea, lo que se pretende es que la sociedad
haga su parte y de ahí se puedan subir los nombres que pasaron la prueba del ‘’infierno’’ y ser sujetos a la
aprobación del ‘mandamás’— o candidato
presidencial—para finalmente llegar hasta la mesa del dirigente formal del
partido que sea para que las valide en asambleas o convenciones o simplemente
se les otorgue el reconocido ‘vobo’.
Como se puede constatar,
nada es fácil y menos para quienes no cuentan con las prendas que hoy se
requieren para ser candidatos a los puestos de elección popular,
particularmente cuando se tienen muchas dudas respecto a la honestidad,
credibilidad y confianza de los políticos y algunos que han sido señalados como
parte del crimen organizado.
Guerrero no es la excepción
o quizá podríamos decir que es la regla, pues aquí muchos aspirantes a puestos
de elección popular no solo son indiciados como parte del tinglado de la
delincuencia organizada sino que también han sido sujetos a investigación por
parte de las autoridades federales respecto al mal uso que han hecho de los
programas oficiales, de los recursos públicos, del endeudamiento irracional y
la defraudación al erario público con el incremento artificial de costos por
obras o materiales comprados o adquisición de terrenos con precios
extraordinarios fuera de toda lógica. Un ejemplo es lo sucedido en la
administración municipal de Acapulco.
No es por lo tanto gratuito
que el PRI se haya adelantado para exigir a los prospectos a los puestos de
elección popular una serie de requisitos que antes no se les solicitaban, como
son: las cartas de no antecedentes penales que la PGR, PJEG deben expedirles o
que las instancias del gobierno federal (Secretaría de la Función Pública o
Secretaría de Hacienda) deben otorgarles para quienes han tenido en los últimos
meses cargos en la administración pública.
Ante esto, podemos inferir
que muchos de los que estaban ansiosos de ser candidatos no lograron tener la
documentación requerida o que fueron terminantemente parados en seco para que
no hicieran nada al respecto y quedaran sujetos a otras disponibilidades en
lugares menos disputados como son las diputaciones federales o locales.
El PRI ha puesto en alerta a
sus militantes. Enrique Peña Nieto no quiere a nadie que tenga cuentas con la
justicia y menos quienes han sido señalados como corruptos, autoritarios y
depredadores o simplemente colaboradores o facilitadores de la delincuencia
organizada.
Los lugares en disputa serán
para quienes tengan la capacidad de ganar. En Guerrero, la disputa por el poder
será más que reñida y se requerirá de candidatos que puedan enfrentar toda
clase de críticas y de escrutinio público y oficial.
En la acera de enfrente, o
sea, en el PRD, las cosas son diferentes. Ahí no les preocupa que sus
candidatos estén o no inmersos en cuestiones nada claras o que hayan cometido
una serie de irregularidades en el ejercicio de su responsabilidad oficial.
Lo que les importa en el PRD
es que queden quienes puedan atraer mayoría de votos y para ello tendrán que
hacer de todo para sacar candidaturas de unidad, pues caso contrario, perderán
ante un electorado que esperamos esté mas atento a lo que ocurre a su alrededor
a fin de emitir un sufragio informado y
comprometido y no dar su voto a quien se lo compre o a quien le ofertó un
futuro mejor pero sin que tenga ningún asidero.
Muchos nombres han salido en
los últimos meses a la palestra en esta entidad. Todos quieren ser senadores o
diputados federales o al menos diputados locales o de perdida presiente
municipal o síndicos o regidores. De lo que están seguros todos estos que
quieren obtener una posición dentro del tinglado del poder, es que no quieren quedar fuera del
presupuesto porque entonces estarían en un permanente error.
¡Vaya filosofía de priistas
y perredistas!
Lo que es cierto es que
mientras las cosas se van definiendo, los ciudadanos, todos en general, tienen
frente a sí una enorme tarea que realizar, esto es, que tienen que estar
alertas o atentos para tratar de conocer a los aspirantes a diputados locales,
presidentes municipales, senadores, diputados federales y presidente de la
República.
El paquete no es pequeño ni
fácil de discernir, pero si pone en la balanza lo que han hecho o no han hecho
los políticos que hoy quieren su voto para ser esto o aquello, usted lo que
tiene que definir es si conviene—no a usted sino a la comunidad—que sea su
representante o su autoridad y en función de la información que obra en su
poder votar en consecuencia.
Un voto razonado es un voto
que servirá para que nuestro país y nuestra entidad pueda tener mejores
autoridades y representantes populares y puedan éstos hacer posible que el
cambio pueda darse, que no nos quedemos con el juego de la alternancia ni de la
transición sino que le apostemos al cambio.
¿Usted conoce a un político
a quien le daría la llave de su casa para que se la cuide?
Si la respuesta es positiva,
entonces vote por él. Pero si no fue así pues descártelo desde ahora y empiece
de nuevo a auscultar a quienes pueden ser finalmente sujetos de su credibilidad
y confianza.
Votar o no votar, esa es la
cuestión
¡No lo olvide!
Periodista
y Analista Político observar@gmail.com