TERESA GIL |
Libros
de ayer y hoy. Uno de los personajes más gordos que he conocido en la
literatura, es el de Rex Stout, Nero Wolfe. Llegó a pesar 390 kilogramos. Y eso
trae a colación uno de los problemas que está llegando a su límite, también, en
el país, el de la salud. Y un asunto crucial que involucra varias enfermedades,
duerme en la inercia, el de la obesidad.
Tener
sobrepeso atañe a otra enfermedad, la terrible diabetes, cuyo día mundial será
conmemorado el próximo 14 de noviembre.
Datos
oficiales –Encuesta Nacional de Salud-, mencionan a alrededor de 72 por ciento
de obesos mexicanos, de los cuales más del nueve por ciento tienen diagnóstico
previo de diabetes. Expertos en obesidad han señalado que el control de peso ha
resultado otro fracaso de las autoridades de salud a un año de haberse lanzado el programa
específico, porque en el fondo del problema subyace el interés de las empresas
vendedoras de alimentos chatarra.
Y
hacen la advertencia de que el problema se calcula a tan bajo nivel que el
aumento presupuestal que se tiene contemplado apenas es de 2 por ciento para
obesidad y diabetes. Y eso, que sólo en diabetes, hay un promedio de alrededor
de 73 muertes por cada cien mil habitantes, aunque se cree que en 2015 podrían
morir alrededor de cien mil personas.
Los
días dedicados a un tema son utilizados por las autoridades para dar informes,
generar promesas y hacer llamados a la conciencia ciudadana. Transcurrido el
día, las cosas se olvidan.
Si
algunos autores han creado personajes pasados de peso quizá se deba a que
antes, ser gordo era raro. O a que los autores lo eran como Chesterton uno de
cuyos personajes en El Hombre que fue jueves –ya mencionado antes en esta
columna-, era inmensamente gordo. Y otro, también ya citado, de Wilkie Collins
–quien era flaco y chaparro-, el conde Fosco, tan ampliamente gordo, que cuando
muere es exhibido en una vitrina en París.
Un
autor que padeció una inmensa obesidad fue Felisberto Hernández, quien inspiró
la tesis de la maestra e historiadora Azucena Franco, El cuerpo en la
literatura de Felisberto Hernández (UNAM, 2012).
Cuando
murió este autor uruguayo, hubo que tumbar la puerta para sacarlo y en el
cementerio se abrieron dos fosas para que cupiera. Rex Stout, creó a su
personaje al estilo de los viejos maestros del crimen; era extranjero -nació en
Montenegro y se naturalizó estadounidense-, y aunque al principio era gordo
“con una inmensidad globular de 160 kilogramos de peso”, después casi triplicó ese peso.
“El
gordo Nero Golfe, bebedor de cerveza y cultivador de raras especies de
orquídeas”, decía Narcejac. Llegó un momento en que el detective no podía
caminar debido a su gordura y sólo se movía lo necesario. En la televisión
estuvo 8 meses en 1981, interpretado por William Conrad, el mismo que después
hizo a otro detective con sobrepeso, Cannon. Sacar a relucir un problema que es
mundial y que se ha convertido en muchos casos en mórbido, tiene la intención
de advertir, cosa que algunos autores sólo lo hacen por mero placer literario o
para demostrar que la envoltura corporal es irrelevante, cuando la mente está
lúcida.. Stout (Las arañas de oro, Plaza Janes, editores 1982), gran autor,
nunca alcanzó los niveles de Chandler, Cain y Hamnet, aunque fue nombrado el
mejor maestro del crimen del siglo pasado.
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx