Tres
encargados de despacho y mes y medio después del 12 de diciembre, la
Procuraduría General de Justicia en el Estado, PGJE, hoy a cargo del campechano
Juan Manuel Herrera Campos, cuyo historial como funcionario del poder judicial no es muy claro, y si seriamente
vergonzoso, puso el dedo, en donde el ex procurador con licencia Alberto López
Rosas, hizo hasta lo imposible, por determinar la no culpabilidad de los
agentes ministeriales de Guerrero, en el homicidio de los estudiantes de la
Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa.
Herrera
Campos lo hizo, deslindando con ello y de un plumazo, las interrogantes sobre
el papel jugado por la policía federal, señalada desde un primer momento como
los responsables dado los peritajes extraoficiales llevados a cabo por el
exprocurador con licencia, Alberto López Rosas, indagaciones que en ningún
momento fueron del agrado de la Procuradora General de la República, Marisela
López y del mismo anciano secretario general de Gobierno, Humberto Salgado
Gómez, funcionario que a todas luces se ha visto rebasado por las circunstancias,
y lejos ha estado de actuar y decidir dinámicamente, como lo exige la sociedad,
una sociedad que vive el siglo XXI, no la década de los ochenta en el cual se encuentra atorado el
anciano funcionario responsable de la política interna del estado de Guerrero.
Así
del eslabón más débil cayeron los presuntos responsables de la muerte de los
dos estudiantes normalistas, los agentes ministeriales, Rey David Cortés e
Ismael Matadama, señalados como presuntos homicidas y de abuso de autoridad. más
lo que se acumule. El eslabón más débil de una corporación que ya de sí es
una institución con “cero grado” de
credibilidad y confiabilidad, entre la
sociedad guerrerense, y más allá de ella misma, por tener impregnado en
la frente el sello de la corrupción y la impunidad, esto ganado a pulso, siendo
parte de su obscura realidad y trágica y negro historial. Pero actuaron solos?, actuaron de mutuo propio?, recibieron ordenes
de sus superiores, porque es conocido
que este tipo de ordenes entre estás corporaciones, jamás de los jamaces se da
por escrito, eso es como suicidarse en terreno baldío, luego entonces, quien quiera que haya sido el que ordeno que se disparara a los
estudiantes, que se “limpiara la autopista del sol” tiene voz, y si tiene voz
tiene mando, tiene jerarquía, y si tiene mando, si tiene jerarquía tiene
nombre, y ese es el que la sociedad guerrerense tiene el derecho de conocer, y
debe también de ser consignado sea quien sea.
Es
aquí en este espacio nebuloso en donde se confunde la autoridad con el poder,
en donde se esconde la impunidad, en donde la corrupción aflora y pretende
cubrir ordenanzas, disimulos, corruptelas, entre el alto mando policial y las
estructuras del poder instalado en el
Palacio de Gobierno, atado a añejas estructuras y paradigmas del poder como lo
ha demostrado con la muerte de Miguel Nazar Haro, “cereza” de la gran mierda de
la impunidad, y del cinismo de la nomeklatura policial y de gobierno de este
país, en la época de los ochenta del
siglo pasado, cuyo brazo político policial al mando del general Mario Arturo
Acosta Chaparro, tuvo sus tentáculos y
su oscura acción en el estado de Guerrero, cuyos hedores aún contaminan no sólo
la política actual, sino todos los pasadizos de la burocracia judicial desde la
federal hasta la estatal, en donde los renglones torcidos de esta alta
burocracia hace casi imposible desatar el nudo gordiano de la impunidad existente
en la actualidad, convirtiéndose en un “Cuasimodo” de la sociedad que hoy no
fácilmente acepta “tragarse el garlito”, con el señalamiento infantil, de la
coincidencia de los peritajes cuando todo mundo sabe que fueron los federales
los que “limpiaron” inmediatamente la zona de los sangrientos hechos, entonces
a quien le “quiere dorar la píldora” el actual encargado de la Procuraduría de
Justicia en el Estado, Juan Manuel Herrera Campos, porque lo que ha logrado es,
hacer caer la primera pieza del domino,
colocadas las piezas verticalmente en una inclinación de 30 grados, que lo
llevará inexorablemente a abrir la Caja de Pandora, y eso ni él ni sus
superiores querrán que suceda, porque entonces sí, lo que hoy esta asegurado
con alfileres, como lo es el puesto del secretario general de Gobierno,
Humberto Salgado Gómez, y la libertad del ex procurador con licencia Alberto
López Rosas y del secretario de
Seguridad Pública, Ramón Almonte Borja, se puede desprender con tanta
facilidad, como cuando uno le quita la paleta a un niño. Así de fácil. Email:gernestorivera@gmail.com