Obligaciones
y responsabilidades de los servidores públicos, entendiéndose en la pirámide de
la estructura gubernamentales desde el Presidente de la República y hasta el
más modesto empleado de cualquiera de los tres niveles de gobierno, están
previstas y sancionadas en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.
Es
un trabajo bien remunerado en los altos niveles del Poder Ejecutivo;
extraordinariamente retribuido en el Poder Judicial de la Federación y con
largueza y absoluta opacidad en el Poder Legislativo.
¿Hay
alguna razón para aplaudir a un servidor público por el cumplimiento de sus
obligaciones? Casos excepcionales los hay con medalla de oro y diploma de por
medio, incluso un premio en metálico, cuando se trata de actos heroicos o de
beneficio para la sociedad o, como suele decirse, para la humanidad.
Los
maestros, por ejemplo, tienen una misión en específico. Pero la retribución que
les permitía tener una vida digna, desahogada para dedicarse estrictamente a
educar a los mexicanos, se perdió entre los diferendos políticos que
seguramente recordará el senador Manuel Bartlett Díaz con la entonces poderosa
dirigente nacional del magisterio sindicalizado, Elba Esther Gordillo Morales.
La
rebelión magisterial contra el status laboral, incentivada por quienes hicieron
de la protesta una industria millonaria y personalizada, obligó a gobiernos
como los de Oaxaca, Michoacán y Guerrero a entregar espacios de poder y premiar
a los maestros que iban a dar clases, es decir, darles un bono mensual de dos
mil pesos, además de su salario, por cumplir con sus obligaciones y
responsabilidades.
¿Se
merecerán esos maestros un homenaje el 15 de mayo? Han perdido el respeto de la
sociedad y, lo peor, de sus alumnos. ¿Quemar incienso a los maestros cual
homenaje a los dioses de la sabiduría que perdieron en una batalla prestada a
intereses de supuesta izquierda anti gobierno?
En
esa tesitura y medidas las distancias, el golpe al narcotráfico de las grandes
ligas que se significó el sábado último por la captura de Joaquín El Chapo
Guzmán, detonó en declaraciones de reconocimiento y felicitación, muchas de
ellas cuajadas de genuflexiones y en exceso triunfalistas, al presidente
Enrique Peña Nieto.
Los
merecimientos, empero, son para infantes de marina, policías federales y
soldados que han muerto en esta guerra contra el crimen organizado y que todos
los días transitan en esa débil línea de la gloria o la muerte en esta tarea.
Donde manda capitán, no gobierna marinero. ¿Qué ha sido de las familias de
estos marinos o soldados rasos que han muerto? Para ellos, más que la
felicitación debieran ser los presupuestos destinados a las recompensas
ofrecidas por la captura de delincuentes. El incienso no paga despensas, la
leche y la escuela de los huérfanos de guerra.
¡Ah!
Contrastaron las críticas de personajes como Andrés Manuel López Obrador,
apenas elementales en este mosaico plural del país. Cada quien con su incienso,
unos para halagar, otros en una especie de conjura contra los malos espíritus
que les inhiben triunfos, aunque los tildan de fraude. En fin.
Pero,
en estos contrastes, ofenden por excesivos, ciertamente, los elogios a Enrique
Peña Nieto. Olvidan los legisladores, políticos, líderes políticos y sindicales,
integrantes de la alta burocracia, lamebotas, editores de dizque diarios de
circulación nacional que desplegaron editoriales de excesiva ñoñería, cuando
saben que el narcotráfico es la Hidra de mil cabezas, que esa es una obligación
de cualquier servidor público.
Al
tomar posesión, conforme dispone el artículo 87 constitucional el Presidente de
la República protesto “guardar y hacer guardar la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y
patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha
conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no
lo hiciere que la Nación me lo demande."
En
el artículo 108 constitucional se refieren las Responsabilidades de los
Servidores Públicos. Felicitarlos por cumplir con su trabajo, es de elemental
civismo. Pero quemar incienso y pretender elevarlos al nivel de héroes por
haber cumplido con sus obligaciones, es un exceso.
Y si
alguien duda que el capturado sea El Chapo y se repita aquella opereta con el
caso de Amado Carrillo, El señor de los cielos que “se murió” en el quirófano,
o de la que parecía broma de mal gusto con El Lazca, está en su derecho de
dudar. ¿Cortina de humo? ¡Pamplinas! A los mexicanos ya no nos engañan con esa
muletilla.
Lo
cierto es que no hay razón para hacer héroes. Además, no olviden que se lucha
contra la Hidra y El Chapo es sustituible. Esto no se acaba hasta que termina. Ni
tanto que queme al Santo ni tanto que no lo alumbre. Conste.
LUNES.- El secretario de
Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, realizó una gira
bastante movida por Colima. Inauguró obras de infraestructura, atestiguó la
presentación del portal México Conectado y anunció la nueva etapa del programa
de transición a la televisión digital; además convivió con estudiantes y ofreció
hacerles llegar Internet. Optimista porque
la SCyT cumple el mandato constitucional de garantizar el derecho de acceso a
las tecnologías de la información y comunicación. En marzo arranca el plan
piloto para sustituir 120 mil televisiones con señal analógica en Nuevo Laredo
y Reynosa, Tamaulipas. La asignación de televisiones digitales se hará a
hogares inscritos en padrones de Sedesol; sólo un aparato por hogar.