ROMANCE “PARQUE PAPAGAYO”.
Jardín social de Acapulco
Ignacio M. Altamirano,
paraíso de alegría
cubierto de verde manto.
Es bello joyel del puerto
y el mundo, más admirado,
con mexicana leyenda
de un idilio extraordinario.
La Bahía Santa Lucía
es un acuático marco
que le brinda bella estampa
sugiriendo contemplarlo.
Son la Avenida Costera
y la Cuauhtémoc sus flancos,
las arterias principales
y el reloj de sus horarios.
Al entrar en sus linderos
se escucha el alegre canto
de las voces infantiles
cual concierto milenario.
La Plaza de la Piñata
es el lugar indicado
con Domingos Familiares
del gran Parque Papagayo.
En reuniones populares
no hay sitio más apropiado,
ahí está la algarabía
con su reír desbocado.
Se recomienda admirar
la gran jaula del Aviario
con aves bellas y raras
de confines muy lejanos.
Es un íntimo placer
recorrer vías y prados
o mecerse sensualmente
en la hamaca azul del lago.
El domingo es un tributo
de poesías y de canto
con músicos y poetas
de Acapulco e invitados.
En las tardes o en la noche
el Centro Social, gozarlo,
para quien guste el estudio
la biblioteca es su espacio.
Son tantos los atractivos
y novedades a diario
que se debe retornar
lo más pronto y sin retardo.
Revivirán las leyendas
de marinos y de barcos,
viendo el Galeón de Manila
que en su lago luce anclado.
Añoro el funcionamiento
de aquel enorme aparato
que desde el cerro Mogote
parecía un ave volando.
Ese teleférico era
del parque lo más preciado
exhibiendo aquel tesoro
convertido en un regalo.
Un zoológico contempla
salvaje clan enjaulado,
ganaban en preferencia
los leones y los venados.
Varias canchas deportivas
alfombraban los costados
de la sabia biblioteca
“Ignacio M. Altamirano”.
Dicha área la completaban
como oficial cartapacio
la Dirección y oficinas
y un taller improvisado.
Aquí mi versar termina
sin que todo haya trovado,
cierro el telón de los tiempos
con cariño renovado.
Me reservo la fortuna
de escribir un nuevo canto
en un festejo futuro
de mi Parque Papagayo.
Manuel Salvador Leyva Martinez.