Rogelio
Faz/Cartas desde Chicago. En Estados Unidos el criterio político del electorado
latino de habla hispana, el hispano estadounidense y el estadounidense
anglosajón es diferente. Las fuentes de información hacen la diferencia.
Los
de habla inglesa tienen una lista de analistas, muy extensa y experta en la
materia. Escrita, televisada, radial o en la web, así sea tendenciosa. Tienen
el hábito por la lectura por lo que cuentan con una amplia variedad de opciones
editoriales en diarios o revistas especializadas, además de los debates
políticos.
En
contraste con la comunidad de habla hispana, donde las fuentes de información,
por supuesto con sus excepciones, además de inmolarse es muy consecuente y por
encimita. Los pocos analistas con capacidad y conscientes de su compromiso,
acaban por expresar lo que el oyente quiere escuchar y no lo que necesita
saber, como dice una promoción comercial de asistencia legal.
Esos
pocos informadores terminan siendo absorbidos por solidaridad. Y la fuente de
comunicación se convierte en una plataforma de quejas, exigencia de derechos,
denuncia de injusticias y hasta de insultos, que es válido hasta cierto punto.
Pero no abordan el problema migratorio en su esencia. Dejan la solución del
problema a una reforma inmigratoria. Solo que ésta no resolverá la inmigración
ilegal por lo tanto seguirá la separación familiar.
En
las pasadas elecciones de medio término, nuestra esperanza se centró en el
capital político de los hispanos ciudadanos que supuestamente definirían la
contienda electoral –eso nos dijeron-. Que de las marchas se pasaría a los
hechos ¡Hoy marchamos mañana votamos! ¡Los sacaremos del Congreso a los antinmigrantes!, se decía.
El
criterio y la actitud del inmigrante como tal se basa en la información que
recibe. Así los que no dominamos el idioma inglés en su totalidad, sumado a la
pereza por la lectura hasta en nuestro idioma, medimos los derechos a nuestro
parecer.
La
mayoría de la información recibida por radio y televisión es en formato de
noticia. Por eso nos enteramos un par de días antes de las elecciones que los
republicanos podían ganar. Un día después se supo que arrasaron. No nos alcanzó
con los hispanos estadounidenses ¡diantre! Y que el voto hispano solo participó
con un 8%, pero seguíamos exigiendo el 100% de una reforma.
Una
de esas fuentes de información a nivel nacional más críticas es a través de
Univisión Radio. Una con Fernando Espuelas (uruguayo) a favor del partido
Demócrata, y la otra con Helen Aguirre Ferré (de origen nicaragüense) del lado
Republicano. Espuelas constantemente acusa a los republicanos de locos, cínicos
y fuera de la realidad “científica”, y de promover el odio -cuando él es un
promotor de los descalificativos-. Que con risa patética aseguraba que los
republicanos iban a perder el control del Congreso ¡Chuchita y sus
calzones!
Aguirre
es de Miami, Florida, y es un poco más moderada que deja expresar más libremente
a los radio escuchas pero le gana el lado republicano del exilio cubano.
En
televisión por razones de ratings o de imagen se cuida el aspecto cosmético.
Donde a nuestra estrellita Jorge Ramos con su programa Al Punto en Univisión,
se le escapan muchas preguntas o remarca otras más para satisfacer a su
audiencia más que por un análisis frio del problema.
Por
cierto, aunque no lo crea, aquí también caben las telenovelas, al menos las que
bajo ese formato se han convertido en apología del crimen, en particular las
del narcotráfico perfumadito. Dizque porque es una realidad de nuestros días.
Pero
si se quiere llevar a la pantalla “chica” temas de actualidad por que nos gana
la gula del entretenimiento, pues tenemos el drama de la separación familiar y
con mucho realismo. Como trama central está la indiferencia de nuestra
comunidad ante la convenenciera política gringa. Donde se mezcla el amor, el
odio, la compasión, la crueldad, la justicia, la injusticia. Los buenos y los
malos, los nobles y los cínicos.
A
la mejor de esa manera cómoda y pasiva sentados en un sofá viendo
migrantenovelas se concientiza a la comunidad que no lee ni en inglés ni en
español, y cuando escucha y mira es para sentirse mártir.
Para
esto, qué tal una telenovela llamada
“Posion the Well”, algo así como “envenenando lo bueno”. Vaya usted a saber
cuál sería el final cuando los buenos podrían ser los cínicos y los malos los
nobles, eso sí, todos villanos. Sería como la diferencia entre un ciudadano
informado y uno enajenado.
rogeliofaz@yahoo.com