En el cierre de 2014 las
conjeturas y apuestas respecto de cambios en el gabinete presidencial sin duda provocaron más de una sonrisas
maliciosa, pero igual preocupación entre quienes en las ligas mayores del
gobierno federal no acaban de cuajar o simplemente han pasado desapercibidos en
sus tareas. En esto del quehacer político hay de fantasmas a fantasmas.
Pero, como lo refiriera el
coordinador de los diputados federales del PAN, José Isabel Trejo Reyes, si los
cambios en el equipo del Presidente o gobernante en turno sirvieran de algo,
entonces a cada rato serían relevados del cargo los funcionarios públicos de
alto rango.
Y tiene razón Trejo Reyes.
Porque, por ejemplo, la licencia de Ángel Heladio Aguirre Rivero, que en los
hechos es una renuncia al cargo de gobernador de Guerrero, no solucionó el
fondo del conflicto político-social que vive aquella entidad.
En contraste, la dimisión
de Fausto Vallejo Figueroa, por lo menos sirvió para atemperar el clima
político que se había calentado a partir de la aprehensión de quien fuera su
secretario de Gobierno, Jesús Reyna, y el escándalo por los vínculos de su hijo
Rodrigo Vallejo Mora. Pero no fue una solución a la grave situación que priva
en Michoacán, ahora en una nueva vertiente de crisis por los casos de Humberto
Mora y El Americano, convertidos en verdadero dolor de cabeza para el
comisionado Alfredo Castillo.
Aunque, en estas versiones
y trascendidos de cambios en el gabinete, por lo menos hay sustento en el caso
del secretario de Energía, Ildefonso Guajardo Villarreal, quien a partir de la
segunda quincena de este mes deberá solicitar licencia para separarse del cargo
e ir en busca de la candidatura al gobierno de Nuevo León, a la que igual
aspira la senadora y dirigente del sector popular del PRI, la CNOP, Cristina
Díaz Salazar.
Pero, que se sepa, no hay
otro miembro del gabinete que quiera ser candidato a gobernador ni diputado
federal o presidente municipal; vaya, sería demeritar su carrera aquel que, de
integrante del equipo presidencial –del gabinete legal o el ampliado, aunque mi
amigo Carlos Ferreyra tenga prurito por esta diferencia de niveles, que no es
inventiva mía—pretendiera una curul. Vaya, salvo que sea orden presidencial.
Lo cierto es que, comulgo
con lo dicho por Trejo Reyes. ¿Usted cree que la renuncia de Luis Videgaray
Caso a la Secretaría de Hacienda resuelva de un plumazo la crisis económica por
la que atraviesa el país? ¿Alguien considera que de renunciar Emilio Lozoya
Austin a la dirección general de Pemex, de inmediato subiría el precio
internacional del petróleo?
Aun más, quién apostaría a
que los oportunistas que se treparon a la causa de los normalistas de
Ayotzinapa y aquellos, dizque anarquistas, que violentan manifestaciones y
vandalizan en la capital del país, arriarían banderas en caso de que Miguel
Ángel Osorio Chong dimita a la Secretaría de Gobernación.
Cierto es que el equipo
presidencial ha tenido severos tropiezos en áreas de suyo delicadas como es el
área de inteligencia nacional como en materia de política de comunicación. Y,
esta referencia no es propia, no. El jefe de la Oficina de la Presidencia de la
República, Aurelio Nuño, lo declaró a finales del año pasado, en una entrevista
al diario español El País. Y luego, en un acto en San Cristóbal Ecatepec, ante
el presidente Enrique Peña Nieto, aludió a los problemas que enfrenta el país y
a aquellos intereses que se mueven en torno de la insistencia de que renuncie
el Presidente de la República.
Los cambios, la historia
del México contemporáneo lo demuestra, no son soluciones mágicas a problemas
nacionales. Suelen ser, en cambio, decisiones presidenciales contra quién o
quiénes ya no sirven al interés del equipo. Y, cuando un cambio se avecina, el
Presidente suele dar señales de que ello ocurrirá.
Los funcionarios públicos
o integrantes del gabinete instalados en la ruta del relevo de pronto no son
invitados a los actos oficiales en los que tienen responsabilidad; el
Presidente, incluso, comienza a saludarlos fríamente. Se acaban las sonrisas,
las palmadas en la espalda e incluso las bromas. La frialdad presidencial tiene
sus fundamentos.
Aunque también, praxis de
mentir con la verdad, las decisiones del Presidente no tienen fecha ni tiempos
políticos.
Por eso, en esto de los
trascendidos, la figura de Manlio Fabio Beltrones tiene alta relevancia cuando
se le ubica lo mismo en el relevo de Osorio Chong que en la presidencia del CEN
del PRI. Pero, por lo menos hasta el viernes pasado, no se había movido un solo
papel en su escritorio de la oficina que tiene en la planta baja del edificio H
de la Cámara de Diputados.
Igualmente, en las
oficinas principales de las secretarías de Gobernación y de Hacienda, e incluso
en la de la SEP, no se registraba movimiento alguno que indicara un cambio de
inquilino. Pero, ¿usted cree que cambios en el gabinete presidencial sean
solución a los problemas que enfrenta el país? Como que son ganas de perder el
tiempo y quizá hasta de joder al vecino.
Porque, como diría el
filósofo de Güemes, si no se van, se queden. Conste.
LUNES.
Donde es un hecho el carrusel de cambios, es en la Cámara de Diputados y en el
Senado, donde hay varias oficinas en proceso de desalojo, con cajas en las que
diputados y senadores echaron sus tiliches y esperan el momento para solicitar
licencia al cargo. Por ejemplo, Alejandro Moreno Cárdenas, diputado federal
priista y presidente de la Comisión de Gobernación, se alista para ir en pos
del relevo del gobernador de Campeche, Fernando Eutimio Ortega Bernés, aunque
éste tiene a su delfín, según cuentan, en el senador Raúl Aarón Pozos Lanz. Y
los que faltan. Digo.
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