Nunca se ha ido. El lugar común citaría que Carlos Salinas de Gortari está de retorno en la vida pública nacional, mentís a la versión que, a principios del año pasado, recreó una reunión del ex mandatario con el presidente Enrique Peña Nieto, en la que éste le habría pedido que cualquier asunto que quisiera tratar, lo hiciera directamente con él y no con los miembros del gabinete.
Y es que, de acuerdo con aquella versión, Carlos Salinas se había convertido en un poderoso cabildero con miembros del naciente gobierno, quienes no le negaban favores mas consideraban que prácticamente llegaba a darles instrucciones, merced a su estrecha cercanía con Enrique Peña Nieto, quien decidió cortar por lo sano y le pidió tratarle los asuntos directamente, con lo que dio pie a una especie de exilio mediático y alejado de la esfera del poder.
La filtración de esa supuesta reunión, estuvo a cargo de un joven alto funcionario cuyos bonos han crecido como la espuma en el primer círculo de Los Pinos; tanto que hasta publicaciones serias le auguran un futuro de éxito en la política sin descartarlo en la sucesión presidencial. Quizá, quizá, porque en estos menesteres nunca es temprano ni tarde. Todo tiene su quid.
Luego, con la renuncia por motivos personales de Francisco Rojas Gutiérrez, a la dirección general de la Comisión Federal de Electricidad, con previsiones de ajustes mayores en el gabinete legal y ampliado, hubo quienes estimaron que comenzaba a desmantelarse al equipo salinista que logró espacios en el gabinete de Peña Nieto.
Tal vez olvidaron que el Rojas Gutiérrez cercano de verdad a Carlos Salinas, es Carlos; Francisco lo fue de Miguel de la Madrid Hurtado, quien lo trepó a las ligas mayores con el hábito de inquisidor de los dineros y honras públicas, en su sexenio de la “Renovación Moral de la Sociedad”, nombrándolo al frente de la recién nacida, entonces, Secretaría de la Contraloría General de la Federación, cuy último residuo, la Secretaría de la Función Pública está en fase terminal.
Esto es parte de ese singular Alzheimer político que suele atacar a las neuronas de muchos prohombres del poder que, en el ir y venir, subir y bajar de cargos públicos o de elección popular, olvidan nombres y señales, acuerdos y compadrazgos, lealtades y compromisos de hermandad.
¿A quiénes incomoda o qué carrera política entorpece la presencia y activismo de Carlos Salinas de Gortari? Rota la máxima de que los ex presidentes debían guardar sacro silencio político, nadie debe sorprenderse de encontrar por ahí, en algún sitio público, al ex Presidente, a quien su sucesor Ernesto Zedillo Ponce de León persiguió hasta el delirio y el exceso de utilizar a lo que quedaba de respeto a la Procuraduría General de la República para saciar una venganza de algo que el propio Salinas dice no haber encontrado causa.
Retomo tres preguntas con sus respuestas, de la entrevista que Rogelio Cárdenas Estandía hizo a Salinas de Gortari --en la que recuerda que éste tuvo embates contra su padre, Rogelio Cárdenas, y el periódico que fundó (El Financiero)—publicada en El Universal. A saber:
“--Durante los últimos meses de su sexenio hubo dos magnicidios, un movimiento armado, una precrisis. ¿Qué fue lo que pasó?
“--Lo que vivimos en ese inicio de 94 fue un intento de descarrilamiento del gobierno como respuesta al proceso reformador tan intenso que habíamos llevado a cabo: en la parte económica, pero también en la social con la transformación del artículo 27, la reforma educativa, la reforma de relaciones con las iglesias que rompía un tabú, pues el artículo 130 era el único no tocado de la Constitución en 70 años.
“--¿Afectó intereses?
“--Sí. Ante todo ello había una resistencia de los grupos que antes se beneficiaban de un sistema tan cerrado y anquilosado, que habían querido descarrilar las reformas y no pudieron, entonces decidieron descarrilar al gobierno, y eso es lo que intentaron en 1994. Pero [logramos] ofrecer paz, diálogo y mantener la circunstancia institucional para llegar, dentro de la inmensa dificultad, dolor y tragedia, a una elección presidencial que ha sido de las menos controvertidas, donde los mexicanos, muchos dicen “es que salieron a votar por temor”, ¡no! Salieron a votar masivamente como un acto de responsabilidad y dijeron “si hay reto, si hay problema, a las urnas vamos todos”, y una transmisión pacífica y constitucional del poder al final del año muestran que quienes estaban en contra del proceso reformador no lograron ni revertir las reformas ni tampoco derribar al gobierno.
“--Cuando se da ese intento de descarrilamiento, ¿usted sentía que todo iba perfecto?
“--¿Usted cree? Cuando se tiene esa responsabilidad nunca se piensa que todo va perfecto, no era mi caso, al contrario…”
¿Qué hacías hace 20 años?, pregunté al colega Roberto Vizcaíno. “Representaba –respondió--al gobierno de Coahuila, el gobernador era Rogelio Montemayor (Seguy). Me tocó informarle de la muerte de Colosio y por poco se me desmaya”. ¿Dónde están aquellos que en 1994 pretendieron descarrilar al gobierno de Carlos Salinas porque afectó sus intereses? El ex presidente estuvo ausente un año de la vida pública. Reaparece y hay quienes se ponen nerviosos. ¿Qué hacían hace 20 años? Digo.