Es evidente que el
delegado del gobierno federal en Guerrero, Pablo
Amílcar Sandoval Ballesteros, tiene una enfermiza obsesión de llegar a la
gubernatura de la entidad, ya que cree estar predestinado para ocupar tan
importante responsabilidad. Y más ahora que a nivel federal gobierna Morena,
instituto político al que forma parte y del que fue dirigente estatal del 2015
al 2018.
A pesar de no ser oriundo
de Guerrero, sino de la Ciudad de México, Sandoval Ballesteros pretende hacerle
creer a sus ingenuos seguidores que, por el simple hecho de ser nieto e hijo de
dos importantes miembros de la izquierda y que en su momento buscaron llegar a
Casa Guerrero, tiene el derecho de desplazar a otros importantes personajes de
Morena.
Desde
la comodidad de su cargo y con el apoyo de los mal llamados “Servidores de la
Nación”, que no son otra cosa que promotores electorales de Morena, busca
fortalecer sus aspiraciones políticas.
El 16 de noviembre de 2015
y como premio de consolación después de perder la elección de gobernador frente
al priista Héctor Astudillo Flores, fue
designado como presidente del Comité Ejecutivo Estatal de Morena, en
sustitución de César Núñez Ramos.
Desde ese entonces, Pablo
Amílcar Sandoval ha intentado apoderarse de los órganos de dirección de su
partido y margina a los liderazgos que no se cuadran con él, como son los casos
de Marcial Rodríguez Saldaña y Rubén Cayetano García.
También combate todo
aquello que tenga el sello de César Núñez.
Algunos
miembros de Morena lo describen como una persona que presenta delirios de
grandeza y un sentido exagerado de autoestima y poder. Y, al igual que los
autócratas del pasado y del presente detesta que le contradigan.
Es
soberbio y altanero por excelencia. A tal grado que después
de las elecciones de 2018 no atendía ni las peticiones que le hacían llegar
miembros de la Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero (APPG), organización
social a la que formaba parte el Dr.
Pablo Sandoval Cruz, su abuelo y quien falleció el pasado 21 de enero a la
edad de 101 años.
El dirigente de la APPG, Nicolás Chávez Adame, en entrevista
para La Jornada Guerrero el 14 de
agosto de ese año, alertó que en Morena
también hay “soberbia muy marcada” desde antes de asumir el poder.
Y puso como ejemplo de
ello a Pablo Amílcar Sandoval, a quien buscaron para darle la propuesta para el
candidato a recibir la presea Sentimientos de la Nación Popular.
“El doctor Pablo (Sandoval
Cruz, líder del movimiento por la autonomía universitaria y de muchas otras
batallas en el PRD y la izquierda en Guerrero) le habló a Amílcar, su nieto y
(éste) nos mandó a que entregáramos su propuesta en las oficinas de Morena en
Chilpancingo, y ahí nosotros vimos que no hubo una sensibilidad política”. (La Jornada Guerrero, 14-VIII-2018).
Es
totalmente reproblable que Pablo Amílcar haya actuado de esa manera con su abuelo,
al padre de su padre… su sangre.
Imagínense, amables
lectores, si así trató a su abuelo, ¿qué le espera a los guerrerenses que
pretende gobernar en el próximo sexenio? Dios nos libre.
En una entrevista
posterior, Chávez Adame pidió a Pablo
Amílcar seguir el ejemplo de humildad política y social de su abuelo.
En Guerrero, dijo, el
doctor Pablo Sandoval Cruz es un ícono para la lucha social, que no se compara
con algún otro luchador social en el estado, “y su familia debe practicar en la
vía de los hechos esa humildad política y social”.
“Hacemos el llamado no
solo a Amílcar, sino a todos, ahorita ya andan pensando en la gubernatura, pero
ahorita tiene que haber humildad y un cambio y tiene que haber un llamamiento a
resolver todo un pliego petitorio general de la lucha social”, mencionó. (La Jornada Guerrero, 20-VIII-2018).
Al instalarse la LXII
Legislatura local y luego de llegar de chiripazo como diputado plurinominal, el
insensible nieto del Dr. Pablo Sandoval maniobra para tener las comisiones
legislativas más importantes para su bancada y la Presidencia de la Mesa
Directiva. Pero el bloque opositor conformado por el PRI, el PRD, el PAN, el PT
y el PVEM se lo impiden.
Y eso no es todo. En la sesión
del 30 de noviembre de 2018 solicitó licencia por indefinido, ya que se
incorporaría al gobierno federal como delegado de los programas del Bienestar en Guerrero. No conforme con
ello, operó para dejar a uno de sus incondicionales en la coordinación parlamentaria
y al frente de la Jucopo.
Antonio
Helguera Jiménez, uno de los más grises legisladores y el
más ingenuo en ese entonces, rindió protesta como coordinador de Morena y presidente
de la Jucopo. El objetivo era claro: controlar a través de él los recursos
financieros del Congreso y fortalecer a su grupo político y su proyecto.
Lo
que no visualizó el “súper” delegado en Toño
Helguera, es que éste pronto iba a engolosinarse con los privilegios que otorga
el Poder Legislativo.
Helguera actuó torpemente.
Tuvo todo para quedarse como coordinador de la bancada. Lo malo es que se peleó
con las demás fuerzas políticas al interior del Congreso. Y eso lo aprovechó
muy bien Pablo Amílcar, quien luego de un intenso jaloneo entre los diputados
morenistas, impuso el pasado 13 de enero a otro pelele para que le cuide sus
intereses.
Me refiero al legislador
calentano J. Jesús Villanueva Vega,
representante del distrito XVII y que llegó al Congreso gracias a un hecho de
sangre que conmocionó a la clase política estatal: el homicidio de Abel Montúfar Mendoza, ex alcalde de
Coyuca de Catalán y candidato a diputado local por el PRI en el citado distrito
electoral.
Tan evidente es el
sometimiento de Chucho Villanueva
hacia Pablo Amílcar que sigue sosteniendo en las direcciones de Servicios
Financieros y Administrativos, y de Comunicación Social a Netzahualcóyotl Bustamante Santín y a Vianey Guadalupe Valderrábano Sagrero, quienes desde hace un buen
tiempo forman parte de la servidumbre del “súper” delegado.
Insisto, Pablo Amílcar tiene una obsesión enfermiza
de llegar a despachar en Palacio de Gobierno y en Casa Guerrero.
Lo malo es que no entiende que la política no se hace con
el hígado, sino con la cabeza fría, a través de alianzas y acuerdos.
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